Acci¨®n humanitaria y responsabilidad internacional
Personas hambrientas van como fantasmas de la muerte por Sud¨¢n, campesinos que parecen de otro tiempo huyen hacia las monta?as en Kosovo, la guerra de nunca acabar recrudece en la frontera m¨®vil entre Congo y Ruanda, Angola vuelve a estallar, los talib¨¢n se imponen en Afganist¨¢n, la misi¨®n de la ONU se fue de Argelia apartando cad¨¢veres y la guerrilla colombiana recibe al nuevo presidente con una ofensiva.Las guerras perif¨¦ricas han vuelto este verano, pero las respuestas de la comunidad internacional son muy limitadas. Despu¨¦s de una d¨¦cada de experiencias no hay pol¨ªtica para prevenir y gestionar los conflictos y las crisis humanitarias. Las guerras y sus consecuencias -muerte, heridos, millones de refugiados que nadie quiere, destrucci¨®n de infraestructura, violaciones de derechos humanos, atraso para los pa¨ªses implicados- son parte constitutiva del sistema internacional. Pero al cabo de 10 a?os de pr¨¢ctica, las pol¨ªticas son insuficientes y hay una tendencia a reducir el compromiso de los Estados con capacidad de actuaci¨®n.
Desde fines de los a?os ochenta aumentaron las expectativas sobre qu¨¦ har¨ªa la comunidad internacional con las guerras y sus efectos. Se puso en cuesti¨®n el principio de no intervenci¨®n en los asuntos internos de los Estados cuando no proteg¨ªan o violaban los derechos humanos de sus s¨²bditos y fue agitado el derecho de injerencia humanitaria.
La ONU tendr¨ªa m¨¢s libertad de acci¨®n para cumplir con sus objetivos al no estar atada por la guerra fr¨ªa. El ex secretario general Butros Butros-Gali pidi¨® fondos, capacidad pol¨ªtica y tropas para intervenciones preventivas. Y creci¨® la demanda social en los pa¨ªses democr¨¢ticos en favor de que sus Gobiernos y el sistema multilateral protegieran y asistieran a las v¨ªctimas de genocidio y de emergencias complejas (guerra m¨¢s hambruna que produce desplazados combinadas a veces con cat¨¢strofe natural). Creci¨® el papel de las ONG humanitarias, y se convirtieron en un espejo comparativo para mostrar los alcances y l¨ªmites de lo que hacen el Estado y organizaciones como la ONU.
Las buenas palabras chocaron con la realidad. La comunidad internacional se hizo cargo de dos tipos de misiones: los procesos de paz (desarme, elecciones, reconstrucci¨®n del Estado) y las crisis humanitarias. En las primeras hubo resultados variados en Nicaragua, Camboya, El Salvador, Guatemala y Bosnia, entre otros sitios, y un fuerte fracaso en Angola. Pero en las crisis humanitarias entre 1991 y 1997 las cosas se complicaron: Somalia, Bosnia antes del acuerdo de Dayton, Hait¨ª, Liberia, Sierra Leona, los Grandes Lagos.
En estos casos hubo descoordinaci¨®n entre los mandos de la ONU o de las organizaciones regionales (OEA u OUA) y de las fuerzas internacionales, adem¨¢s de falta de definici¨®n de las misiones. En algunas no estaba claro si las fuerzas extranjeras iban a proteger a las v¨ªctimas de sus agresores o s¨®lo a entregarles comida y medicinas mientras eran asesinados; si pretend¨ªan desarmar a las partes en guerra o salvar a los extranjeros. La falta de formaci¨®n de muchas tropas y el deseo de los Gobiernos de enviarlas para legitimarse frente a sus ciudadanos y ante el mundo tampoco ayud¨®.
Debido a la falta de rumbo,cuando las fuerzas internacionales empezaron a tener bajas, las misiones a costar mucho dinero y Butros-Gali a pedir demasiado poder, comenz¨® el movimiento de retirada de efectivos y de voluntad pol¨ªtica. Estados Unidos lider¨® el reflujo, seguido por pa¨ªses de la Uni¨®n Europea (UE). De la acci¨®n humanitaria de car¨¢cter universal liderada por la ONU se est¨¢ pasando a intervenir cuando los intereses econ¨®micos o pol¨ªticos y de prestigio de los interventores est¨¢n en juego. Al mismo tiempo, la intervenci¨®n tiene que ser militarmente segura, acarrear el m¨ªnimo riesgo a las tropas extranjeras y estar dirigida por los Estados que participan.
El camino que va de un modelo a otro se ve en las limitaciones que pusieron a la ONU los miembros del Consejo de Seguridad para actuar en Bosnia y el activo papel de la OTAN para hacer efectivo el acuerdo de Dayton. Pero este modelo tiene problemas. Primero, el inter¨¦s de los Estados particulares queda por encima de la necesidad humanitaria. Miles de v¨ªctimas corren el peligro de ser abandonadas a su suerte si no est¨¢n en una zona geopol¨ªticamente importante. El riesgo de la protecci¨®n de una v¨ªctima africana o kosovar se calcula a partir del riesgo pol¨ªtico que corre el gobernante occidental que env¨ªa las tropas si le matan un soldado.
Segundo, despojada la ONU de su papel neutral por encima de los Estados, la acci¨®n diplom¨¢tica y la militar quedan sometidas a compromisos entre potencias, como ocurre ahora entre Estados Unidos, Europa y Rusia hacia la guerra en Kosovo, y se act¨²a con lentitud o no se act¨²a. En este caso, las v¨ªctimas est¨¢n en una zona clave, pero tampoco reciben protecci¨®n internacional.
Tercero, en vez de avanzar hacia una consolidaci¨®n del multilateralismo cooperativo -un "sistema constitucional de responsabilidad internacional", seg¨²n Brian Urquhart, ex subsecretario general de la ONU- se retorna al duro modelo de Estados nacionales que act¨²an guiados por sus intereses y el de sus aliados. La negativa de EEUU a apoyar el Tribunal Penal Internacional es un ejemplo de esta tendencia.
Las ONG pueden hacer parte del trabajo, pero las crisis humanitarias requieren que los Estados y las organizaciones multilaterales tengan respuestas que superen la concepci¨®n estrecha de la seguridad nacional. Como hace una d¨¦cada, hay que volver a plantear qu¨¦ es la acci¨®n humanitaria universal, y negociar un papel fuerte para la ONU.
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