Con Felipe Gonz¨¢lez en Le Mirage de T¨¢nger
Felipe Gonz¨¢lez se encontraba de vacaciones en un lugar de ensue?o, Le Mirage, un club agradable y discreto para unos pocos afortunados, situado a 14 kil¨®metros al sur de T¨¢nger, cuando se enter¨® de la dur¨ªsima sentencia dictada por el Tribunal Supremo en el juicio de los GAL. Le choc¨®, pero no le deprimi¨®. Es un luchador, un guerrero, un hombre de acci¨®n que sabe relativizar y que, sobre todo, no pierde la sangre fr¨ªa. Al d¨ªa siguiente, cogi¨® un avi¨®n hacia Madrid para renovar su inscripci¨®n en el Colegio de Abogados con la perspectiva de defender al exministro del Interior y a sus colaboradores, que han sido condenados y acaban de recurrir la sentencia. "No tienen pruebas", dice. Estuvo 24 horas fuera. A su vuelta se encontr¨® de nuevo con la vista excepcional que, sobre una playa infinita, ofrece Le Mirage. Est¨¢ all¨ª invitado por el rey Hassan II, a quien conoce bien y cuya inteligencia y valor aprecia.?Qu¨¦ hace Felipe Gonz¨¢lez en Le Mirage?: "Resulta divertido observar a cierta distancia lo que agita los medios pol¨ªticos espa?oles. No leo los peri¨®dicos, pero estoy suficientemente al corriente de lo que pasa. Recibo por fax el resumen de prensa y Carmen, mi mujer, ve la tele y me mantiene informado. Pero aqu¨ª, lo que me interesa es la naturaleza, todo lo que crece. Es apasionante salir a buscar plantas: soy un hombre de campo, me gusta meter las manos en la tierra".
Cuando no sale a pescar mar adentro, se ocupa de los ¨¢rboles. Le encanta la naturaleza, tiene mano para las plantas, hasta el punto de que no duda en escalar monta?as en busca de grupos de peque?as palmeras que arranca para transplantar a lugares m¨¢s adecuados. Ya ha transplantado al menos diez grupos de palmitos en los jardines de Le Mirage. Lo sabe todo sobre palmeras, olivos, encinas, cactus, cedros, y siente, como ¨¦l dice, "un gran placer al estar en contacto con la naturaleza: me emociona estar frente a un ¨¢rbol centenario. He querido descubrir la riqueza y la variedad de la naturaleza marroqu¨ª yendo todas las ma?anas al bosque de los alrededores. Es excepcional. He encontrado plantas y ¨¢rboles que no sab¨ªa que existieran en Marruecos. En el Atlas, por ejemplo, se encuentra la masa forestal de cedros atl¨¢nticos m¨¢s importante del mundo. Hay ejemplares ¨²nicos en el mundo de sabinas, un ¨¢rbol milenario gigantesco".
Este pol¨ªtico que, tras catorce a?os en el poder, ha conservado la cabeza fr¨ªa y el esp¨ªritu permanentemente abierto a otras culturas y civilizaciones, se define como un "pol¨ªtico diferente", es decir alguien que no hace pol¨ªtica como un bur¨®crata convencional, sino como un hombre de acci¨®n, comprometido con la mejora de la condici¨®n humana. No es exactamente un "duro" en pol¨ªtica, pero tampoco es un blando. Sabe tomar decisiones y saborea particularmente lo que ¨¦l llama "la autonom¨ªa de la decisi¨®n", o sea, esa libertad cargada de responsabilidad que busca el inter¨¦s nacional, la soberan¨ªa del derecho.
Su padre era un campesino que cuidaba vacas, pero que se sinti¨® atra¨ªdo por la ciudad. Felipe, por su parte, siempre ha amado el campo. "Siempre he so?ado con poseer un peque?o trozo de tierra. No lo he tenido. Cuando no tengo un trozo de tierra m¨ªo, me da la sensaci¨®n de no tener ra¨ªces. Tengo una relaci¨®n tel¨²rica con la tierra. En eso soy un verdadero andaluz. En Madrid, vivo en una casa con un peque?o jard¨ªn, pero no es el cortijo con el que sue?o. No tengo dinero para compr¨¢rmelo. No tengo ganas de hipotecar mi libertad. Mi sueldo me da para vivir decentemente, pero no tengo ahorros para comprar un terreno. Pero ello no me ha impedido mantener viva la pasi¨®n por la naturaleza. Todos mis viajes son una ocasi¨®n para visitar bosques, para descubrir las maravillas de la naturaleza. Me ha preocupado mucho el coto de Do?ana, en la provincia de Huelva, donde hay 80.000 hect¨¢reas protegidas. All¨ª es donde sol¨ªa pasar mis vacaciones de verano y de Navidad. Es la reserva de aves m¨¢s importante de Europa. Las aves de ?frica van a Do?ana en verano, y las de Europa del Norte van a pasar el invierno. Hay encinas de m¨¢s de 600 a?os, que se han venido abajo por los p¨¢jaros que anidaban en ellos. Su peso acab¨® por romper las ramas y las encinas est¨¢n muertas. En Espa?a, la gente respeta m¨¢s los animales que los ¨¢rboles".
All¨¢ donde va, Felipe Gonz¨¢lez ha cogido la costumbre de plantar un ¨¢rbol y de volverse con otro para Espa?a. De M¨¦xico se trajo un peque?o cipr¨¦s de Moctezuma (ahuehuete), que plant¨® en la Moncloa. Y de Marruecos, ?qu¨¦ va a llevarse? "Me gustar¨ªa llevarme un peque?o cedro y un grupo de palmitos". ?Ning¨²n cactus? ?Ni siquiera uno para Aznar? "?Si el cactus viera a Aznar, se morir¨ªa!".
Dice haber encontrado la calma en Le Mirage. "Es un sitio muy agradable, c¨®modo y discreto, no demasiado lujoso, con bella vista abierta. Podr¨ªa pasar aqu¨ª todas mis vacaciones de verano. En cuanto a Marruecos, creo que est¨¢ atravesando una etapa de transici¨®n interesante. Aqu¨ª, la modernidad puede fortalecer la identidad en el mejor sentido de la palabra". Sobre las relaciones entre Espa?a y Marruecos, espera que "progresen cada d¨ªa m¨¢s".
Su mujer, discreta, observa c¨®mo esta fuerza de la naturaleza desplaza ¨¢rboles. Interrumpe s¨®lo para pedirle que fume menos. Fuma dos paquetes de cigarrillos y cinco puros -regalo de su amigo Fidel Castro- al d¨ªa.
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