Una vieja reivindicaci¨®n
Se¨²l, madrugada del 25 de septiembre de 1988. Se acababa de descubrir el control positivo con anabolizantes del canadiense Ben Johnson, el atleta que hab¨ªa vuelto a asombrar en los Juegos Ol¨ªmpicos arrasando en los 100 metros. Se produc¨ªa as¨ª el mayor esc¨¢ndalo en la historia del dopaje. Los pasillos del cuartel general del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI) eran un hervidero. Los m¨¦dicos responsables del control saltaban euf¨®ricos como si acabaran de descubrir la penicilina. Juan Antonio Samaranch, presidente del COI, coment¨®: "Johnson es el menos culpable. Le conozco y es una persona muy limitada. Le han manipulado. Los principales responsables son los que est¨¢n detr¨¢s. Sus entrenadores, sus m¨¦dicos o quienes le llevan los asuntos". Y Samaranch, tras dejar bien clara la beligerancia del COI en la lucha por la limpieza en el deporte, a?adi¨®: "De todas formas, la lucha contra el dopaje tendr¨¢ que cambiar. Hay que definir exactamente lo que es dopaje y creo que todo lo que no atenta contra la salud del atleta no lo es. Esa debe ser la frontera, porque el rendimiento se mejora con vitaminas u otras cosas y eso no tendr¨ªa que prohibirse".El presidente del COI hizo ayer unas declaraciones a El Mundo en las que no s¨®lo ha repetido lo mismo, sino que tambi¨¦n ha recordado su postura, pues es algo que est¨¢ "pidiendo desde hace a?os". La oportunidad por el ¨²ltimo gran esc¨¢ndalo del Tour, es evidente, pero no es nada nuevo. Samaranch lo ha venido diciendo en cada ocasi¨®n que se le ha preguntado. Cuesti¨®n distinta es que por lo complejo del asunto y los muchos intereses existentes poco haya cambiado.
El gran problema del dopaje desde siempre ha sido la hipocres¨ªa generalizada en una ¨¦lite que no puede hacer esfuerzos sobrehumanos con tortillas de patata y la disparidad de criterios en la lucha. El presidente del COI ha tratado de unificar posiciones, pero cada deporte ha toreado el asunto como ha querido. Ni las listas de productos prohibidos son iguales, ni las sanciones. El propio ciclismo, el m¨¢s perseguido (por ser el m¨¢s duro), ha despachado largos a?os los positivos con anfetaminas o similares, antes de la EPO, con sanciones casi simb¨®licas. Aparte de ser s¨®lo por tres meses, los ciclistas pod¨ªan aplazar la sanci¨®n y cumplirla a final de temporada. Ni les afectaba a su calendario. La queja, sin embargo, de que en otros deportes no hay apenas controles, o ni se hacen, es una realidad.
El propio Samaranch ha denunciado a los deportes o entramados completos, como las Ligas profesionales norteamericanas, en las que la persecuci¨®n del dopaje es casi nula.
Pero resulta indudable que en el ciclismo, y en todo el deporte, tras el ¨²ltimo esc¨¢ndalo, va a haber un antes y un despu¨¦s. Ya lo hubo en la halterofilia cuando se borraron incluso todos los r¨¦cords cuando los anabolizantes rebosaron todos los vasos.
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