La tromba
Cobraba Joselito una estocada al primer toro cuando el aguacero que ya ca¨ªa sobre San Sebasti¨¢n se hizo tromba. Pies para que os quiero. La afici¨®n conspicua y el p¨²blico en general, todos a una, apretaron a correr, ?s¨¢lvese quien pueda!, para guarecerse donde Dios les diera a entender. Ocurri¨®, sin embargo, que no hab¨ªa d¨®nde; Dios no daba pistas. Los amplios vomitorios resultaban insuficientes para albergar aquella masa empapada y aterida, que se apelotonaba buscando por donde salir. Y era imposible. De las techumbres ca¨ªan goteras y casi daba igual estar a cubierto o a la intemperie. Los pasillos se hab¨ªan convertido en charcos y la gente intentaba librarlos cubri¨¦ndolos con las almohadillas. La explanada circundante a la plaza estaba hecha un lodazal donde conflu¨ªan la intensa lluvia y el agua que chorreaban los desmontes pr¨®ximos.
Ruiz / Joselito, Jesul¨ªn, Tom¨¢s
Un toro de Daniel Ruiz, sospechoso de pitones, mocho e inv¨¢lido. Joselito: estocada ca¨ªda y rueda de peones (ovaci¨®n). Jesul¨ªn de Ubrique y Jos¨¦ Tom¨¢s, que estaban anunciados, no llegaron a intervenir. La corrida se suspendi¨® despu¨¦s de arrastrado el primer toro a causa de una impresionante tormenta.Plaza de Illumbe, 15 de agosto. 5? corrida de feria. Cerca del lleno.
Suspendieron la funci¨®n y no hab¨ªa medios de transporte para llevar tanta gente al casco urbano. Illumbe queda lejos y los accesos desde San Sebasti¨¢n, a¨²n inconclusos, son insuficientes para el tr¨¢fico que genera un espect¨¢culo multitudinario, sobre todo en situaci¨®n de emergencia.
La tromba puso en evidencia la barbaridad que supone inaugurar una plaza de toros sin estar acabada. La autorizaci¨®n provisional que dio el Ayuntamiento para que se celebrara la feria fue una irresponsabilidad. Los grader¨ªos est¨¢n sin rematar, los pasillos son puro cemento, por fuera del coso se pisan gravilla y cascotes, y el p¨²blico -que es santo- estuvo soportando con paciencia las incomodidades. Pero eso era en d¨ªas de sol, pisando enjuto. Mas en cuanto vino la tormenta y romp¨ªo aguas ech¨¢ndolas en tromba, el coso de Illumbe se convirti¨® en una trampa.
Y, encima, no daban toros, que daban cabras. El inv¨¢lido que soltaron a Joselito sac¨® unos pitones talidom¨ªdicos. El diestro le peg¨® muchos derechazos y algunos naturales sin ligar ninguno. Y lo mat¨® pronto. Seguramente le habr¨ªan dado una oreja en tarde de sol. Mas no hab¨ªa nadie para pedirla. Para orejas estaba la gente, que hab¨ªa salido corriendo. ?Las mujeres y los ni?os primero!
Babelia
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