El Ej¨¦rcito serbio toma y exhibe el ¨²ltimo gran foco de resistencia de la guerrilla kosovar
El drama de la guerra est¨¢ resumido en los rostros de la veintena de ancianos atemorizados que descansan sobre colchones sucios en el suelo de un caf¨¦ semidestruido en Junik, ¨²ltimo gran basti¨®n de la guerrilla albanesa, conquistado ayer por el todopoderoso Ej¨¦rcito yugoslavo. El horror sufrido les impide hablar. Las mujeres apenas tienen fuerza para llorar. Cabizbajos, sucios, desamparados y olvidados por sus familiares, miran en silencio el desembarco pat¨¦tico de decenas de periodistas que han llegado desde la capital, Pristina, organizados por el Centro de Prensa serbio.
Todo ha sido preparado en Junik para una visita pulcra. Los ancianos que a¨²n son capaces de tenerse en pie toman el sol sentados en las mesitas del caf¨¦ junto a dos botellas de Coca-Cola, compradas para la ocasi¨®n. Algunos polic¨ªas hacen el parip¨¦ ante los fot¨®grafos que disparan sus c¨¢maras con ansiedad. No todos los d¨ªas hay tantas facilidades. Al lado, la polic¨ªa ha organizado un tenderete con las armas supuestamente confiscadas a los miembros de la milicia Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n de Kosovo (ELK). Ametralladoras pesadas, alg¨²n ca?¨®n sin retroceso, fusiles de asalto, munici¨®n de anticarros, sacos de dormir, medicinas. Las armas est¨¢n tan limpias y engrasadas que parecen preparadas para la revisi¨®n de un sargento chusquero.
Todo tiene sabor a safari fotogr¨¢fico, donde las v¨ªctimas son de nuevo seres humanos tratados como animales. Pero ni siquiera la pantomima puede ocultar la verdadera cara del drama.
Esos ancianos sobrevivientes dicen m¨¢s sobre la guerra que toda la parafernalia b¨¦lica. Muestran los rostros de siempre, como si la repetici¨®n del drama fuese parte de la tragedia balc¨¢nica. Sus caras sin afeitar, tocados con el plis (el gorro tradicional alban¨¦s) sus pantalones sucios y sin abotonar, sus miradas temerosas y perdidas provocan una profunda conmiseraci¨®n.
Los defensores de Junik eran j¨®venes sin instrucci¨®n, vestidos de forma desigual, armados con fusiles viejos y cuyo comandante era Lum? Hagjiu, de 40 a?os, amante de los poetas espa?oles de la generaci¨®n del 27. Hab¨ªa un cierto romanticismo entre sus integrantes.
Los datos demogr¨¢ficos dicen mucho sobre el conflicto: en el distrito de Decani, al que pertenece Junik, viv¨ªan 48.267 personas de la etnia albanesa frente a 188 serbios, seg¨²n el censo de 1991.
Posteriormente, las autoridades serbias iniciaron una pol¨ªtica de repoblaci¨®n con refugiados llegados de otras zonas tras la desmembraci¨®n de la antigua Yugoslavia. En una colina situada a un kil¨®metro de Junik viven en casas prefabricadas, desde 1991, centenares de civiles serbios expulsados de la regi¨®n de la Krajina croata.
La guerrilla estaba rodeada desde hace semanas. El Ej¨¦rcito yugoslavo ha utilizado armamento pesado para acabar con la resistencia en toda el ¨¢rea. Desde Pec se pod¨ªan ver el s¨¢bado helic¨®pteros artillados bombardeando varias aldeas.
Un convoy formado por 17 carros de combate, 15 blindados armados con ca?ones de 50 mil¨ªmetros y m¨¢s de 30 camiones abandonan el ¨¢rea de Junik. El encuentro con este impresionante convoy no estaba previsto en el gui¨®n preparado para los periodistas.
Un nuevo flujo de decenas de miles de desplazados se est¨¢ produciendo, tras la ca¨ªda en cadena de los focos de resistencia del ELK en la regi¨®n de Decani, al oeste de Kosovo y muy cerca de la frontera de Albania. La ofensiva yugoslava ha contribuido a agravar el problema de los desplazados. Al menos 230.000 personas, un 15% de la poblaci¨®n albanesa de Kosovo, han sido obligadas a abandonar sus hogares.
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