Barrionuevo autoriz¨® a Sancrist¨®bal a seguir con el secuestro de Marey a pesar del error
El que fue el primer ministro del Interior de la etapa socialista, Jos¨¦ Barrionuevo, autoriz¨® al entonces gobernador civil de Vizcaya, Juli¨¢n Sancrist¨®bal, mediante una conversaci¨®n telef¨®nica, a seguir con el secuestro de Segundo Marey. As¨ª lo recogen los hechos probados de la sentencia del caso Marey, que se hizo p¨²blica ayer. El texto explica que la decisi¨®n se adopt¨® a pesar de que en aquel momento Barrionuevo y Sancrist¨®bal ya sab¨ªan que el secuestrado no era un terrorista de ETA, sino un ciudadano corriente que hab¨ªa sido hecho cautivo por error.
Juli¨¢n Sancrist¨®bal; el jefe de Polic¨ªa de Bilbao, Francisco ?lvarez, y el que era secretario de los socialistas de Vizcaya, Ricardo Garc¨ªa Damborenea -llamado a la Jefatura Superior de Polic¨ªa al conocerse que el secuestrado no era el etarra Mikel Lujua-, ya hab¨ªan deliberado acerca de que "lo m¨¢s conveniente era quedarse con Segundo Marey y llevarlo a la caba?a que ten¨ªan preparada para Lujua porque as¨ª podr¨ªan presionar a las autoridades francesas, en concreto para conseguir la liberaci¨®n de los polic¨ªas espa?oles que a¨²n permanec¨ªan presos en Francia desde el 18 de octubre", cuando intentaron secuestrar al etarra Larretxea. Sin embargo, los tres consideraron necesaria "la autorizaci¨®n de Madrid" y la obtuvieron de Jos¨¦ Barrionuevo.La sentencia destaca que durante esa noche, la del 4 de diciembre de 1983, y durante los siguientes diez d¨ªas que dur¨® el secuestro de Marey, Sancrist¨®bal "habl¨® con frecuencia con los se?ores Vera y Barrionuevo, que de este modo participaban en las decisiones y segu¨ªan las incidencias del caso".
Acciones en Francia
La resoluci¨®n judicial describe la situaci¨®n existente en 1983, cuando la actividad terrorista de ETA constitu¨ªa un problema de primera magnitud, agravado por el hecho de que las autoridades francesas no colaboraban en la lucha antiterrorista y hab¨ªan permitido que el sur de su pa¨ªs se convirtiera en un santuario para los etarras.Ello llev¨® a la convicci¨®n en diversos sectores sociales y pol¨ªticos de la necesidad de actuar de alg¨²n modo en territorio franc¨¦s. El Cesid estudi¨® los pros y los contras de realizar acciones en el sur de Francia y propuso como forma de acci¨®n m¨¢s aconsejable "la desaparici¨®n por secuestro". Ya en septiembre de 1983, otra nota de despacho del citado organismo anticipaba la realizaci¨®n de acciones violentas en ese pa¨ªs "en fechas inmediatas".
La sentencia recuerda el secuestro del capit¨¢n del Ej¨¦rcito Alberto Mart¨ªn Barrios, ocurrido el 5 de octubre de 1983, como un hecho especialmente relevante. Y c¨®mo, para intentar obtener informaciones con el fin de salvarle la vida, el subcomisario Jos¨¦ Amedo, Sancrist¨®bal y los jefes policiales ?lvarez y Planchuelo plantearon la posibilidad de secuestrar en Francia al dirigente etarra Jos¨¦ Mar¨ªa Larretxea. Sancrist¨®bal lo consult¨® con Vera y Barrionuevo, quienes dieron el visto bueno a la operaci¨®n.
La acci¨®n, en la que intervinieron un inspector de polic¨ªa y tres geos, fracas¨® cuando el etarra se resisti¨® y los agentes fueron arrestados por la polic¨ªa francesa. Al d¨ªa siguiente, el capit¨¢n Mart¨ªn Barrios apareci¨® asesinado.
Ante el fracaso, Sancrist¨®bal, ?lvarez, Planchuelo y Amedo organizaron un nuevo secuestro, pero utilizando mercenarios franceses reclutados por Amedo. El objetivo era Lujua y un mill¨®n de francos franceses el precio acordado con aqu¨¦llos.
La sentencia declara probado que Sancrist¨®bal trat¨® el nuevo secuestro con Vera y Barrionuevo en uno de sus frecuentes viajes a Madrid y obtuvo del primero el mill¨®n de francos, procedente de los fondos reservados del Ministerio del Interior.
