Esc¨¦pticos y desorientados
"Despu¨¦s de lo que pas¨® en el 94, no nos creemos nada". Los propietarios de las zonas forestales afectadas por el incendio que arras¨® hace dos semanas 27.000 hect¨¢reas de las comarcas del Solson¨¨s y el Bages se muestran esc¨¦pticos ante el debate pol¨ªtico sobre la ruina de sus tierras y escuchan con desconfianza las promesas de ayudas millonarias. "Se han dado las mismas condiciones que en 1994 y las medidas no han servido para evitar un nuevo desastre", explica Josep Bertran, propietario de m¨¢s de 300 hect¨¢reas forestales del t¨¦rmino municipal de Pin¨®s (Solson¨¨s), ante la puerta de su mas¨ªa, Casa Prat. El punto de referencia de los payeses afectados hoy es el incendio que hace cuatro veranos asol¨® 70.000 hect¨¢reas en los bosques vecinos, cuyos propietarios a¨²n esperan cobrar parte de las ayudas prometidas. Lurdes Duocastella, propietaria de una finca similar a la de Bertran en Aguilar de Segarra (Bages), es m¨¢s contundente: "Nos enga?aron con el compromiso de que se dedicar¨ªan m¨¢s recursos para prevenci¨®n de incendios". Lurdes, ingeniera agr¨®noma, es una de las hijas de Josep Maria Duocastella, quien se recupera en el hospital barcelon¨¦s de Vall d"Hebron de las quemaduras de segundo grado que a punto estuvieron de costarle la vida. Bosques a precio de saldo Los propietarios forestales perjudicados este a?o miran de reojo las ayudas millonarias aprobadas en el Parlament mientras cavilan qu¨¦ hacer con lo que les queda. La prioridad es recoger pronto la madera de los ¨¢rboles calcinados, todav¨ªa humeantes, para malvenderla antes de que se pudra. Quemada pesa menos y es de menor calidad que la de los ¨¢rboles verdes. "Y habr¨¢ sobreoferta", asegura Bertran, de 58 a?os. Tambi¨¦n tendr¨¢n que contratar m¨¢s mano de obra para hacer acopio de lo que queda de los ¨¢rboles, o bien subcontratar¨¢n alguna empresa que tenga inter¨¦s en aprovechar la materia prima. El hijo de Josep Bertran, Xavier, de 28 a?os y pay¨¦s como su padre, reflexiona en voz alta: "?sta es la ¨²ltima tala de pino que har¨¦ en mi vida". "A lo mejor mis nietos podr¨¢n ver ¨¢rboles algo crecidos", augura ante la t¨ªmida mirada de su hija Anna, que con dos a?os se camufla tras su chupete rosa. Las familias Bertran y Duocastella intentan acostumbrarse a un paisaje m¨¢s propio del Lanzarote volc¨¢nico que de la Catalu?a verde. Les preocupa el futuro. Calculan que como m¨ªnimo deber¨¢n pasar 80 a?os para contar con una primera generaci¨®n de pinos y cerca de 200 para explotar diferentes remesas forestales, tal como hacen ahora. "Vivir de esto ser¨¢ imposible", se lamenta con ojos de resignaci¨®n Josep Bertran. Las alternativas para vivir del campo no son nada claras y hay que hacer muchos n¨²meros. Las zonas de bosque m¨¢s llano podr¨ªan destinarse a cultivos o a pastos para el ganado. Pero los payeses ya saben lo dif¨ªcil que es vivir de la agricultura y los animales suelen pastar en las comarcas del norte. "A lo mejor tendremos ganado propio", dice Lurdes. Todo son dudas. Por el momento los viejos no piensan abandonar el campo. Pero las nuevas generaciones han de asegurarse el futuro. La alternativa del agroturismo ha quedado tambi¨¦n tocada por la destrucci¨®n del paisaje. Turistas solidarios En Cal Biosca, la casa de los Duocastella, tienen alojada una familia de Matar¨® que "por solidaridad" no han renunciado a sus vacaciones en Sant Mateu de Bages. "Pero todas las dem¨¢s reservas que ten¨ªamos ya han quedado anuladas", afirma la hermana de Lurdes, Anna Duocastella, quien atiende a los turistas que recalan por la mas¨ªa. Para disimular lo indisimulable contar¨¢n con la subvenci¨®n de 1,2 millones de pesetas para ajardinar los alrededores de la mas¨ªa. Pin¨®s y Sant Mateu de Bages, al igual que otros municipios, est¨¢n totalmente controlados por Converg¨¨ncia i Uni¨®. Los payeses, votantes de CiU, han seguido con escepticismo el enfrentamiento pol¨ªtico del Parlament. "Los pol¨ªticos han de dar prioridad al mundo rural. Si no, seremos una especie en extinci¨®n", dicen en las mas¨ªas, donde dicen no confiar ni en los que mandan ni en cualquier otro partido pol¨ªtico. Ramon Borr¨¤s, un pay¨¦s jubilado que ahora regenta el bar del hostal de Pin¨®s, justo en el centro geogr¨¢fico de Catalu?a, comenta con amarga iron¨ªa: "Antes ven¨ªan parejas que se met¨ªan entre los ¨¢rboles. Ahora ya no podr¨¢n". Borr¨¤s habla con orgullo del hostal, un antiguo convento de monjas del a?o 534, que, asegura, es el m¨¢s antiguo de Espa?a. Hace a?os que no funciona. Alguien ha colgado en la entrada un poema titulado Plany per un pa¨ªs cremat. Borr¨¤s no llora. S¨®lo recibe a los muchos curiosos que estos d¨ªas se acercan para ver en directo las tierras calcinadas que ya han visto por televisi¨®n. Borr¨¤s sabe que dentro de unas semanas nadie se acordar¨¢ de ellos.
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