Arde la p¨®lvora sobre la bah¨ªa
Los fuegos artificiales consumen miles de kilos de explosivos cada noche de la semana de fiestas
El ruido que acompa?a la Semana Grande comienza con un ca?onazo y prosigue durante ocho noches con estruendos colosales y explosiones de luz en el cielo de la bah¨ªa. Bombas japonesas, colibr¨ªes, cohetes portugueses, gusanos, palmeras, guirnaldas y cascadas se trazan sobre La Concha mientras decenas de miles de espectadores -100.000, seg¨²n las estimaciones del Ayuntamiento- profieren exclamaciones admirativas, mayormente "oooh". Miles de kilos de p¨®lvora quemada en un acontecimiento que es el eje de la noche donostiarra, que renace de sus cenizas durante estos d¨ªas. Esta tradici¨®n donostiarra es una copia del concurso que se celebraba en Niza y que se incorpor¨® en 1964, de la misma forma que se import¨® de Cannes la idea del festival de cine, y de Antibes, el de jazz, tal y como recuerda Rafael Aguirre Franco, ex-director del Centro de Atracci¨®n y Turismo (CAT) durante 33 a?os. El poder¨ªo sonoro y luminoso del concurso de fuegos artificiales tiene el fundamento en unos preparativos muy complejos, pendientes siempre del detalle m¨¢s nimio para que las medidas de seguridad no dejen ning¨²n cabo suelto. La prudencia del CAT est¨¢ justificada por los polvorines que se montan cada d¨ªa. Una colecci¨®n mediana efect¨²a un promedio de 1.040 disparos en apenas 15 minutos. En el aire explotar¨¢n entre 100 y 150 kilos de p¨®lvora, pero para que los fuegos adquieran altura sobre la bah¨ªa se queman entre 700 y m¨¢s de 1.000 kilos de p¨®lvora en los propulsores. El Departamento de Interior exige que los espectadores se sit¨²en a una distancia m¨ªnima de 85 metros respecto a la zona de lanzamientos, pero el CAT ha delimitado una zona de seguridad que alcanza los 114 metros. El recuerdo de la tragedia ocurrida el 14 de agosto de 1985, cuando una carcasa explot¨® entre el p¨²blico, causando un muerto y decenas de heridos, sigue muy vivo. Competir para perder dinero El lanzamiento sincronizado de los cohetes se activa de forma manual desde una caja en la que los t¨¦cnicos de cada empresa encienden los dispositivos el¨¦ctricos que prenden las mechas. Kil¨®metros de cable cubren el suelo del ¨¢rea de lanzamiento. Los artesanos que fabrican estos artefactos pirot¨¦cnicos no han incorporado de momento la tecnolog¨ªa inform¨¢tica. Las ocho empresas seleccionadas este a?o por el CAT -Fantastic Fireworks (Gran Breta?a), Miguel Zamorano (Valencia), Progesti¨®n (Tarragona), Discomfa (Toledo), Martarello (Italia), Brunchu (Valencia), Foti"s (Australia) y Luso Pirotecnia (Portugal)- cobran un fijo de 2,5 millones de pesetas, si bien en algunos casos ni a¨²n ganando el concurso cubren los costes. El prestigio del certamen donostiarra parece explicar que algunos empresarios vengan a San Sebasti¨¢n a perder dinero. El ganador se llevar¨¢ un mill¨®n de pesetas; el segundo clasificado, 750.000; y el tercero, 500.000. Este a?o no participa la pirotecnia valenciana Caballer, que ha competido en San Sebasti¨¢n en 31 de las 34 ediciones celebradas y ha vencido en siete ocasiones. Su propietario, Ricardo Caballer, cuestion¨® el a?o pasado la "seriedad" del jurado. El tribunal que elige al vencedor est¨¢ formado este a?o por el concejal de Turismo, Josu Ruiz; el director de Keler, la empresa patrocinadora, Mario Boronat; el organizador del concurso pirot¨¦cnico de Montreal, Ives Relave; el exdirector del CAT, Rafael Aguirre Franco, el cineasta Rafael Trecu, los periodistas Miguel Vidaurre y Dominique Lajeneusse, la pintora Laura Est¨¦vez, y el representante comercial Enrique Erentxun. Cada noche eval¨²an la altura de los cohetes, la duraci¨®n de los efectos y la intensidad de la traca final. La empresa australiana Foti"s, formada por ocho miembros de una misma familia, es la que m¨¢s expectaci¨®n ha desperatdo de partida. Su colecci¨®n lleva casi tres semanas en Bilbao, adonde lleg¨® por v¨ªa mar¨ªtima. En San Sebasti¨¢n no hab¨ªa qui¨¦n pudiera custodiar el explosivo contenedor y una firma bilba¨ªna se prest¨® a guardarla hasta el s¨¢bado.Los problemas legales que genera el transporte de mercanc¨ªas tan peligrosas han provocado m¨¢s de un quebradero de cabeza a los responsables del CAT, aunque su director, Manu Narv¨¢ez, confirm¨® ayer que todas las colecciones est¨¢n ya disponibles. Cada d¨ªa, varias decenas de personas trabajar¨¢n no menos de doce horas en colocar los ca?ones y carcasas en las lanzaderas para que por la noche, una tonelada de p¨®lvora se queme en pocos minutos.
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