FERIA DE AZPEITIA
Una elogiada corrida de 'victorinos'
En esta ¨²ltima corrida de la feria de Azpeitia, los toros de la ganader¨ªa de Victorino Mart¨ªn estuvieron por encima de los toreros.
A excepci¨®n del primero de la tarde, que era blando, y que por ello no se le pudo ver. El segundo pas¨® de ser un toro incierto, con acometidas tempestuosas y tendencia a quedarse con buen son. El tercero, por su parte, era un toro escurrido, un tanto andar¨ªn y de media arrancada; el astado sirvi¨®, pero no encontr¨® el torero adecuado.
El cuarto de la tarde era anovillado y blandito, mas no dejaba de embestir y embestir, repiti¨¦ndose una y otra vez, con mucha clase; el quinto impon¨ªa por los dos pitones que mostraba, pero result¨® llevar dentro muchos quilates y as¨ª lo dej¨® ver en su embestida; su pit¨®n izquierdo era un primor, de manera que, a medida que iba discurriendo la faena, su pit¨®n derecho fue mejorando, arrastrado por el otro. Fue ¨¦ste un gran toro, sin la menor duda, al mismo tiempo que el sexto de la tarde acab¨® embistiendo sin un mal derrote, como si quisiera hacerse famoso embistiendo.
Victorino / Mora, Oliva, Tato
Director: Mariano Ozores. Int¨¦rpretes: Jos¨¦ Luis Ozores, Antonio Ozores.
Toros de Victorino Mart¨ªn, desiguales de presentaci¨®n, 1¡ã flojo, resto embistieron, destacaron 5¡ã, 6¡ã y 4¡ã, por este orden
Emilio Oliva: tendida y ca¨ªda (oreja y aviso) antes de matar, tendida y contraria (vuelta). El Tato: cuatro pinchazos (aviso), estocada (silencio); estocada pel¨ªn ca¨ªda (oreja).
Juan Mora: estocada ca¨ªda (aplausos); sablazo y tendida (oreja)
Lleno.
Hay toros que parece que son lectores y escuchas de cr¨®nicas taurinas, pues se dir¨ªa que embisten para que los cronistas hablen de ellos. Algo de eso hab¨ªa en la persona de Victorino, quien llevaba viviendo tres d¨ªas en Azpeitia y en loor de multitudes. Y, a la salida de la corrida, estuvo m¨¢s solicitado que Mick Jagger en la puerta de una discoteca. Lo ve¨ªamos nadar en el Mar del Elogio, y no era para menos.
Por miniaturas
Juan Mora estuvo bien en su segundo toro. Como el animal ten¨ªa una embestida que se quedaba corta, pero que era muy franca, Juan Mora lo tore¨® de una forma que podr¨ªamos llamar a la miniatura, por as¨ª decirlo, que es tore¨¢ndolo con medios pases, pero muy ligados entre s¨ª. Todo en peque?o, aporcelanado y lucido.
El error de Emilio Oliva consisti¨® en pretender torear desde muy lejos a su segundo toro, que fue el quinto de la tarde, cuando lo acertado hubiera sido torearlo tal y como hizo Juan Mora Mora al cuarto de la corrida. Y es ah¨ª donde se equivoc¨® claramente.
Ra¨²l Gracia, El Tato, se pas¨® durante toda la tarde practicando el toreo a destajo. Es esa manera de torear que tienen la mayor¨ªa de los toreros en estos tiempos que ahora estamos viviendo en la lidia, que es algo parecido a tocar el ¨®rgano para que oigan el concierto medio centenar de sordos. Es la ley de la cantidad, que quiere imponerse a lo bestia sobre la ley de la calidad.
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