El pinsapo
Hay cosas que aunque se cuenten hasta el aburrimiento, parece que no pueden ser verdad. Que en la sierra de C¨¢diz exista una zona donde las lluvias de todo el a?o ganan en cantidad al resto de sus competidores peninsulares, incluida la ciudad de Santiago de Compostela, sorprende, pero es cierto. Y entre otros sitios, muy pocos, vive en Grazalema un ¨¢rbol muy especial, el pinsapo.El abeto de Andaluc¨ªa, genuinamente nuestro, es un escaso y bell¨ªsimo ejemplo de ¨¢rbol donde los intereses de los cient¨ªficos y de los dise?adores de jardines confluyen. S¨®lo o con la compa?¨ªa de quejigos y encinas, tambi¨¦n ¨¢rboles t¨ªpicos de la regi¨®n, salpica con su intenso y oscuro verde nuestros paisajes serranos. Ahora se le cuida con esmero y cari?o, cosa que no siempre ha pasado. Nosotros tambi¨¦n debemos hacerlo.La pi?a Salen las flores del pinsapo entre abril y mayo adornando algunas ramas, y ahora est¨¢n casi maduras del todo las pi?as que en breve se desmoronar¨¢n soltando su precioso tesoro, semillas para la conquista del suelo en el que sean capaces de establecerse y crecer. Su tama?o es considerable llegando hasta los 17 cent¨ªmetros. Ave rapaz Entre la densidad de la espesura de estos bosques, se siente el azor como el halc¨®n de los bosques. ?gil, r¨¢pido y veloz nos deleita con sus vuelos en busca de comida para seguir viviendo. La hoja Uno de los nombres comunes que recibe el pinsapo es el limpiatubos y todo ello por la culpa de unas hojas firmes y r¨ªgidas que son capaces de mantenerse en el ¨¢rbol casi 15 a?os, y que rodean su contorno. Las hojas se denominan aciculadas por su inconfundible forma de aguja.
Texto: Jos¨¦ Ram¨®n Gonz¨¢lez Pan Ilustraci¨®n: Bernardo Lara
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