Vestales
DE PASADAEcos de Adriano despidieron el mes de C¨¦sar, don Julio, y abrazan las calendas de Augusto. Es romano el verano, y m¨¢s en la tierra del Beni, nacido en la calle H¨¦rcules. Restos fenicios junto a la Caleta, ecos cartagineses en la Avenida Am¨ªlcar Barca que abanica a la Victoria iluminada. La alcaldesa firm¨® el armisticio con los sindicatos. La Tacita vuelve a ser de plata. La playa es un circo romano donde juegan al f¨²tbol, al voley, al beisbol caletero. Unos j¨®venes improvisan un pasacalles en zancos. La luna deja su estela como una l¨¢grima que cayera en el mar. Te¨®fila Mart¨ªnez, excelent¨ªsima chicuca, dej¨® que la Monta?a fuera a Mahoma. Anoche estuvo cortejada por un elenco de Vestales que dominaban todo el litoral. En Sanl¨²car de Barrameda, Remedios Amaya, rehabilitada tras la pasi¨®n turca de Eurovisi¨®n. En San Fernando, llegada del sitio de Gerona, el ambiguo testamento de M¨®nica Naranjo. Allende el coto, en la discoteca Surfasaurus de Matalasca?as, la tonadillera Pasi¨®n Vega y la marciana Paz Padilla. En pleno irmasorianismo ilustrado, ha muerto Octavio Paz. Viva Paz Padilla. Estas amazonas fueron las reinas de la noche, preludio de los jinetes que correr¨¢n por la arena de Sanl¨²car. En alg¨²n bar de C¨¢diz te clavan con bibliograf¨ªa. "530, si Pit¨¢goras no miente". "Si Pit¨¢goras era el de los catetos y la hipotenusa", alega el cliente. "Pero para saber de eso sabr¨ªa sumar", se defiende el tabernero. No est¨¢ esa l¨ªnea gaditana que va de Rancapino a Paco de Luc¨ªa en las ofertas de la agencia de viajes: U2 en Dubl¨ªn. Moy¨¢ en Melbourne. Ballet en Viena. Cats en Londres. F¨®rmula 1 en Malasia. Crivill¨¦ en Holanda. Los Miserables en Par¨ªs (ser¨¢ por el final del Tour)... Lo que sea. "Me da dos loquesea". Se van las Vestales a sus camerinos; les tomar¨¢n el relevo Ni?a Pastori (d¨ªa 7 en San Fernando) y Roc¨ªo Jurado (d¨ªa 15, teatro Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n, C¨¢diz). ?Pem¨¢n qu¨¦ dijo de ti? Cuatro aves sobrevuelan la playa de la Victoria. "Son cuatro flamencos perdidos", dice uno de los zanquilargos. Si Pulp¨®n levantara la cabeza. Se acaba la fiesta y de nuevo en Sevilla. Caracoles en Santa Cecilia, patrona de los m¨²sicos. Una joven interpreta una pieza de sorbos y regodeos, se relame con delectaci¨®n. En el mostrador, el paquete de tabaco, las gafas y el libro que le¨ªa en el parque. La l¨®gica del vampiro, de Adelaida Garc¨ªa Morales. Tiene su l¨®gica. El hombre es un vampiro para el caracol.
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