Misterios gozosos
CUADERNO DE AGOSTOLa Costa del Sol no gana para sobresaltos. Ahora que el par¨®n de la Junta al Plan de Urbanismo de Gil promet¨ªa con devolver la paz y el sosiego al paisaje, Jesul¨ªn de Ubrique amenaza con montar un safari-park en Fuengirola. La industria tur¨ªstica es as¨ª de enigm¨¢tica. Nadie ha logrado explicar qu¨¦ misterioso motor mueve a las multitudes a meterse en embotellamientos y emigrar cada verano a las orillas de las playas para, finalmente, terminar en un aqua-park o visitando una exposici¨®n de guacamayos. Se suponen los porqu¨¦ de las atracciones tur¨ªsticas que tienen que ver con el frescor o el sexo, ya que hay mucha gente a la que los viajes despierta la l¨ªbido. As¨ª se comprende que en Marbella haya comenzado a funcionar este verano un restaurante que ofrece un espect¨¢culo de un erotismo suave y gimn¨¢stico. O que cada a?o aparezcan nuevos modelos de patines acu¨¢ticos: los de esta temporada llevan un tobog¨¢n en la popa y grandes ruedas, como el coche de los Picapiedra. O que haya acuarios que permitan a los visitantes sumergirse en tanques de agua salada para bucear entre rayas y lisas convirti¨¦ndose en versiones claustrof¨®bicas del comandante Cousteau. En cambio, lo que no resulta tan f¨¢cil de entender es que los veraneantes se pongan a hacer cola bajo la solanera, tan contentos, para ver unos cocodrilos o que vayan a visitar las fieras que Jesul¨ªn pretende hacer traer hasta Fuengirola. Y, sin embargo, lo hacen. Quiz¨¢ sea el calor, que afloja las entendederas y nos convierte en seres exc¨¦ntricos. Eso podr¨ªa explicar el enigma de que todos los turistas que vuelven de las islas Baleares regresen con una inmensa ensaimada bajo el brazo o por qu¨¦ a los veraneantes que acuden a mi pueblo les da por la caridad. En mi pueblo, el mes de agosto no tiene d¨ªas suficientes para acomodar tantas causas ben¨¦ficas como las que tienen que hacerse hueco en las treinta y una noches del calendario. No hay ni una dolencia sin noche de gala. S¨®lo son excluidas las de peor imagen, como las hemorroides o el chancro blando. En una de estas fiestas, reapareci¨® por fin Rappel. Los que lo vieron a¨²n est¨¢n asombrados, y eso que este hombre ya nos tiene inmunizados a base de sobredosis de mal gusto. El viernes por la noche, despu¨¦s de hacerse esperar, la entrada de Rappel en el verano fue deslumbrante. Una vez que se le ha visto dentro de un tanga estampado de piel de pantera parec¨ªa imposible alcanzar el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa. Sin embargo, lo logr¨® esa noche gracias a un blus¨®n de lentejuelas verdes tan deslumbrante que, a su lado, una estridente drag-queen parec¨ªa un timorato empleado de banca. Mientras, el verano insiste en esa pegajosa sensaci¨®n de d¨¦j¨¤-vu que confunde los sentidos. Todo es de reestreno en el mes de agosto. Las radios tratan de orde?ar la nostalgia emitiendo viejos ¨¦xitos veraniegos y los canales de televisi¨®n repiten las mejores bostas de su programaci¨®n de invierno. El calor, las noches de insomnio y tanto refrito terminan desequilibrando el sentido del tiempo. Para no perderlo, hay que terminar mirando la fecha del peri¨®dico del d¨ªa y comprobar que estamos en agosto de 1998 y quedan s¨®lo un par de a?os para que comience un nuevo milenio. En esa gran caja de sorpresas nost¨¢lgica que es la televisi¨®n municipal de Marbella aparecen -m¨¢s canosos y arrugados, eso s¨ª- personajes de la televisi¨®n que uno s¨®lo conoc¨ªa en blanco y negro. A todo color, detr¨¢s de un piano, asoma un hombre con gafas y media melenita que mira goloso a una azafata. Es un rostro de los tiempos de Mariano Medina y de Franco inaugurando pantanos, que la memoria, traicionera, se resiste a identificar. Son pesadillas de verano.
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