Los hechos probados relatan que, el 4 de diciembre de 1983, los mercenarios Pedro S¨¢nchez, Mohamed Talbi y Jean Pierre Echalier llamaron al domicilio de Marey en la localidad francesa de Hendaya y cuando sali¨® le inmovilizaron con un spray y le introdujeron en un coche. En el forcejeo, Marey perdi¨® las zapatillas y sufri¨® la rotura de sus gafas.
S¨¢nchez fue detenido por la polic¨ªa francesa mientras Talbi, Echalier y Marey pasaron la frontera a pie por las inmediaciones de Dantzarinea (Navarra). Talbi fue al puesto fronterizo y los agentes, tras identificar al mercenario, llamaron a su superior, el comisario jefe de Pamplona, quien, a su vez, se comunic¨® con el delegado del Gobierno en Navarra, Luis Rold¨¢n, que se puso en contacto con Vera, en Madrid. ?ste le dijo que no hicieran nada porque "se trataba de una operaci¨®n de Bilbao". Rold¨¢n transmiti¨® el mensaje al jefe de Polic¨ªa y ¨¦ste a Dantzarinea.
Amedo lleg¨®, por fin, a la frontera y metieron a Marey en su coche, traslad¨¢ndose todos al puesto fronterizo. All¨ª identificaron al secuestrado como Segundo Marey y se dieron cuenta por primera vez de que se hab¨ªa producido un error.
Los polic¨ªas Francisco Saiz Oceja y Julio Hierro, siguiendo ¨®rdenes de Planchuelo, se dirigieron al t¨²nel de Basauri, donde esperaron la llegada de Amedo con los mercenarios y el secuestrado. Posteriormente, le trasladaron a una caba?a, en la localidad c¨¢ntabra de Colindres, que hab¨ªa sido alquilada con ese fin.
Los polic¨ªas Luis Hens y Juan Ram¨®n Corujo, siguiendo instrucciones de Planchuelo y de Hierro, fueron a la caba?a de Colindres, donde custodiaron a Marey, quien "pensaba que en cualquier momento le iban a matar". En todo momento, el cautivo estuvo sin poder ver, con algodones sujetos por esparadrapo que le tapaban los ojos, y casi sin comer.
Los mercenarios regresaron a Francia el 6 de diciembre tras cobrar 10.000 francos cada uno, cantidad inferior a la acordada porque el secuestrado no era Lujua.
A partir de ese momento, Sancrist¨®bal y Damborenea redactaron los comunicados de reivindicaci¨®n de la acci¨®n. Tambi¨¦n aprobaron otro comunicado con el ultim¨¢tum a las autoridades francesas de que, si no liberaban a los polic¨ªas espa?oles en 48 horas, se ejecutar¨ªa a Marey. La puesta en libertad de los agentes se produjo en el plazo exigido.
Marey fue liberado en la madrugada del d¨ªa 14. En su bolsillo le pusieron un comunicado firmado por los GAL que, elaborado por Sancrist¨®bal, hab¨ªa sido traducido al franc¨¦s por Michel Dom¨ªnguez.
La sentencia declara probado que del mill¨®n de francos recibido por Sancrist¨®bal se gastaron los 500.000 entregados a un comisario franc¨¦s, otros 50.000 que recibi¨® el mercenario Pedro S¨¢nchez, los 10.000 que recibieron Talbi y Echalier y otros 5.000 en comidas, el arrendamiento de la caba?a... En total 575.000 francos (10.350.000 pesetas). El resto fue devuelto a Vera.
Aprobaci¨®n de los jefes
El relato menciona que no se ha probado que existiera enemistad entre Vera y Baltasar Garz¨®n, extremo alegado por el primero, ni que el juez hubiera amenazado o coaccionado a ninguno de los acusados.Los magistrados se?alan que no tienen "duda alguna" de que la verdad de lo ocurrido se corresponde con las ¨²ltimas declaraciones de Sancrist¨®bal, Damborenea, ?lvarez y Planchuelo. Y precisan: "Es concebible que este tipo de operaciones las pudieran hacer sin el control de sus superiores jer¨¢rquicos unos determinados polic¨ªas o particulares, pero no lo es cuando quienes planean y organizan son personas que ejercen altos cargos provinciales, m¨¢xime cuando los son de distinta condici¨®n, la mayor autoridad del Ejecutivo en la provincia (el gobernador), el m¨¢s significado representante del partido gobernante y los polic¨ªas de mayor rango (el jefe superior y el jefe de la Brigada antiterrorista). No nos parece cre¨ªble que tales altas jerarqu¨ªas en Vizcaya pudieran actuar sin el conocimiento y aprobaci¨®n de los m¨¢ximos responsables del Ministerio del Interior".
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