Donnay, "not deat"
Afortunadamente, los tiempos siguen cambiando y en el caser¨ªo donde viera su primera luz el m¨²sico Jes¨²s Guridi, adem¨¢s de la habanera La Paloma de Sebasti¨¢n Iradier y el Celed¨®n de Mariano San Miguel -guipuzcoano al igual que J. M. Gonz¨¢lez Bastida, autor de la biribilketa Ya vienen los blusas- tambi¨¦n se puede disfrutar con una mulata flaca de Jarabe de Palo o con los catalanes Trimel¨®n de Naranjus. Algo parecido intuy¨® don P¨ªo Baroja quien -ante su sorpresa- tuvo ocasi¨®n de escuchar La Internacional mientras almorzaba en un concurrido y respetable restaurante vitoriano. Era el d¨ªa 14 de abril, del lejano 1935. Por la ¨¦poca en que el escritor donostiarra se documentaba para su novela El cura de Monle¨®n, un trabajador de la madera y ex-mlitante libertario llamado Alfredo Donnay continuaba dando rienda suelta a su labor como compositor de canciones y poemas. Ninguna de sus creaciones consigui¨® un disco de platino ni fue presentada en Eurovisi¨®n, pero muchos hemos tarareado los estribillos m¨¢s conocidos. Ahora -cuando se vive espl¨¦ndido momento para el atletismo y el baloncesto local- vuelve a sonar aquel himno del bravo equipo albiazul que resurge "potente otra vez/ recordando la gloria/ de aquel gran Deportivo Alav¨¦s..." Eran j¨®venes Manu Leguineche y Antonio Mu?oz Molina, entre otros innumerables quintos despu¨¦s m¨¢s o menos ilustres, cuando tuvieron la pesada obligaci¨®n de hacer el servicio militar en la capital alavesa; pero al parecer no se dejaron contaminar por aquellas estrofas que supuraban ardor guerrero... y s¨ª de escuchar estimulantes y mestizas m¨²sicas. Seguro que en aquellas meriendas a base de bocatas de tortilla y urtains rebosantes de patatas de la Llanada, escucharon alguna canci¨®n creada por don Alfredo... que, como los bardos y juglares de siempre, sirven para ocasiones muy diversas. Bien sea en cuchipandas familiares o de sociedad, en una excursi¨®n colegial... Lo cierto es que como tantos otros, quien hab¨ªa sido terror de patronos intransigentes y espanto de los devotos de Frascuelo y de Mar¨ªa, quien junto con compa?eros de la misma cuerda hab¨ªa contribuido a asustar a tan altiva y buena sociedad vitoriana, desaparec¨ªa del escenario de la lucha social y se refugiaba hasta el fin de su vida en sencillas cadencias y melod¨ªas. Ingenuo, y nacido para la libertad, aunque entra?able cancionero, donde se habla de viejos molinos, lindas avecillas que evocan alma de mujer, barrios alegres y castizos, pescadores que iban al r¨ªo Zadorra o animosos y bellas monta?eras... A m¨¢s de uno le dar¨ªa terrible pasmo si supiese que el autor de aquellas populares melod¨ªas que continuan cerrando largas serenatas, podr¨ªa haber sido el mism¨ªsimo maestro que compuso A las barricadas. Sin embargo, Donnay G¨®mez decidi¨® que lo suyo no era pasar a la historia como ejemplo de cincel y maza "de la rabia y de la idea". ?l quiso ser, simplemente, estrella de la canci¨®n. Quiz¨¢ resulte m¨¢s armonioso, estimulante y pegadizo, eso de "blancas como palomas" que lo de "...fam¨¦lica legi¨®n" u otros cantos b¨¦licos cada d¨ªa menos en boga.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.