?ltimo aviso: Progresistas de Am¨¦rica Latina, un¨ªos
Un grupo de pol¨ªticos de centro y de izquierda prepara con discreci¨®n una alternativa al neoliberalismo en el continente
La historia de las ideas pol¨ªticas quiz¨¢ no lo registre nunca, pero todo empez¨® un d¨ªa de abril de 1995 en Cambridge, Estados Unidos. El anfitri¨®n, Roberto Mangabeira Unger, un brasile?o de 50 a?os que ense?a en Harvard, y su invitado, el profesor mexicano Jorge G.Casta?eda, pasearon por el jard¨ªn de la casa (hac¨ªa sol), discutieron apasionadamente en el interior, bebieron vino tinto (del bueno) y llegaron a una conclusi¨®n: desde los a?os posteriores a la II Segunda Guerra Mundial, cuando la izquierda latinoamericana s¨ª ten¨ªa un programa (que luego acab¨® en desastre, seg¨²n sus cr¨ªticos), el continente ha carecido de una alternativa progresista viable. Mal asunto, pensaron.Meses despu¨¦s, un tel¨¦fono son¨® en el despacho de Graciela Fern¨¢ndez Meijide en Buenos Aires. Fern¨¢ndez Meijide es una argentina de 66 a?os que arras¨® en las legislativas del a?o pasado al frente de una coalici¨®n progresista y cuyo triunfo la ha convertido en uno de los precandidatos de la izquierda para derrotar al peronismo conservador. El plan -descargar a la izquierda de viejos dogmas y dotarla de nuevas herramientas contra el neoliberalismo- le interes¨® desde el primer momento. "Yo ya conoc¨ªa a Jorge [Casta?eda], y me pareci¨® una buena idea".
Como ella, m¨¢s de una treintena de dirigentes pol¨ªticos de izquierda y de centro de todo el continente ya hab¨ªa recibido llamadas similares. Entre ellos, Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas, que el a?o pasado arrebat¨® la alcald¨ªa de la Ciudad de M¨¦xico al Partido Revolucionario Institucional (PRI); Ricardo Lagos, ministro socialista chileno hasta el viernes pasado, y que tambi¨¦n aspira a ganar las pr¨®ximas presidenciales de su pa¨ªs; o Luis Inacio Lula da Silva, el l¨ªder de la izquierda brasile?a, hoy mismo en campa?a electoral para desplazar del primer cargo del pa¨ªs a Fernando Henrique Cardoso. Otros fueron el salvadore?o Facundo Guardado, el gobernador mexicano Vicente Fox, los argentinos Rodolfo Terragno y Carlos Chacho ?lvarez, o el ex presidente brasile?o Itamar Franco.
La piedra de toque
Desde aquel fin de semana en Cambridge, Casta?eda y Mangabeira han reunido de forma discreta a la mayor¨ªa de ellos en M¨¦xico (dos veces), Chile, Costa Rica y Argentina: nunca se ha invitado a periodistas ni se han emitido comunicados de prensa.Pero el objetivo, creen ambos, se est¨¢ cumpliendo: sacar a la izquierda del bosque de los a?os sesenta y setenta (donde todos los caminos conduc¨ªan a la inflaci¨®n y a indeseables proteccionismos), sin caer en la trampa de una tercera v¨ªa, tipo Tony Blair (cuya trasposici¨®n al Amazonas parece ser Cardoso, de quien cuestionan casi toda su pol¨ªtica). Adem¨¢s, en los pr¨®ximos dos a?os dispondr¨¢n de una piedra de toque adecuada: hay convocadas elecciones en Argentina, El Salvador, Chile, Brasil y M¨¦xico.
Pero eso es ahora: hace dos a?os y medio todo resultaba mucho m¨¢s confuso. Poco despu¨¦s de recibir aquella primera llamada, Graciela Fern¨¢ndez Meijide se encontraba en un autom¨®vil rumbo a Ezeiza, el aeropuerto de Buenos Aires, desde donde tomar¨ªa un avi¨®n a M¨¦xico para asistir a su primera reuni¨®n. La miseria que se puede adivinar desde la carretera a Ezeiza (Fern¨¢ndez Meijide sostiene que en el interior del pa¨ªs es peor) ofrece un claro panorama del programa econ¨®mico del presidente argentino, Carlos Menem, y por extensi¨®n, del paradigma aplicado en el continente en la ¨²ltima d¨¦cada: crecimiento econ¨®mico con aumento de las desigualdades.
El n¨²mero de hogares argentinos por debajo de la l¨ªnea de pobreza, por ejemplo, pas¨® del 13% en 1993 a casi el 20% tres a?os despu¨¦s. Mientras tanto, el Gobierno conservador se dedicaba a recortar alegremente los impuestos: ese mismo a?o de 1993 recaud¨® el 20% de la econom¨ªa nacional. Tres a?os despu¨¦s, ya s¨®lo ingresaba el 16%.
Las cifras var¨ªan en el resto del continente (un tercio de cuya poblaci¨®n vive en la pobreza), pero el esquema es el mismo: "Las ¨¦lites latinoamericanas no quieren pagar impuestos", dice Casta?eda. "Y sin eso, cualquier otra reforma es cosm¨¦tica".
Casta?eda se refiere a todo el continente, pero su pa¨ªs es un buen ejemplo. En M¨¦xico no existe impuesto alguno al patrimonio ni a la herencia, y cualquier intento de introducirlo se topar¨ªa con la hostilidad de las grandes fortunas, "que lo ver¨ªan como un ataque al feudo familiar", seg¨²n una alta fuente del Gobierno mexicano. Ni se intenta, pues.
