Cena al fresco en la "bah¨ªa" de Usera
Los ¨²nicos paquebotes son unos peque?os barcos teledirigidos que algunos vecinos manejan los s¨¢bados y domingos. Tampoco hay gr¨²as portuarias, aunque s¨ª unas torretas el¨¦ctricas de parecido tama?o. La laguna artificial del parque de Pradolongo, junto al barrio de Orcasitas y al hospital Doce de Octubre, en Usera, es lo m¨¢s parecido a una bah¨ªa en el sur de Madrid. Cada tarde, cuando baja el calor, una parte del vecindario coge la bici y otra las playeras y se lanza a esta zona verde, que, con sus 72 hect¨¢reas, es la cuarta en extensi¨®n de la ciudad.
Carmen, una madre de familia numerosa de 36 a?os, es una de las habituales del parque. "Como este a?o no tenemos dinero para veranear, vengo cada tarde aqu¨ª con mis dos hijos peque?os para dar una vuelta y que respiren", afirma esta vecina de la Meseta de Orcasitas. "Los viernes y s¨¢bados traemos la cena y nos quedamos a la fresca hasta la madrugada; tambi¨¦n mis dos hijos mayores, de 18 y 19 a?os, vienen aqu¨ª con sus novias y amigos", explica esta mujer, que se cas¨® a la precoz edad de 14 a?os. Mientras recuerda los tiempos en los que la zona estaba llena de chabolas y casas bajas, entre ellas la suya, su hijo de 10 a?os remueve una bolsa en busca de masilla para pescar carpas.
"Lo de pescar es un decir", aclara la madre, "porque no coge ni media, pero al menos se entretiene". Aseguran que incluso hay quienes se remojan en las aguas del lago, una costumbre que no parece sanitariamente recomendable.
Gema y Ver¨®nica, dos amigas de 19 a?os de los barrios de Orcasitas y Almendrales, se dedican a hacer footing por el parque mientras sus dos hermanos, de 6 y 8 a?os, andan en bicicleta no muy lejos de su vigilancia.
"A veces tambi¨¦n vamos a la terracita que hay cerca del Doce de Octubre para tomar algo con nuestros amigos", asegura Gema, que trabaja en verano de limpiadora para ahorrar dinero y empezar en oto?o la carrera de Derecho. "El parque est¨¢ medio bien, es muy grande, pero me da a m¨ª que en estos barrios del sur el Ayuntamiento se gasta poco en regar, porque falta mucho verde", comenta Ver¨®nica, que corre y corre con idea de ingresar en el Ej¨¦rcito de Tierra. "Lo de ser soldado no es que me entusiasme, pero es un trabajo seguro", opina.
Hay grupos de personas que pasean y otras andan en bici por un circuito ideado para ese fin. Se nota que se trata de un parque de nuevo cu?o, inaugurado en esta d¨¦cada, porque a los ¨¢rboles les faltan lustros para dar una buena sombra.
Las zonas m¨¢s antiguas del parque, con ¨¢rboles m¨¢s frondosos, son las m¨¢s concurridas. Mar¨ªa, ?ngela y ?gueda, tres septuagenarias del barrio de Almendrales, se recorren cada tarde medio parque para sentarse en los bancos de una de las zonas m¨¢s verdes. "Es que si no te achicharras", explican estas tres jubiladas, que recurren a Pradolongo por falta de dinero para pasar m¨¢s lejos el verano. "Lo que no se entiende es que en medio del parque sigan en pie las torretas el¨¦ctricas", explica ?ngela, obsesionada con las conducciones de alto voltaje. "En Almendrales vivimos junto a estas torres, que nos est¨¢n machacando la salud, y venimos al parque y nos las volvemos a encontrar", a?ade. "Las dejaron ah¨ª porque estaban de antes y dijeron que costaba mucho quitarlas, pero seguro que en los barrios ricos del norte no permitir¨ªan algo as¨ª", concluyen.
Este parque fue una reivindicaci¨®n vecinal que se hizo esperar durante a?os. Ahora, con su monta?a artificial, conocida como la cuesta de la tortilla, su anfiteatro y su r¨ªa artificial es el pulm¨®n de este antiguo enclave chabolista convertido en un barrio obrero de vivienda social.
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