Gran tr¨ªo de actores

La historia de c¨®mo en 1895 el investigador franc¨¦s Pierre Curie se casa con la cient¨ªfica polaca Marie Sklodowska y unen sus esfuerzos para descubrir primero la radiactividad, y m¨¢s tarde el radio, un nuevo y peculiar metal, que les hace ganar en 1 903 el Premio Nobel, es origen de algunos relatos, novelas y pel¨ªculas.

La m¨¢s conocida de las pel¨ªculas es la producci¨®n norteamericana Madame Curie (1944), de Mervyn LeRoy, realizada a partir del libro de memorias de Eve Curie, la hija de los cient¨ªficos, protagonizada por la c¨¦lebre pareja formada por Greer Garson y Walter Pidgeon, que encierra muchos de los convencionalismos caracter¨ªsticos de las biograf¨ªas hechas en Hollywood.

La m¨¢s famosa de las obras de teatro es Les palmes de M. Schultz, de Jean-No?l Fenwick, estrenada en Francia a finales de los ochenta y que durante la d¨¦cada de los noventa no deja de cosechar ¨¦xitos hasta que en 1996 se convierte en una curiosa pel¨ªcula y en 1997 tambi¨¦n en una novela.

El m¨¢ximo atractivo de Los m¨¦ritos de madame Curie reside, tal como subraya su t¨ªtulo original Les palmes de M. Schultz, en convertir la historia del matrimonio Curie en un peculiar tri¨¢ngulo. Al introducir a Schultz, director de la Escuela de F¨ªsica y Qu¨ªmica, de Par¨ªs, en cuyo laboratorio llevan a cabo sus experimentos, como un elemento distanciador, con ciertos toques de humor, m¨¢s interesado en el presente, en conseguir un triunfo personal en la Academia, que en el futuro, la utilidad del trabajo de los Curie, tan cient¨ªfico como alejado de la realidad cotidiana.

Dirigida por Claude Pinoteau, un realizador poco prol¨ªfico, que s¨®lo ha dirigido 11 pel¨ªculas en 24 a?os, muy poco conocido en Espa?a y cuyo mayor triunfo es haber descubierto a una jovenc¨ªsima Sophie Marceau en La fiesta (1981), Los m¨¦ritos de madame Curie deja demasiado al descubierto sus or¨ªgenes teatrales, pero tambi¨¦n muestra la habilidad de su realizador para manejar a sus actores.

El mayor inter¨¦s de la pel¨ªcula reside en el estupendo trabajo de su terceto protagonista. Sobre todo el enfrentamiento entre una excelente Isabelle Huppert, con su perfecto acento polaco, como madame Curie, y un genial Philippe Noiret, que encarna a Schultz, frente al m¨¢s apagado Charles Berling, que revive a Pierre Curie. Todo ello a lo largo de una perfecta sucesi¨®n de escenas, la mayor¨ªa desarrolladas en el cada vez m¨¢s destartalado laboratorio donde trabajan.