Por el cine Avenida
Sumo desde aqu¨ª mi firma a las que piden al Ayuntamiento que no acabe con la vida del cine Avenida de verano, ¨²ltimo que queda en Sevilla. Hacemos excepci¨®n del que la Diputaci¨®n Provincial ha instalado en su patio, en l¨ªnea con su pol¨ªtica cultural de restituir a Sevilla lo que la amnesia o el mal gobierno le quitan, ya sean las obras completas de Chaves Nogales y Cansino Assens o los cines de verano. Es doloroso tener que pedirle al Ayuntamiento, precisamente a ¨¦l, Casa Grande de todos los sevillanos, que no mate el ¨²ltimo testimonio de la que fue m¨¢s popular forma de adaptaci¨®n del cine a los ritmos de vida de la ciudad. Pero es que en nuestro Ayuntamiento est¨¢ presente el PA; y all¨ª donde ¨¦l est¨¢, Sevilla sale desfigurada y pintarrajeteada. Su pol¨ªtica en Urbanismo es, como ha dicho Rojas Marcos, "mantener en su dise?o las se?as de identidad andalucistas", lo que al parecer supone confundir restauraci¨®n con lifting, sustituir las joyas antiguas por moderna bisuter¨ªa, arrasar las huellas de la historia o de la vida para poner en su lugar reinterpretaciones caprichosas, cursiles y, para colmo, poco pr¨¢cticas. Desde le m¨¢ximo atentado contra la ciudad que son sus actuaciones en las plazas de la Virgen de los Reyes y del Triunfo, hasta la marea de los pavimentos grises (ejemplo de bisuter¨ªa que falsea las de Tarifa), todas las energ¨ªas municipales del PA se han volcado en la construcci¨®n de esta imagen d¨¦bil y falsa de Sevilla. La cuesti¨®n del cine Avenida de verano no es anecd¨®tica. Hubo cines de verano, primero instalados en los antiguos teatros de verano como el Portela o el Eslava, desde los mismos inicios del cinemat¨®grafo. Pronto se extendieron por toda la piel de la ciudad, adem¨¢s de concentrarse en los lugares tradicionales de esparcimiento veraniego: la Alameda, los Jardines de Murillo y lo que cruelmente llam¨® Galer¨ªn San Sebasti¨¢n (Prado de), en alusi¨®n al veraneo urbano de los pobres y al de los quiero y no puedo que ve¨ªan las pel¨ªculas desde coches cerrados para que las amistades no supieran que no veraneaban. La crisis del cine en los a?os setenta y la presi¨®n inmobiliaria fue acabando con ellos. Murieron al tiempo que nuestros cines hist¨®ricos, de los que s¨®lo queda vivo el Cervantes. ?Cuesti¨®n menor ¨¦sta, en una ciudad con tan grande casco hist¨®rico, con tanto y deteriorado patrimonio? No, si en vez de hacerlo desde una idea escenogr¨¢fica se piensa en la ciudad desde su realidad hist¨®rica y vital, armonizando uso y conservaci¨®n, crecimiento y preservaci¨®n no s¨®lo de las huellas hist¨®ricas, sino tambi¨¦n de las cotidiano-vivenciales. Por eso pedimos a este Ayuntamiento saturnal, devorador de sus hijos, que perdone e indulte al cine Avenida. No se movi¨® un dedo para salvar al San Fernando isabelino, al Llor¨¦ns neomud¨¦jar, al Coliseo regionalista o al Path¨¦ modernista. Nos quedamos as¨ª no s¨®lo sin piezas singulares de arquitectura y decoraci¨®n, sino sin nuestra memoria del espect¨¢culo teatral y cinematogr¨¢fico. Ahora el Ayuntamiento tiene la obligaci¨®n de dejar vivir al Avenida de verano, para gozo de los ciudadanos y conservaci¨®n de la historia cotidiana de la ciudad.
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