As¨ª que, desde el principio de las reuniones, recuerdan varios de los participantes, hubo una cosa clara: sin querer "regresar a las finanzas p¨²blicas inflacionarias de otras ¨¦pocas", es necesario que los Estados recauden al menos el 30% de la econom¨ªa nacional (PIB) en impuestos. Por debajo de ese l¨ªmite, aseguran, ning¨²n pa¨ªs ha logrado una estabilidad social que valga la pena.
"Se necesita un Estado fuerte, enriquecido mediante una reforma fiscal", explica por tel¨¦fono Roberto Mangabeira desde S?o Paulo. Son las ocho y media de la ma?ana en S?o Paulo y Mangabeira se dispone a zambullirse en la campa?a electoral de Ciro Gomes (un antiguo aliado de Cardoso, a quien ahora combate), lo que prueba que la acci¨®n pol¨ªtica directa no le asusta: "La academia es peor", dice. Mangabeira se r¨ªe cuando se le recuerda que todo eso de los impuestos suena bastante heterodoxo a o¨ªdos, digamos, del Banco Mundial o del Fondo Monetario Internacional (FMI).
"La ortodoxia no funciona", ironiza. "A los que se portan bien, M¨¦xico, digamos, o Rusia, les va mal. La obediencia cuesta caro. La rebeli¨®n da resultado".
Pero tras este acuerdo inicial, surgieron las primeras discrepancias. Y fuertes. ?C¨®mo y con qu¨¦ impuestos recaudar lo que hace falta recaudar? Rompiendo con un viejo dogma de la izquierda tradicional, el c¨®nclave apost¨® por los impuestos indirectos (por ejemplo al consumo, como el IVA) m¨¢s que por los directos (renta), a pesar de que se considera que estos ¨²ltimos son m¨¢s progresistas.
Fue la primera ruptura con la ortodoxia cl¨¢sica de izquierda, un camino por el que tanto Mangabeira como Casta?eda quer¨ªan avanzar. Otros foros de la izquierda continental se hab¨ªan limitado a dejar las cosas igual de confusas que las recogieron. Esta vez ten¨ªa que ser diferente
Hubo discusi¨®n. "Mucha", reconoce Casta?eda. "No lo ven con mucho agrado todos". Pero tanto ¨¦l como Mangabeira defienden la decisi¨®n: "Es muy dif¨ªcil aumentar la recaudaci¨®n s¨®lo con la renta, y de todas maneras, lo que importa no es hacer un homenaje a los principios, sino recaudar. La redistribuci¨®n se hace luego del lado del gasto". Poco a poco, el consenso se impuso.
Otros siguieron: aceptar las privatizaciones ("de todas formas, tampoco queda ya tanto por privatizar", reconoce Casta?eda); el libre mercado (pero "democratizado"), y reformar el presidencialismo.
Discutir y discurrir
"En cualquier caso", reconoce Mangabeira, "para la izquierda tradicional es muy dif¨ªcil adentrarse por ese camino". Las discusiones fueron vivas, los alborotos, espont¨¢neos: "A veces hay que hacernos callar", admite uno de los participantes. Otros, sin embargo, como Graciela Fern¨¢ndez Meijide, afirman que las sesiones transcurren de forma m¨¢s tranquila. "No se discute mucho", recuerda. "Se discurre".Calmadas o no, a¨²n quedaba alg¨²n sapo m¨¢s que desayunarse: EEUU. Otro de los integrantes de este c¨ªrculo, Adolfo Aguilar Z¨ªnser, un senador mexicano independiente, heterodoxo por naturaleza y con una fina percepci¨®n pol¨ªtica (su libro sobre la derrota de C¨¢rdenas en las presidenciales de 1994 es una aguda radiograf¨ªa de casi todos los males de la izquierda mexicana) plante¨® al grupo la necesidad de acercarse a Washington. "Me pareci¨® muy importante", recuerda ahora Aguilar Z¨ªnser, "vincular todo este esfuerzo a la reflexi¨®n de los dem¨®cratas de EEUU". El senador mexicano considera que, para realizar una transformaci¨®n profunda de Am¨¦rica Latina, resulta imprescindible "el entendimiento estrat¨¦gico con un sector estadounidense".
Los contactos de Aguilar en Washington, fundamentalmente, se han canalizado a trav¨¦s de David Boniard, brazo derecho del l¨ªder de la minor¨ªa dem¨®crata en la C¨¢mara de Representantes, Richard Gephardt, ambos en el ala izquierda del Partido Dem¨®crata de Bill Clinton. De nuevo, el sanedr¨ªn de la izquierda latinoamericana contempl¨® el tema con aprensi¨®n. "Tienen la impresi¨®n de que esta necesidad de entendimiento con EEUU concierne m¨¢s a M¨¦xico que a ellos".
As¨ª, entre la necesidad apremiante y el est¨ªmulo de unos pocos, la izquierda latinoamericana se acerca al cambio de siglo con algo que se parece mucho a un programa renovado, sin por ello convertirse en una especie de neoliberalismo con rostro humano. "No queremos ser los humanizadores del programa de los otros", precisa Mangabeira. "Se trata de algo mucho m¨¢s ambicioso". La apuesta est¨¢ sobre la mesa.
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