Hacia una nueva gesti¨®n de los flujos migratorios
Estrecho de Gibraltar, principios de junio: un barco de pasajeros clandestinos naufrag¨® en alta mar. Los 38 pasajeros perecieron ahogados. D¨ªas m¨¢s tarde, Italia: decenas de clandestinos tunecinos se rebelan en los campos de retenci¨®n donde se les aparca despu¨¦s de su detenci¨®n. Francia: centenares de inmigrantes intentan a diario pasar las fronteras. Grecia, Portugal, Alemania, Inglaterra, B¨¦lgica, ning¨²n pa¨ªs se escapa.Si se toma solamente el caso de Espa?a, unas 20.000 personas atraviesan anual e ilegalmente la frontera sur: la mitad es detenida, la otra mitad se desvanece, unos en el trabajo clandestino en Espa?a, otros hacia los destellos del norte de Europa... As¨ª, el escenario del que se habla desde hace muchos a?os se realiza d¨ªa a d¨ªa bajo nuestros ojos: un creciente y vasto movimiento de desplazamiento de poblaciones est¨¢ en marcha, demostrando de manera dram¨¢tica la interdependencia, para lo mejor y lo peor, de las sociedades del Norte y del Sur. Mejor dicho, se trata de procesos de interacci¨®n estructural entre las dos orillas del Mediterr¨¢neo.
Actor secundario de la globalizaci¨®n liberal, el Mediterr¨¢neo topa hoy en d¨ªa con sus efectos negativos. Neutralizaci¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas de apoyo a las poblaciones pobres, dualizaci¨®n social generada por las pol¨ªticas de ajuste estructural, repliegue del Estado y fortalecimiento de los poderes autoritarios, bloqueo de la integraci¨®n social; todos estos fen¨®menos a?adidos al paro, a la desruralizaci¨®n y al extraordinario crecimiento demogr¨¢fico, generan una situaci¨®n sociopol¨ªtica potencialmente explosiva en el sur del Mediterr¨¢neo. Los Estados, a menudo desprovistos de capacidad de reacci¨®n, est¨¢n paralizados ante esta situaci¨®n. Las capas m¨¢s din¨¢micas huyen abandonando sin arrepentimiento sus pa¨ªses de origen, atra¨ªdas por las ventajas del sistema democr¨¢tico y del Estado del bienestar. Prefieren vivir mejor en la pobreza en Europa que luchar contra ella en su pa¨ªs. Las mafias, aliadas a los grupos de poder m¨¢s corruptos, se encargan del resto; ofrecen el pasaje a cambio de una retribuci¨®n y favorecen un mercado negro de divisas semejante al de los traficantes de droga.
Frente a esta situaci¨®n, Europa parece impotente. Los acuerdos de Schoengen act¨²an como un cintur¨®n de seguridad cada d¨ªa m¨¢s fr¨¢gil, los servicios de polic¨ªa fronterizos no tienen ni los medios para detener estos desplazamientos ni, a menudo, la cultura para entender sus razones. Ahora bien, dos evidencias aparecen hoy con toda claridad:
1.Las migraciones van a continuar en los pr¨®ximos a?os. Van a producir efectos negativos sobre la integraci¨®n de los inmigrantes legalmente asentados, pues constituyen el crisol natural en que los ilegales se anclan.
2.Las fronteras no pueden estar abiertas a unos flujos que desestabilizar¨ªan estructuralmente las sociedades de acogida, pero al mismo tiempo el dr¨¢stico cierre de ¨¦sas no puede frenar estos flujos. El director de la Guardia Civil, Santiago L¨®pez Valdivielso, define esta contradicci¨®n con una l¨²cida franqueza: "Tenemos la obligaci¨®n de intentar impermeabilizar las fronteras, pero al mismo tiempo habr¨¢ que resolver mediante la puesta en pr¨¢ctica de medidas de toda ¨ªndole, pol¨ªticas, diplom¨¢ticas, econ¨®micas, pero no estrictamente policiales" (EL PA?S, 6 de agosto).
Dicho de otra manera, es imprescindible poner en marcha una nueva estrategia de gesti¨®n de los flujos migratorios. La primera debilidad de la situaci¨®n actual resulta de la sumisi¨®n de los flujos migratorios a los mecanismos arbitrarios del mercado, sin ning¨²n control social. Obedecen a la ley draconiana de la oferta y la demanda. Para ser insertados en los circuitos de demanda con un valor salarial d¨¦bil, estos flujos ilegales son instrumentados por las mafias del trabajo clandestino. Se sabe que en ciertos Estados de origen es necesaria la complicidad de sectores del poder para el ¨¦xito de estas fruct¨ªferas operaciones de traslado de materia humana. La segunda debilidad yace en la ausencia de conciencia de los Gobiernos implicados frente al trastorno hist¨®rico provocado por esos flujos en las relaciones entre Estados. La pol¨ªtica de cooperaci¨®n existente hoy d¨ªa en Europa, que no quiere ver la absoluta originalidad de esta interdependencia migratoria, se muestra como totalmente inadecuada. Toda nueva estrategia implica por tanto afrontar estas dos debilidades. Los flujos migratorios deben ser planteados en el n¨²cleo de las relaciones globales con los pa¨ªses de origen; deben constituir una dimensi¨®n esencial de la pol¨ªtica exterior (econ¨®mica y diplom¨¢tica) de los pa¨ªses de acogida. Los ejes de esta nueva estrategia son evidentes: hay que corresponsabilizar, contractualizar, codesarrollar.
