El deporte de ¨¦lite no es bueno para la salud
La batalla contra el dopaje va m¨¢s all¨¢ de sus l¨ªmites. M¨¦dicos y deportistas admiten lo insano de la alta competici¨®n
El gran esc¨¢ndalo del Tour ha abierto nuevamente el debate que c¨ªclicamente sacude al deporte y a la sociedad. El dopaje, tan viejo como el hombre, es un camino complejo, con una carga tan grande de hipocres¨ªa e intereses, cuya soluci¨®n es dif¨ªcil que se produzca jam¨¢s. Resulta casi una utop¨ªa pensar que en un mundo cada vez m¨¢s competitivo, pendiente de las haza?as y el asombro como puntos de venta fundamentales, se pida el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa sin tener que pagar peajes. Y es muy hip¨®crita una sociedad que en el gran circo montado echa la culpa s¨®lo a los artistas o a sus mentores. El deporte de ¨¦lite es un negocio inmenso, te¨®ricamente puro en su origen, pero insano, como reconocen m¨¦dicos y deportistas, al llegar a los l¨ªmites del citius, altius, fortius, m¨¢s lejos, m¨¢s alto, m¨¢s fuerte. Un gran tinglado en el que no s¨®lo est¨¢n implicados los propios practicantes, sino tambi¨¦n los directivos, las marcas comerciales y el p¨²blico que demanda el espect¨¢culo. Todos son culpables en una historia interminable. Los ciclistas ya han reconocido que se dopan, lo que era un secreto a voces y raramente dicho. S¨®lo el ya fallecido Jos¨¦ Manuel Fuente, el Tarangu, tuvo la valent¨ªa de comentarlo abiertamente en 1993: "Nos pinch¨¢bamos nosotros mismos", lleg¨® a decir. El propio Alexandre de Merode, presidente de la Comisi¨®n M¨¦dica del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional, acaba de reconocer lo que ya se ha dicho tantas veces: "El dopaje nunca se suprimir¨¢ del todo, porque hacer trampas es consustancial con el hombre, pero la misi¨®n de los organismos directivos del deporte es tratar de disminuirlo al m¨¢ximo".El debate, entonces, parece obligado ampliarlo por encima de unos l¨ªmites de dopaje que siempre acabar¨¢n siendo difusos. Aunque se consiga una unificaci¨®n de criterios que ha sido imposible durante a?os en los distintos deportes, el problema ir¨¢ siempre m¨¢s all¨¢. No ser¨¢ s¨®lo qu¨¦ lista de productos o cantidades deben prohibirse. Dif¨ªcilmente se podr¨¢n definir, incluso, cu¨¢les son nocivos para la salud. Es posible que a largo plazo nadie lo pueda garantizar. Si el aceite de oliva era malo antes y ahora es bueno para el colesterol, o el vino con moderaci¨®n ha pasado a ser recomendable para el coraz¨®n, y el az¨²car vuelve a ser mejor que una sacarina panacea antes y quiz¨¢s cancer¨ªgena ahora, la multitud de ayudas permitidas actualmente para recuperar los enormes esfuerzos del organismo en la ¨¦lite, podr¨ªan tener efectos secundarios indeseados en el futuro. Es larga ya la lista de afectados con c¨¢nceres o infertilidad por el abuso de anabolizantes, o de muertos por el exceso de EPO. S¨®lo el control en la dosis ha frenado lo que antes casi era causa efecto. Pero a largo plazo es una inc¨®gnita. Los propios deportistas admiten que les pasar¨¢ factura. Incluso en un art¨ªculo publicado el pasado mi¨¦rcoles en el peri¨®dico Liberation, se daba el dato de que el 20% de los pacientes del centro franc¨¦s Monte Cristo, heroin¨®manos tratados con metadona, son antiguos grandes deportistas. Se puede recordar el caso del ciclista Roger Rivi¨¦re, ex plusmarquista mundial de la hora, que tras una ca¨ªda que frustr¨® su carrera acab¨® dependiendo de las drogas completamente. Otro juguete roto fue el ex campe¨®n mundial espa?ol de esqu¨ª na¨²tico, y tambi¨¦n motociclista, V¨ªctor Palomo.
El presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de Medicina Deportiva, doctor Juan Jos¨¦ Gonz¨¢lez Iturri, ha declarado: "El deporte de alto rendimiento no est¨¢ a favor de la salud, ni mucho menos. Tenemos que hacer un examen de conciencia general de qu¨¦ es lo que queremos del deporte, porque a lo mejor lo que queremos es que se convierta en un circo romano. Si no se reduce el nivel de exigencia y la dureza de algunas disciplinas, como el ciclismo y el atletismo, van a destruir el deporte. No podemos rasgarnos las vestiduras, como ha pasado en el Tour, sin darse cuenta que a veces el dopaje es la ¨²nica forma de aguantar. Antes, lo importante era participar y ahora s¨®lo vale ganar. Todos somos culpables de esta situaci¨®n, pues tanto el p¨²blico como los pol¨ªticos y los propios deportistas exigen grandes resultados".
La clave, pues, est¨¢ en las exigencias del deporte de ¨¦lite. Por eso han quedado im¨¢genes para la historia como las de la atleta suiza Gabriele Andersen, deshidratada, haciendo una ¨²ltima vuelta dram¨¢tica al estadio ol¨ªmpico de Los ?ngeles, en 1984. Tard¨®, dando tumbos, 5.44 minutos en 400 metros. O como las de los ciclistas tras una etapa de monta?a. Un an¨¢lisis en la misma meta Pasa a la p¨¢gina siguiente Viene de la p¨¢gina anterior les llevar¨ªa inmediatamente a ser ingresados en una Unidad de Cuidados Intensivos. A Tom Simpson, el primer fallecido famoso del ciclismo y del deporte, no le dio tiempo. Muri¨® en medio del Tour, de anfetaminas, esfuerzo y sol, en las laderas del Mont Ventoux el 14 de julio de 1967.
Mientras haya Tours con la dureza actual, etapas de 200 kil¨®metros y varias de ellas con monta?as brutales en apenas una veintena de d¨ªas; mientras haya premios y gloria para batir r¨¦cords en atletismo con explosiones de m¨²sculos y ritmos de locura; o se pidan flexibilidades y piruetas asombrosas a las gimnastas, por poner tres ejemplos de los deportes m¨¢s emblem¨¢ticos, el dopaje farmacol¨®gico o esclavista, existir¨¢.
Para el pr¨®ximo mes de enero est¨¢ convocada por el COI una conferencia internacional sobre el dopaje. A Juan Antonio Samaranch, el gran jefe del circo, se le critica cuando toma posturas, pero que es el ¨²nico que lleva a?os tratando de clarificar uno de los asuntos m¨¢s complicados que ha acompa?ado al deporte en toda su historia. Solucion¨® el del amateurismo, pero fue hasta calumniado. Y lo ¨²nico que hizo en su momento fue adaptar el deporte a los tiempos profesionales que corren. Los que le critican no pueden dar otra alternativa que la muerte del deporte espect¨¢culo. Es una opci¨®n, pero sin salida, como ocurre en tantas parcelas de la sociedad de consumo. La Uni¨®n Ciclista Internacional, empujada por las circunstancias y por el propio Tour, empieza ahora a tratar de unificar una casa en ruinas cuando su te¨®rico l¨ªder, el belga Heinz Verbruggen, estuvo asombrosamente desaparecido en todo el esc¨¢ndalo. Pero los corredores, escaldados, no van a hacer todo el caso que quisiera una patronal que los utiliza a cualquier precio para salvar el negocio.
"Yo conf¨ªo en mi m¨¦dico"
Samaranch ya dijo hace 10 a?os, cuando se produjo el gran esc¨¢ndalo del positivo del velocista canadiense Ben Johnson, y ha insistido continuamente en ello, que deber¨ªa definirse como dopaje todo lo que da?a a la salud. Ahora, s¨®lo lo ha repetido una vez m¨¢s, oportunamente. Y tambi¨¦n que la lista de prohibiciones es enorme y que lo que falta es definir lo que es dopaje y unificar criterios. Ocurre, sin embargo, que en el propio mundo del deporte la mano derecha no suele (o no quiere) saber lo que hace la izquierda. El ciclismo es un extra?o para el f¨²tbol o el f¨²tbol para el atletismo, o al rev¨¦s. Los deportes, grandes o peque?os, se suelen encastillar en sus poderes (especialmente si son los m¨¢s fuertes y pueden vivir sin dependencias) y los propios deportistas no conocen lo que les pasa a sus colegas. Ello se podr¨ªa extrapolar a los medios de comunicaci¨®n. Y no es s¨®lo un problema de olvido o ignorancia. Es de intereses e hipocres¨ªa. Cada uno opta por tomar los atajos que m¨¢s le conviene para mantener en candelero su reino particular. Mientras haya dinero, vanidad y gloria por el medio, siempre habr¨¢ alguien que rompa todas las barajas. El deportista de ¨¦lite, aunque no se dope, siempre dice lo mismo sobre lo que toma: "Yo conf¨ªo en mi m¨¦dico". Porque le interesa.
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