Las "togas de oro" o el precio de contratar a un abogado famoso
Son abogados muy distintos y distantes, en lo profesional y en lo personal, pero suelen estar en todos los procesos penales de trascendencia p¨²blica que se siguen en Barcelona. Dentro de la profesi¨®n y en los ¨¢mbitos judiciales, pocos dudan que si se quiere contar con los dedos de una mano a los mejores abogados penalistas de Barcelona es obligado citar los nombres de Francesc Jufresa, Emilio Zegr¨ª, Juan C¨®rdoba y Joan Piqu¨¦. Los cuatro forman parte del grupo de las llamadas togas de oro, pero recuerdan que han defendido y defienden a muchas personas sin cobrar. Sin embargo, la evidencia de que el tiempo es oro est¨¢ en las minutas que cobran a algunos clientes. Francesc Jufresa tiene 45 a?os y lleva 20 ejerciendo. Su mayor reto profesional le lleg¨® hace ahora dos a?os, cuando asumi¨® la defensa del financiero Javier de la Rosa, hasta aquel momento defendido por Piqu¨¦. Hasta entonces, o quiz¨¢ antes, ten¨ªa fama de ser un abogado progresista. ?l asegura que nada ha cambiado y que sigue, como siempre, en la ¨®rbita socialista. Por eso cree que es perfectamente compatible defender a ese peculiar cliente y firmar un manifiesto de apoyo a Pasqual Maragall. Defiende su actuaci¨®n reiterando el derecho a la presunci¨®n de inocencia y rechaza la condena social previa a la condena judicial. Otros clientes que ahora lleva el despacho son, por ejemplo, el alcalde de Tarragona, Joan Miquel Nadal, investigado por tr¨¢fico de influencias, y el actual presidente de Canarias, Manuel Hermoso, acusado de malversaci¨®n. Antes que ellos pasaron por el bufete destacados pol¨ªticos, como Merc¨¨ Sala, cuando era concejal del Ayuntamiento de Barcelona, y algunos empresarios, por causas muy diversas. Uno de ellos, por ejemplo, estuvo inculpado en el caso Filesa, un juicio en el que Jufresa comparti¨® los bancos de la defensa con Zegr¨ª y C¨®rdoba, que llevaban a otros clientes. En el despacho de Jufresa trabajan ocho letrados. Su brazo izquierdo es Olga Tubau, que ejerci¨® la defensa de Segundo Marey y que en ocasiones disiente de alguna decisi¨®n. El brazo derecho es Crist¨®bal Martell, un canario de 36 a?os que lleva 12 ejerciendo y que en tercero de carrera iba al despacho del jefe. Ambos suelen ir juntos a los juzgados, especialmente cuando se trata del caso De la Rosa. "Antes de asumir esa defensa lo estuvimos estudiando cuatro meses", explica Martell, en otro tiempo militante del Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC). El ¨¢ngel ca¨ªdo Juan Piqu¨¦ Vidal -lo habitual es que se le cite tambi¨¦n con el segundo apellido-, por el contrario, admite sin reparos que tiene grandes simpat¨ªas por Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU). Son conocidas sus estrechas relaciones con el Gobierno de la Generalitat. ?ltimamente se ha visto afectado por su inculpaci¨®n en el caso Estevill, que en febrero de 1997 le oblig¨® a pagar una fianza de 30 millones de pesetas para eludir la c¨¢rcel. En el despacho de Piqu¨¦ Vidal, que durante muchos a?os ha sido profesor de Derecho Procesal de la Universidad de Barcelona, trabajan 60 personas y ¨¦l afirma que fue el primer bufete multidisciplinario que se abri¨® en Barcelona: en ¨¦l se tocan todas las ramas del derecho. El despacho se fund¨® en 1961, cuando Piqu¨¦ Vidal ten¨ªa 28 a?os y todav¨ªa no compatibilizaba la abogac¨ªa con el accionariado de sociedades diversas, cargos de direcci¨®n y otras labores variopintas. "Ahora no lo volver¨ªa a hacer", afirma. Dice que no se siente