Obras y urbanismo fuera de control
Cuando la alcaldesa de Valencia muestra orgullosa entre sus logros de gobierno el proceso de crecimiento urbano y sus proyectos estelares -el ¨²ltimo, la apertura en canal del barrio del Cabanyal- lo hace, estoy completamente convencido, porque efectivamente cree que es positivo para sus conciudadanos contar con tal impulso de la iniciativa privada. Cuando alg¨²n periodista nos muestra la esbeltez de las nuevas pilas de hormig¨®n sobre el embalse de Contreras en las obras de la autov¨ªa, como un orgullo tecnol¨®gico para el fin del milenio, lo hace con toda su buena fe en el progreso de la humanidad. Cuando los responsables del Puerto de Valencia defienden el proyecto de ampliaci¨®n, excusando las molestias ocasionadas, tambi¨¦n lo creo firmemente, est¨¢n manifestando su confianza en que los ciudadanos acabar¨¢n comprendiendo la necesidad y bondad del mismo. Cuando los empresarios, tan aficionados a las infraestructuras, reclaman ahora un pacto por el AVE Madrid-Valencia, no han tenido en cuenta las serias reticencias europeas a estos nuevos y costos¨ªsimos proyectos, sino que han convenido que eso es lo que m¨¢s nos interesa a los valencianos. En fin, por no seguir con la letan¨ªa, cuando los t¨¦cnicos municipales de Valencia nos obsequian con sus proyectos de puentes sobre un ex r¨ªo y t¨²neles varios, no me cabe la menor duda de que est¨¢n pensando en solucionar, a su manera, los problemas de tr¨¢fico. No hay, aunque pueda parecer, la m¨ªnima iron¨ªa en lo expuesto hasta este momento. Cada vez creo menos en el argumento de la presi¨®n de "intereses econ¨®micos" -que haberlos haylos- o en rebuscadas explicaciones sobre la maldad intr¨ªnseca del sistema capitalista. Creo, francamente, que padecemos un proceso de envejecimiento y obsolescencia de nuestro aparato burocr¨¢tico. En vez de malgastar energ¨ªas combatiendo a los ecologistas, algunos funcionarios har¨ªan muy bien en reciclarse y poner su reloj a la hora europea. La cuesti¨®n es que, en materia de obras p¨²blicas, siempre sucede lo mismo: se magnifican sus efectos positivos, y se minimizan, se maquillan o simplemente se ocultan los negativos; el saldo siempre es a favor. Afortunadamente, las ciencias siguen adelantando que es una barbaridad, y tambi¨¦n las ciencias ambientales, que han puesto en cuesti¨®n algunos paradigmas de la modernidad que se ten¨ªan como dogmas de fe. Independientemente de la ideolog¨ªa que se profese, no es posible ya ignorar los efectos negativos de determinadas actuaciones p¨²blicas sobre el territorio, y la necesidad de hacer las cuentas globales de otro modo, entre otras razones, porque muchas de estas consideraciones ecologistas de los a?os sesenta y setenta, han tomado carta de naturaleza jur¨ªdica y las instituciones europeas las est¨¢n adoptando en sus documentos program¨¢ticos. La se?ora Barber¨¢ debiera saber, o sus asesores le debieran indicar, que promover la expansi¨®n de la ciudad a costa de la huerta, o del Cabanyal, mientras el centro hist¨®rico se cae de verg¨¹enza y miles de viviendas ya asentadas no tienen quien las habite es, desde la ¨®ptica europea, insostenible. De paso, alguien, le podr¨ªa ir explicando que, presumir de que en Valencia se circula muy bien, es una verdad a medias que oculta la otra cara del problema, cada vez m¨¢s grave: los accidentes, la contaminaci¨®n del aire, el ruido, la humillante situaci¨®n de los viandantes. Y que, tambi¨¦n desde criterios europeos, este panorama es de regreso y no de progreso. El se?or Arias Salgado y sus asesores, que