Se?as del ayer
Abrigo la sospecha de que, en sus opulentos tiempos fenicios y sobre todo romanos, la ciudad de C¨¢diz no se ci?¨® a una sola unidad urbana sino a varias, dispersas por sus riberas y provistas de un nombre com¨²n, como sucede hoy con la ciudad de Nueva York o tantas otras poblaciones: Gades en plural, es decir, los C¨¢dices. Caso de no equivocarme, podr¨ªan ser bastantes in¨²tiles ciertas especulaciones que se est¨¢n haciendo para determinar en estos litorales la existencia de una ciudad "principal". Algo distanciada de la bah¨ªa en el presente, pero no en aquellas edades, la poblaci¨®n fenicia de Do?a Blanca, entre El Puerto de Santa Mar¨ªa y Jerez, es un gran asentamiento milenario, una segunda Troya andaluza cuyo rastreador arqueol¨®gico no se llama Schliemann sino Diego Ruiz Mata y que en un ma?ana, estoy seguro, supondr¨¢ para la bah¨ªa de C¨¢diz un soberano tir¨®n cultural y tur¨ªstico. Pero ello no significa que en sus d¨ªas cubriese una capitalidad, dato perdido (al menos, por ahora) en las inacabables estanter¨ªas del misterio. Por lo que ata?e al enclave del C¨¢diz actual, el hecho de que alberg¨® otro importante sector de la ciudad primitiva acaba de ser probado por ¨²ltimos hallazgos, tambi¨¦n evidenciadores de posteriores destrucciones y saqueos enconados e intensos. Sin tanto renombre, la v¨ªa m¨¢s larga de Huelva es tambi¨¦n un fil¨®n de riquezas prerromanas, deparadora de sorpresas como la que ofreci¨® la r¨ªa onubense, el formidable casco guerrero o ritual, gala hoy de su Museo y una reproducci¨®n de la cual me fue dada entregarle al tocaor Sabicas luego de su reaparici¨®n y regreso a Espa?a. En C¨¢diz capital, por lo que bien se sabe y tambi¨¦n por lo que se cuenta, la muy problem¨¢tica, pr¨¢cticamente imposible demolici¨®n del peque?o y antiqu¨ªsimo barrio del P¨®pulo podr¨ªa brindar asombrosas preseas arqueol¨®gicas, como con frecuencia las viene ahora brindando; me han hablado de una casa de vecinos (inmediata al teatro romano de Balbo El Menor) con un "pozo grande" a dos niveles y figuras labradas en relieve sobre sus piedras. Los tres milenios tradicionalmente atribuidos a la ciudad parecen estar siendo confirmados por la aparici¨®n de objetos y edificaciones bajo los escombros de la reci¨¦n derruida Casa del Obispo. As¨ª, el fino anillo fenicio de oro agraciado por dos delfines y dos columnas laterales, o los vastos cimientos denotadores de una urbe fenicia o cartaginesa. El par de huesos de sesos de corvina que lucen muchos andaluces de la costa es parte tambi¨¦n de los ajuares funerarios p¨²nicos e impresiona pensar que el sigiloso hurac¨¢n del tiempo se lo llev¨® todo, lenguaje, flotas, indumentos, ej¨¦rcitos, ciudades, para no dejar m¨¢s que ese leve signo de un pasado vertiginosamente lejano, la mayor¨ªa de cuyos usuarios desconocen su antig¨¹edad. Un D¨ªa del Libro y en el Palacio Real de Madrid, me dijo nuestra reina Do?a Sof¨ªa refiri¨¦ndose a C¨¢diz: "Es algo as¨ª como mi Atenas... basta con escarbar un poco para que aparezca una mano de talla o cualquier otra se?a del ayer".
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