No hay noticia
El asfalto de Madrid no mancha hasta que no roza la carne, el pelo, la ropa. Luego deja rasponazos sucios en los brazos, en la cara, en la cintura y en el pantal¨®n vaquero. Una mujer maltratada no es noticia, aunque est¨¦ tirada en el asfalto, sucia de alquitr¨¢n y polvo. No es noticia hasta que no se le noten los golpes, hasta que la sangre no le cubra la cara o los moratones no dejen su huella c¨¢rdena en la piel blanca y abierta.Una mujer estuvo ayer tendida en mitad de una calle de Madrid, ausente y dolorida. La gente se arremolinaba en torno a ella. Todos quer¨ªan ayudar y todos se estorbaban entre explicaciones, ¨®rdenes, instrucciones in¨²tiles. Era joven. Ten¨ªa los ojos cerrados y respiraba con esfuerzo. Sus brazos, su pelo, sus mejillas, sus manos se hab¨ªan manchado del negro del asfalto.
Entonces es cuando se descubre que la calle es negra y sucia y que mancha. Un hombre la hab¨ªa golpeado -patadas, pu?e-tazos- hasta dejarla tirada sobre el asfalto de la calle del Humilladero. No ten¨ªa se?al alguna de la agresi¨®n, pero todos lo hab¨ªan visto. Vieron c¨®mo el hombre le pegaba en los ri?ones, c¨®mo la hab¨ªa tirado al suelo a patadas y c¨®mo ella, al fin, se hab¨ªa desmadejado como una mu?eca de trapo.
Dec¨ªan que era su marido, su compa?ero -"un hijo de puta es lo que es"- y nadie sab¨ªa qu¨¦ hacer con aquel cuerpo, si moverlo, si dejarlo quieto. Los coches la esquivaban y los vecinos daban aire a la muchacha con cartones, le desabrochaban el pantal¨®n vaquero, maldec¨ªan al hombre que, corriendo, hab¨ªa escapado tras dejar patente su poder sobre un cuerpo casi adolescente.
Un ni?o -"es su hijo", dec¨ªan- que no levantaba un palmo miraba asustado desde la tienda de al lado. Y todos sent¨ªan compasi¨®n, quer¨ªan acariciarle, se escandalizaban de que "delante de la criatura" hubiera ocurrido todo.
No fue noticia ayer. Ocurren tantas cosas en Madrid... Fr¨ªos y profesionales, llegaron polic¨ªas y enfermeros. Alguien les advert¨ªa de que tuvieran cuidado, que la mujer pod¨ªa tener una costilla rota. La pusieron en pie. Ella apenas abr¨ªa los ojos. Apenas se quejaba. S¨®lo suspiraba. S¨®lo mov¨ªa sus manos como palomas rotas, acariciando, in¨²til, su cuerpo dolorido.
Pero no hab¨ªa sangre. No hab¨ªa historia. Tal vez ma?ana. Tal vez, si decid¨ªa denunciar la agresi¨®n, fuera noticia. Peque?a, cuatro l¨ªneas. Pero cuando se pregunt¨® en la Redacci¨®n, entre la mara?a de teletipos, de fiestas y pregones, de atascos y de obras, alguien dijo que sobre el caso no hab¨ªa nada.
Lesiones leves que no son noticia. La mujer golpeada, manchada de alquitr¨¢n y polvo no era noticia.
Tal vez ma?ana mear¨¢ sangre. O sentir¨¢ un dolor en el pecho. Pero ¨¦sa es otra historia que tapa siempre otra historia.
Tal vez ma?ana; cuando al hombre se le fuera la mano y dejara un cuerpo sin vida sobre el asfalto negro. Tal vez entonces merecer¨ªa un titular. A dos columnas.
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