un ¨¢ngel ca¨ªdo porque conf¨ªa en la justicia, pero admite que es muy duro haber defendido en su d¨ªa al presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, por el caso Banca Catalana y verse ahora en libertad bajo fianza. "Duro no: dur¨ªsimo; pero sigo pensando que el proceso penal es para algo", asegura, convencido de su inocencia y de que quedar¨¢ absuelto. ?Y si lo condenan y ha de ir a la c¨¢rcel?, se le pregunta. "La justicia se equivoca muy pocas veces y no creo que me pase a m¨ª", responde. Uno de los m¨¢s estrechos colaboradores de Piqu¨¦ en la rama del derecho penal es Miguel Capuz, que defendi¨® al empresario Josep Puigner¨®, entre otros muchos, y que en los ¨²ltimos a?os se ha especializado en derecho del medio ambiente. A la hora de explicar su fidelidad a Piqu¨¦, dif¨ªcil de entender para algunos, Capuz recuerda que tiene 39 a?os y que desde los 21 trabaja en ese despacho. "Este hombre me ha parido profesionalmente". Por eso asegura que no ha pensado en independizarse, y menos despu¨¦s de la inculpaci¨®n judicial del jefe Piqu¨¦. "Las cosas son como son", dice. ?Y los abogados? "Como los entrenadores, somos los m¨¢s f¨¢ciles de cambiar". El despacho de Emilio Zegr¨ª, de 46 a?os y 21 de ejercicio, est¨¢ formado por cinco letrados. ?l, su esposa (Mar¨ªa Eugenia de Olivar) y Javier Selva crearon el bufete hace m¨¢s de diez a?os, y en eso siguen. "Los tres tenemos la misma autoridad desde cualquier punto de vista", asegura Zegr¨ª. Eso hace su caso distinto de los otros tres relatados; adem¨¢s, no aceptan nada que no sea derecho penal. "En principio lo tenemos prohibido", sentencia Zegr¨ª, entre cuyos clientes actuales figuran el ex consejero de la Generalitat Juan Jos¨¦ Folchi, por el caso De la Rosa y el caso KIO, y la empresa Erkimia, acusada de delito ecol¨®gico. Mucho antes defendi¨® al tambi¨¦n ex consejero Josep Maria Cullell por el caso de las grabaciones telef¨®nicas, que qued¨® sobrese¨ªdo, y luego al cu?ado del pol¨ªtico convergente, que acab¨® condenado por la Audiencia de Barcelona por tr¨¢fico de influencias. As¨ª como algunos compa?eros manifiestan que tienen reparos en defender a presuntos traficantes de droga o violadores, en el despacho de Zegr¨ª se sigue otro criterio. "Los par¨¢metros de la defensa son cuestiones profesionales", dice Javier Selva. Para ¨¦l, los ¨²nicos l¨ªmites son verse capacitado para asumir el caso y, sobre todo, que el cliente no sea un amigo. "Nunca le podr¨ªa defender porque pondr¨ªa m¨¢s coraz¨®n que cerebro y confundir¨ªa el deseo con la realidad". En cuanto a Juan C¨®rdoba, de 62 a?os, su caso tambi¨¦n es singular porque empez¨® a ejercer a los 47. Uno de sus primeros trabajos fue precisamente la defensa de los implicados en el caso Banca Catalana. Luego vinieron toda clase de clientes conocidos, como el ex consejero Jordi Planasdemunt, por el fraude de los pagar¨¦s falsos, y el socialista Juan Ignacio Pujana, ex alcalde de L"Hospitalet. Antes de vestir la toga, fue catedr¨¢tico de Derecho Penal en varias universidades espa?olas, hasta que en 1965 gan¨® la c¨¢tedra de esta disciplina en la Universidad de Barcelona. Sigue en el mismo edificio donde empez¨®, no tiene socios y con ¨¦l trabajan cuatro colaboradores. Para ¨¦l, el derecho penal "es una labor muy artesanal". De ah¨ª su brevedad en los interrogatorios, a diferencia de la mayor¨ªa de los penalistas. C¨®rdoba considera que "s¨®lo hay que preguntar lo preciso y no otras cosas porque, si no, se pierde intensidad".
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