tanto empe?o est¨¢n poniendo en acabar a cualquier precio las obras de la autov¨ªa de Madrid, para darle en las narices al se?or Borrell, deber¨¢n explicar los destrozos irreversibles que suponen las obras del embalse de Contreras y la factura econ¨®mica que habremos de pagar al final para ganar, a corto plazo, tres o cuatro minutos en un recorrido de tres horas, mientras la l¨ªnea f¨¦rrea Valencia-Cuenca, que podr¨ªa absorber buena parte del transporte de mercanc¨ªas, se muere en el olvido. (Ya le han tirado de las orejas al Ministerio de Fomento desde Bruselas por la "precipitaci¨®n" con que se ejecutan algunas obras). Tambi¨¦n deber¨¢ explicar el se?or Arias, esta vez al alim¨®n con el se?or Zaplana, a qu¨¦ viene esa absurda carrera por llegar a ser el primer puerto del Mediterr¨¢neo, que se ha desatado entre los socios de una misma empresa p¨²blica, Puertos del Estado, que subvencionamos entre todos. Y de paso, que nos expliquen los dos -porque ya no se puede decir esa obra no es m¨ªa- qui¨¦n ha tenido la feliz ocurrencia de decidir que los dos proyectos m¨¢s urgentes que tiene Fomento en Valencia son el acceso norte al Puerto (insostenible incluso desde la ¨®ptica oficial) y -ag¨¢rrense los que sepan de qu¨¦ va- el que cre¨ªamos enterrado, pero a lo visto no muerto, proyecto de Tercer Cintur¨®n de Ronda para aniquilar lo que queda de huerta por la parte de Alboraia, que nadie, absolutamente nadie, echaba en falta. Para el se?or Zaplana tengo otra peque?a sugerencia final, extensiva a los ayuntamientos afectados: que abandone algunos proyectos y planes, como los de carreteras, que no tienen justificaci¨®n alguna y que dedique los dineros a otros sectores en donde s¨ª hay atascos y deficiencias de verdad, como la educaci¨®n, la sanidad o la protecci¨®n del medio ambiente. ?Ha escuchado las voces cr¨ªticas y magn¨ªficamente documentadas de los ecologistas de Alzira o de Alcoy oponi¨¦ndose de manera sensata a tanto desm¨¢n? ?No quedamos en que el primer plan de carreteras, ya concluido, hab¨ªa puesto ya en 1994 nuestra red viaria a la altura de la europea? No desear¨ªa que los gobernantes aludidos, si leen estas letras, se sintieran afectados en exclusiva. En materia de obras p¨²blicas, no han hecho sino continuar la l¨ªnea marcada por sus predecesores, que tanto entusiasmo mostraron por las grandes obras y que de manera tan lamentable dejaron de aplicar las nuevas corrientes procedentes de la Europa m¨¢s avanzada. Ahora, desde la oposici¨®n, parece que comienzan a rectificar porque algunas conquistas sociales son ya irreversibles. Ahora, cuando arrecia el crecimiento econ¨®mico, vuelve a cabalgar el caballo desbocado de las obras p¨²blicas sin control, para unirse al urbanismo sin control, la ¨²ltima aportaci¨®n de los liberales a la cultura urbana. Es probable, como se?alaba recientemente en Valencia el profesor Ramon Folch, que haya que esperar al cambio generacional para que se incorporen a la funci¨®n p¨²blica nuevos valores, que integren con normalidad el respeto al medio ambiente, lo que para la mayor¨ªa de las administraciones actuales no es sino un molesto tr¨¢mite a cumplir o esquivar. En definitiva, como nos ense?a la historia, estamos nuevamente ante la necesidad de un cambio cultural. Si este cambio tarda en llegar, el trabajo de las generaciones venideras tendr¨¢ que aplicarse a recuperar, cuando sea posible, todo el patrimonio natural y cultural que tan alegremente se est¨¢ ahora dilapidando.
Joan Olmos es ingeniero de Caminos.
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