Enemigos reconciliables
Un antiguo reh¨¦n estadounidense en Teher¨¢n y uno de sus captores se entrevistar¨¢n hoy para impulsar el acercamiento entre sus pa¨ªses
Han pasado casi 19 a?os, pero las im¨¢genes de Teher¨¢n est¨¢n grabadas para siempre en la mente de los estadounidenses: El repentino asalto de estudiantes iran¨ªes a la Embajada de EEUU; las turbas gritando "?Muerte a Am¨¦rica!"; el desfile de los rehenes, maniatados y con los ojos vendados. Los ofendidos norteamericanos s¨®lo pod¨ªan imaginar los horrores que los 52 prisioneros sufrieron durante sus 444 d¨ªas en cautividad.Barry Rosen no tuvo que imaginarlo. Estaba all¨ª. Como agregado de prensa de la Embajada de EEUU, Rosen no s¨®lo fue capturado a punta de pistola, sino tambi¨¦n acusado de dirigir una red de espionaje y sometido a una farsa de juicio. Su castigo incluy¨® pasar meses encerrado en una celda en la que una bombilla siempre encendida y la tensi¨®n continua le hac¨ªan casi imposible conciliar el sue?o.
El Gobierno estadounidense nunca ha perdonado a Ir¨¢n por lo ocurrido. ?Por qu¨¦ tendr¨ªan que perdonar entonces los rehenes? Rosen, en lugar de alimentar el resentimiento durante el resto de su vida, ha decidido protagonizar un notable gesto de reconciliaci¨®n. Hoy, en el curso de una conferencia que se celebrar¨¢ en un edificio de la ONU en Par¨ªs, tiene previsto enfrentarse cara a cara con Abbas Abdi, que estuvo entre la docena de estudiantes que planearon y dirigieron la toma de rehenes en Teher¨¢n. En su encuentro, el ex reh¨¦n y el ex captor hablar¨¢n de las relaciones entre EEUU e Ir¨¢n, almorzar¨¢n juntos y, probablemente, incluso se den un apret¨®n de manos.
Este poderoso s¨ªmbolo de reconciliaci¨®n ser¨¢ sin duda criticado por los halcones iran¨ªes y por muchos estadounidenses, quiz¨¢ incluso por otros ex rehenes. Ambos acuden como ciudadanos, no representan a sus Gobiernos ni a ning¨²n grupo. En entrevistas mantenidas por Time con Rosen en Nueva York y con Abdi en Teher¨¢n, los dos dijeron que lo que les impuls¨® a reunirse fue el llamamiento hecho el pasado mes de enero por el presidente Mohamed Jatam¨ª -y r¨¢pidamente respondido por Bill Clinton- a favor de impulsar intercambios culturales dirigidos a derribar la "muralla de desconfianza" entre los dos pa¨ªses.
Aunque los dos hombres est¨¢n en polos ideol¨®gicamente opuestos, ambos reaccionaron positivamente a la oportunidad de dejar atr¨¢s el pasado y ayudar a sus respectivos pa¨ªses a construir nuevos lazos. "No soy ingenuo sobre Ir¨¢n, pero creo que es importante entender los sentimientos de los dem¨¢s", afirma Rosen, de 54 a?os, director de relaciones p¨²blicas de la Escuela de Magisterio de la Universidad de Columbia, en Nueva York. "No se trata de perdonar y olvidar. Lo que estamos intentando es reanudar las relaciones y ¨¦ste es un comienzo importante". Abdi, de 42 a?os, columnista de Salam, un diario de Teher¨¢n, est¨¢ de acuerdo: "El objetivo es contribuir a un mejor entendimiento y promover la normalizaci¨®n de las relaciones".
Es m¨¢s f¨¢cil decirlo que hacerlo. Los planes para una reuni¨®n en Londres se interrumpieron cuando las autoridades brit¨¢nicas rehusaron conceder un visado a Abdi. Tuvo que preparar el viaje en secreto por miedo a que los a¨²n poderosos conservadores iran¨ªes le detuviesen antes de salir hacia Francia. Ferviente partidario en el pasado del r¨¦gimen clerical, Abdi fue detenido en 1993 y pas¨® casi un a?o en la c¨¢rcel por haber criticado la resistencia de los cl¨¦rigos a la democracia.
