Psicobiograf¨ªas
El pacto que se realiz¨® en la transici¨®n, que imped¨ªa utilizar el pasado pol¨ªtico como arma arrojadiza, provoc¨® una especie de amnesia o, al menos, una represi¨®n de los recuerdos sociales. Pol¨ªticos maduros parec¨ªan reci¨¦n nacidos. Los hechos pasados contaban, por supuesto, pero no se verbalizaban, no se tomaba conciencia p¨²blica de ellos. Veinte a?os despu¨¦s, nuestros dirigentes comienzan paulatinamente a tener historia, una historia breve, limitada, pero historia al fin y al cabo, que ya nos permite interpretar algunos de sus acciones presentes en funci¨®n de su corto pasado. Felipe Gonz¨¢lez, por ejemplo, acaba de desempolvar unos escritos de finales de los setenta, donde Aznar manifiesta sus opiniones sobre la Constituci¨®n. Y, al mismo tiempo, Gonz¨¢lez reconstruye su pasado y reconoce los errores cometidos con el refer¨¦ndum de la OTAN. Que nuestros presidentes comiencen a tener historia, que recuperen la memoria y la utilicen para elaborar su identidad, es s¨®lo un s¨ªntoma de un proceso m¨¢s general. El pacto ling¨¹¨ªstico alcanzado en el CVC est¨¢ despertando los recuerdos de estas ¨²ltimas dos d¨¦cadas. El origen de algunas carreras pol¨ªticas tambi¨¦n empieza a tener espacio en la prensa. Que la memoria vuelva a funcionar, a¨²n con todos sus sesgos y distorsiones, es un claro signo de salud p¨²blica. Hay que a?adir, adem¨¢s, que los dirigentes pol¨ªticos atraen cada d¨ªa m¨¢s la atenci¨®n y la curiosidad en las sociedades actuales. Las campa?as electorales centradas en los candidatos, los partidos pol¨ªticos crecientemente debilitados y los votantes independiz¨¢ndose progresivamente de las ideolog¨ªas, todo conduce a centrarnos de forma quiz¨¢ exagerada en las caracter¨ªsticas de los hombres p¨²blicos. En algunos pa¨ªses existen desde hace ya tiempo an¨¢lisis muy detallados de la historia y peculiaridades de sus principales figuras p¨²blicas; Erik Erikson realiz¨® ya por los a?os cincuenta y sesenta las primeras psicobiograf¨ªas pol¨ªticas sistem¨¢ticas, primero de Martin Luther King y luego del joven Ghandi. La recuperaci¨®n de nuestra memoria pol¨ªtica, despu¨¦s de veinte a?os de una amnesia casi generalizada, tendr¨¢ como consecuencia la aparici¨®n en breve plazo de estudios y psicobiograf¨ªas de nuestros l¨ªderes y candidatos, esperemos que realizados con seriedad y sin intenciones panfletarias. Conocer sus creencias pol¨ªticas, su manera de dirigir y organizar, el tipo de personas de las que le gusta rodearse, los motivos para dedicarse a la vida p¨²blica, la forma de enfrentarse a las tensiones de su trabajo, c¨®mo se incorpor¨® a su primer puesto, la experiencia y socializaci¨®n acumulada desde entonces, son todas caracter¨ªsticas importantes para valorar su imagen y posibilidades actuales. Desde luego que los propios dirigentes tienen todo el derecho a anticiparse o, al menos, a participar en la recuperaci¨®n de sus recuerdos y caracter¨ªsticas, ofreciendo su versi¨®n y reconstrucci¨®n particular, facilitando as¨ª la valoraci¨®n de su conducta p¨²blica. La inoculaci¨®n es una t¨¦cnica leg¨ªtima en la argumentaci¨®n pol¨ªtica. Los ciudadanos, sin embargo, debemos esforzarnos por formar nuestra propia opini¨®n y no caer en la comodidad de aquel borracho, que buscaba las llaves no donde le hab¨ªan ca¨ªdo, sino debajo de la farola donde hab¨ªa m¨¢s luz para buscarlas.
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