La cueva m¨¢gica de Don Juan
A doce kil¨®metros de Jalance, siguiendo el curso del r¨ªo J¨²car, tras cruzar pinadas y campos de almendros, se accede al paraje m¨¢s visitado del t¨¦rmino municipal. En la Cueva de Don Juan se juntan la memoria del pasado prehist¨®rico y la fascinaci¨®n que siempre despierta en el ser humano penetrar en el interior de la tierra y descubrir la formas caprichosas que crea el agua milenaria. A menudo se asocian las entra?as de la tierra con el elemento fuego y, sin embargo, las cuevas con cursos de agua subterr¨¢nea ofrecen el reverso de ese sue?o de pesadillas. Su permanente temperatura suave, las caprichosas formas que configuran las estalactitas y estalagmitas en su lento crecimiento, el confortable silencio que ofrecen sus corredores remiten al visitante a un interior acogedor y protector. La carretera accesible para todo tipo de veh¨ªculos conduce hasta las cercan¨ªas de la cueva. Luego hay que ascender por un peque?o sendero entre pinos, hiedras y madro?os, hasta situarse en el balc¨®n de entrada desde donde la vista ofrece una panor¨¢mica espectacular de los ca?ones del J¨²car. Las excavaciones arqueol¨®gicas realizadas en la cueva permitieron concluir que hab¨ªa permanecido habitada durante el Mesol¨ªtico, es decir entre 8.000 y 6.000 a?os antes de Cristo, y posteriormente en la Edad del Bronce valenciano (entre 1.500 y 500 a?os antes de Cristo). Tras la expulsi¨®n de los moriscos en los comienzos del siglo XVII se la conoc¨ªa como la cueva de Charcoyos, palabra que alud¨ªa a la sucesi¨®n de charcos y hoyos que caracterizan los 400 metros de su recorrido. La primera expedici¨®n espeleol¨®gica data de 1959. El itinerario comienza por la llamada meseta de la luna, en alusi¨®n a la configuraci¨®n del suelo, desde donde se accede al gran sal¨®n con aspecto de catedral g¨®tica. El recorrido, que siempre cuenta con la colaboraci¨®n de un gu¨ªa municipal y una sugerente iluminaci¨®n, contin¨²a por el lago de los deseos, cuyo fondo est¨¢ cubierto por las monedas que esperan transformarse en realidad, y por el mirador de la meseta de la luna. Curioso que las evocaciones de los nombres de algunos recintos aludan a un espacio tan alejado y exterior como el paisaje lunar. El paseo subterr¨¢neo prosigue por la parte viva de la cueva, despu¨¦s de haber recorrido la parte muerta donde el agua ya no act¨²a. Aqu¨ª el olor a humedad es m¨¢s intenso. No pod¨ªan faltar las referencias al mundo de las tinieblas ya que en este tramo nos recibe la sima del infierno y la gruta del diablo, que nos conduce al llamado mirador del bacalao, llamado as¨ª por la forma que adquiere una figura suspendida del techo sobre un paisaje que remite a los hielos de la Ant¨¢rtida. La cueva de Don Juan permanece abierta todos los domingos por la ma?ana y en verano (de junio a septiembre) tambi¨¦n se abre los s¨¢bados y festivos entre semana. Los grupos organizados de m¨¢s de 40 personas pueden acceder cualquier d¨ªa del a?o avisando con antelaci¨®n al Ayuntamiento de Jalance. Finalizado el paseo y de nuevo en el exterior, a la luz del d¨ªa, el viajero confirma que los asentamientos geogr¨¢ficos elegidos por el hombre prehist¨®rico siguen teniendo hoy una fuerza tel¨²rica y un magnetismo considerables. En este caso la proximidad de las aguas fluviales, la abundancia de arbolado y especies animales y la seguridad y amplitud de la cueva son elementos suficientes para justificar la elecci¨®n. De hecho hay otras huellas prehist¨®ricas en este entorno. Hace poco m¨¢s de un a?o un ni?o de ocho a?os descubri¨® al otro lado del r¨ªo Cantab¨¢n, mientras exploraba con sus padres la sierra de Alcola, un abrigo con pinturas rupestres con una antig¨¹edad de 7.000 a?os antes de Cristo. La escena representa a un cazador con flechas y arco tras un ciervo herido, dibujado en un tama?o muy superior a la figura humana. Este abrigo de dos metros, colgado en la ladera de un barranco, se incorpor¨® as¨ª a los m¨¢s de 300 conjuntos de arte rupestre que pretenden ser declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.