Mientras que Abdi est¨¢ dispuesto a darle la mano, Rosen es reacio a comprometerse hasta que no llegue el momento. Espera, sin embargo, que la reuni¨®n ayude "a cerrar el c¨ªrculo, a cerrar aquellos 444 d¨ªas". Eso volver¨ªa a acercarle a un pa¨ªs que amaba, y que a¨²n ama pese a su experiencia. Viaj¨® por primera vez a Ir¨¢n en 1967. Tres a?os m¨¢s tarde comenz¨® sus estudios universitarios de cultura iran¨ª. Ya en 1978, en la c¨²spide de la revoluci¨®n que desbanc¨® al sha, ocup¨® el puesto de agregado de prensa en la Embajada de Estados Unidos en Teher¨¢n. Y all¨ª se encontraba el 4 de noviembre de 1979 cuando militantes barbudos tiraron abajo los muros del recinto y dieron inicio a los 15 meses de la crisis de los rehenes.
Entre esos militantes se encontraba Abdi. Hoy tiene su oficina a pocos metros de la embajada -ahora convertida en escuela de la Guardia Revolucionaria-, desde donde ofrece su visi¨®n del asalto. El objetivo de los estudiantes era forzar al Gobierno de Estados Unidos a que entregase al despose¨ªdo sha. Seg¨²n Abdi, tem¨ªan que el viaje del sha a Nueva York en 1979 para recibir cuidados m¨¦dicos formase en realidad parte de un plan urdido por Washington para devolverle al poder, como hab¨ªa ocurrido con el golpe de Estado de 1953, ingeniado por la CIA.
A las siete de la ma?ana del d¨ªa del asalto, Abdi se reuni¨® en secreto con otros 130 estudiantes que ¨¦l mismo hab¨ªa convocado en el vest¨ªbulo de la Universidad Polit¨¦cnica de Teher¨¢n, donde era l¨ªder de la Organizaci¨®n de Estudiantes Isl¨¢micos. Les explic¨® el plan, reparti¨® las tareas, y les dijo que se dirigiesen, uno por uno, a la embajada, donde se encontrar¨ªan con los j¨®venes reclutados en otras universidades. La misi¨®n de Abdi era hacerse con el control de la oficina de visas, mientras otros tomaban el edificio principal y la residencia del embajador. Seg¨²n Abdi, el dominio de s¨ª mismos mostrado por los guardias estadounidenses evit¨® un ba?o de sangre. En el caso de que hubiesen disparado y matado a alguno de los estudiantes, ¨¦l y otros l¨ªderes hab¨ªan planeado marcharse y dejar el recinto en manos de la rabia popular.
Abdi asegura que nunca vigil¨® a los rehenes y que no recuerda haber conocido personalmente a Rosen. Todav¨ªa justifica la toma de prisioneros como defensa ante un potencial golpe de Estado orquestado por EEUU, mantiene que el apoyo estadounidense a un dirigente d¨¦spota es en parte responsable de provocar a los estudiantes y tiende a minimizar el maltrato sufrido por los rehenes. Sin embargo, Abdi se hace eco de las palabras conciliadoras del presidente Jatam¨ª. "A nadie le gusta hacer da?o a otros", dice Abdi. "Los iran¨ªes lamentan lo que los secuestrados y sus familias tuvieron que pasar".
Rosen rechaza rotundamente la noci¨®n de que el fin de los estudiantes justificase sus medios: "Es muy peligroso cruzar esa l¨ªnea moral". Pero simpatiza con las quejas iran¨ªes sobre el apoyo de EEUU al r¨¦gimen represivo del sha. "Los estadounidenses tienen que enfrentarse a una cuesti¨®n moral y ¨¦tica", dice Rosen. "El sha sirvi¨® para mantener la estabilidad en la regi¨®n. Pero deber¨ªamos haber sido m¨¢s sensibles con lo que estaba ocurriendo all¨ª, las violaciones de los derechos humanos, etc¨¦tera".
Si hoy en Par¨ªs se escuchan este tipo de intercambios, el director de la conferencia, Eric Rouleau, juzgar¨¢ la reuni¨®n como un ¨¦xito. "Pensamos que este encuentro podr¨ªa contribuir a una mejor compresi¨®n", dice Rouleau, testigo de primera l¨ªnea de la crisis de los rehenes como corresponsal para el peri¨®dico franc¨¦s Le Monde. "Hay gente en ambos pa¨ªses que querr¨ªa pasar una p¨¢gina de la historia, una p¨¢gina que fue muy dolorosa". Rosen y Abdi pueden haber comenzado ya a escribir el siguiente cap¨ªtulo.
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