Ojo de halc¨®n en la piscina Los socorristas de los parques acu¨¢ticos est¨¢n al acecho de cualquier emergencia
Imag¨ªnese un trabajo consistente en sentarse horas y horas al sol, a la orilla de la piscina. Todos nadan tumultuosamente y se precipitan por toboganes enormes, gritando de miedo o de placer. Y usted all¨ª, como una estatua bronceada, con los ojos clavados en los ba?istas. Si tiene calor, no puede tirarse al agua. Si tiene sed o necesita ir al servicio, debe esperar a que le releven, porque bajo ning¨²n concepto puede dejar su puesto desatendido. Y si alguien le habla desde atr¨¢s, no puede volverse a mirarle, porque toda su atenci¨®n ha de dirigirse a los inconscientes que saltan y se empujan en la piscina. "La gente se piensa que es un trabajo muy bonito y que nos pasamos todo el rato ligando y poni¨¦ndonos morenas", dice muy seria Cristina Valdeiglesias, jefa de socorristas de Aquavelis, un parque acu¨¢tico situado en las cercan¨ªas de Torre del Mar, en el municipio de V¨¦lez-M¨¢laga. "Pero la responsabilidad es tremenda. Un domingo pueden juntarse aqu¨ª m¨¢s de 3.000 personas, entre ni?os, adultos y ancianos, y su seguridad depende enteramente de nosotros". Cristina tiene 23 a?os, estudia Educaci¨®n F¨ªsica, y, junto con su compa?era Silvia Mart¨ªn, que ya tiene el t¨ªtulo de auxiliar de enfermer¨ªa, aprovecha los meses de verano para ganar algo de dinero y experiencia laboral. Su jornada transcurre entre las 11.00 y las 19.00 horas, con una hora para comer, seis d¨ªas a la semana. Nunca libran los domingos. Por todo ello, reciben un sueldo de unas 72.000 pesetas al mes. "Es mucho mejor que trabajar en un supermercado", afirman a d¨²o. "Estamos al aire libre, no tenemos que madrugar demasiado, y adem¨¢s salimos de aqu¨ª con tiempo de ir a montar en bici y a ver a los amigos". El perfil t¨ªpico de los 23 trabajadores de este parque corresponde a j¨®venes de ambos sexos, aunque la balanza se inclina levemente a favor de las mujeres. Tienen entre 18 y 25 a?os y experiencia previa en materia de socorrismo terrestre y acu¨¢tico. Todos tienen aspecto de rebosar salud, lo cual no es de extra?ar, porque para incorporarse a su puesto est¨¢n obligados a superar varias pruebas: deben nadar 200 metros en menos de 4 minutos, avanzar 25 metros bajo el agua sin respirar y remolcar un peso considerable a lo largo de 150 metros. Su excelente estado f¨ªsico es una garant¨ªa de seguridad para los usuarios de las atracciones acu¨¢ticas. Pero sin organizaci¨®n, tanta resistencia les servir¨ªa de poco, de modo que cuentan con un sistema en el que todo est¨¢ previsto y ensayado. Los socorristas rotan de un puesto a otro cada hora, para evitar que la monoton¨ªa merme su capacidad de concentraci¨®n (y tambi¨¦n por equidad, porque algunos puestos resultan m¨¢s trabajosos y m¨¢s inc¨®modos que otros). Est¨¢n siempre coordinados entre s¨ª: Cristina y Silvia llevan un walkie-talkie permanentemente, y tambi¨¦n el socorrista que est¨¢ de turno en el Kamikaze, el tobog¨¢n m¨¢s alto, que hace a la vez funciones de atalaya, porque proporciona una panor¨¢mica completa del parque. Si algo sucediese, la se?al de alarma ser¨ªa un pitido largo y fuerte que los pondr¨ªa a todos en movimiento. Hasta ahora no se ha producido ninguna emergencia grave. "Lo normal son rozaduras, contusiones... como m¨¢ximo alg¨²n sustillo con un ni?o chico, pero nada m¨¢s", asegura Cristina. Pero aparte de los peligros del agua, est¨¢n los de tierra firme. Recomiendan a los usuarios que se protejan del sol y que beban abundantemente, para evitar que se deshidraten o sufran insolaciones. Y luego, las cuestiones disciplinarias. "A veces no te queda m¨¢s remedio que ponerte seria con una pandilla de muchachos que no respetan las reglas y crean situaciones de peligro, qued¨¢ndose dentro de los toboganes, por ejemplo, o lanz¨¢ndose al agua de cualquier manera, sin prestar atenci¨®n a las indicaciones de los monitores", cuenta Silvia. Si reinciden, se les proh¨ªbe utilizar las instalaciones. En cualquier caso, los socorristas insisten en darles explicaci¨®n de los riesgos que corren si no les hacen caso. Alguien baja por un tubo-tirabuz¨®n dando aullidos terror¨ªficos. Cristina sonr¨ªe y dice: "No te preocupes, que si grita es que no se est¨¢ ahogando".
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