Corresponsabilizar: los Estados de acogida deben entender que no pueden lavarse las manos frente a esta inmensa demanda migratoria procedente del Sur. Si no responden, ser¨¢n las mafias quienes lo har¨¢n en su lugar. En cambio, los Estados de origen deben asumir su responsabilidad ya que la inmigraci¨®n ilegal es, en primer lugar, su problema. Si los nativos se encontraran en una situaci¨®n de seguridad econ¨®mica en su pa¨ªs, no emigrar¨ªan. Por ello, los Estados de origen deben comprometerse con una estrategia de dominio de los flujos migratorios, contribuyendo a organizarlos, orientarlos y hacerlos m¨¢s productivos para su pa¨ªs. Es su inter¨¦s. Y es la ¨²nica manera de luchar eficazmente contra las redes mafiosas. Para decirlo sin ambig¨¹edades: m¨¢s vale que sean los Estados los que organicen los flujos migratorios que las mafias clandestinas. Contractualizar: hay que establecer con los pa¨ªses proveedores de flujos migratorios contratos de contingencia de los inmigrantes. Si no es posible evitar emigraciones ilegales, m¨¢s vale acoger legalmente contingentes de trabajadores debidamente controlados. Lo que funciona relativamente bien con los trabajadores temporales puede extenderse a otros sectores. Por ello es menester cartografiar el mercado de trabajo, identificar los sectores en los que la mano de obra extranjera es necesaria y flexibilizar la legislaci¨®n laboral para favorecer la empleabilidad. Es mejor legalizar estos espacios que permitir que parasiten el mercado legal de trabajo. Podr¨ªan proponerse a los pa¨ªses Pasa a la p¨¢gina siguiente Viene de la p¨¢gina anterior de origen contratos de mano de obra temporales, sin derecho de instalaci¨®n definitiva en el pa¨ªs de acogida, e invitar a trabajar en los pa¨ªses de acogida a contingentes de trabajadores, durante un periodo definido y con todos los derechos sociales correspondientes. Se podr¨ªa pensar en poner en marcha f¨®rmulas salariales parte de las cuales se pagar¨ªan en cajas de ahorro o bancos de los pa¨ªses de origen, para favorecer el retorno y contribuir a la estabilizaci¨®n de las poblaciones potencialmente migratorias. Rehusar la instalaci¨®n definitiva de estos inmigrantes no tiene nada que ver con el rechazo de la integraci¨®n: es la ¨²nica manera de organizar un turn-over de los flujos. En este contexto, cada inmigrante que no respete el contrato en su plazo quita un puesto de trabajo a uno de sus conciudadanos. La pol¨ªtica alemana de los contratos de trabajo se inspira en esta idea y funciona bastante bien.
Codesarrollar: es sabido que las transferencias financieras y de mercanc¨ªas de la inmigraci¨®n superan con creces en volumen la ayuda bilateral y multilateral a estos pa¨ªses. De hecho, con esas transferencias, la inmigraci¨®n contribuye al desarrollo del pa¨ªs de origen como contribuye al del pa¨ªs de acogida con su trabajo. Es la quintaesencia del codesarrollo. Debemos concienciar de este proyecto y orientarlo hacia fines socialmente emancipadores. As¨ª pueden proponerse cuatro grandes ejes de codesarrollo ligados a los flujos migratorios:
-Organizar la movilidad de tal manera que la circulaci¨®n entre el pa¨ªs de origen y de acogida est¨¦ condicionada por el retorno para las nuevas inmigraciones. Tenemos que admitir de una vez por todas que la pol¨ªtica de cierre de fronteras no significa la negaci¨®n del derecho de circulaci¨®n de las personas, lo cual es inalienable. En cambio, cuanto m¨¢s numerosas sean la circulaci¨®n y obtenci¨®n de permisos de residencia cortos y temporales, m¨¢s leg¨ªtimamente se puede rechazar la instalaci¨®n definitiva.
-Incitar a los inmigrantes legalmente asentados a convertirse en vectores de codesarrollo ayud¨¢ndoles a realizar -a t¨ªtulo individual o colectivo- proyectos de desarrollo en su pa¨ªs de origen. A menudo se trata de microproyectos: creaci¨®n de empresas, desarrollo de actividades comerciales de tipo familiar, construcci¨®n de escuelas, dispensarios, bibliotecas, electrificaci¨®n de pueblos... En Francia, las inmigraciones marroqu¨ªes y malienses son ya ejemplares en este sentido; si cuentan con ayuda, pueden abrir un campo de experimentaci¨®n extraordinariamente fruct¨ªfero para el codesarrollo.
-Crear un sistema de financiaci¨®n de estos microproyectos que permita a los inmigrantes superar las carencias de los bancos, sobre todo en el ?frica subsahariana, y orientar el ahorro del inmigrante, muy importante cuantitativamente, hacia inversiones productivas en su pa¨ªs.
-Proponer que la pol¨ªtica de cooperaci¨®n europea, tanto en el marco de la renegociaci¨®n actual de los acuerdos de Lom¨¦V como en el del programa Meda (Mediterr¨¢neo) y m¨¢s all¨¢ de la visi¨®n estrictamente policial e instrumental que la caracteriza, tome plenamente en cuenta las potencialidades de la inmigraci¨®n para el desarrollo de los pa¨ªses de origen.
Corresponsabilizar, contractualizar, codesarrollar, significa establecer una verdadera pol¨ªtica de partenariado con los pa¨ªses proveedores de flujos migratorios. As¨ª se evitar¨¢ que j¨®venes vidas cada verano sean tragadas por las olas del mar y que brazos j¨®venes deban elegir entre las esposas de la polic¨ªa y la explotaci¨®n salvaje por parte de los empleadores clandestinos.
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