Mimetismo vasco
Por curioso y aun parad¨®jico que resulte, la vocaci¨®n mim¨¦tica del actual nacionalismo vasco, patente desde su alumbramiento, no cesa de manifestarse en cualquier oportunidad y con el menor pretexto, as¨ª sea una simple entrevista a su m¨¢ximo representante. Con su variopinto plagio de Union Jack al viento, igual equipara a vascos con irlandeses o palestinos que identifica los GAL con la guerra sucia de Argentina, Chile o Uruguay. Ahora le ha tocado nada menos que al Imperio Austro-H¨²ngaro, y gracias podemos dar de no haber llegado al Otomano. Extra?a debilidad en quienes pretenden representar a uno de los pueblos con m¨¢s personalidad de Europa, e incluso fuera de ella. No necesita el vasco, y es patente, recurrir a ning¨²n modelo para afirmarse en la comunidad internacional como original, excepcional y merecedor de todo tipo de atenciones y curiosidades, aunque s¨®lo fuera por su inclasificable lengua. Llama por ello doblemente la atenci¨®n que Xabier Arzalluz, presidente del PNV (Partido Nacionalista Vasco), en declaraciones al peri¨®dico vien¨¦s Der Standar, haya afirmado, entre otras cosas dignas de admiraci¨®n, que los vascos ahora se sienten como checos y eslovacos en el imperio de Francisco Jos¨¦ y de su Sissi, con la m¨¢xima aspiraci¨®n de tener "Estado propio" en la Uni¨®n Europea. Es evidente que el se?or Arzalluz, creyendo exaltar a su pueblo, lo minusvalora. No hace m¨¢s que repetir una y otra vez con sus palabras e iniciativas que m¨¢s vale ser cabeza de rat¨®n que cola de le¨®n, cuando muy ciego habr¨¢ que estar para no reconocer que, si de le¨®n se trata, no es en su parte m¨¢s innoble donde habr¨¢ que buscar a los vascos, sino en lugares m¨¢s privilegiados. Basta con recurrir a historias y enciclopedias para comprobarlo, por no hablar de realidades m¨¢s cercanas en todos los ¨¢mbitos: de la actividad intelectual, financiera, pol¨ªtica o industrial espa?ola. No es el vasco, a todas luces, un pueblo sometido a nada que no sean sus propios condicionamientos.
Pero de raza le viene al galgo ser rabilargo. El actual nacionalismo vasco naci¨® con evidente vocaci¨®n miserabilista, acentuada y enconada en el franquismo. Mejor prueba de ello no habr¨¢ que la elecci¨®n de la ikurri?a como ense?a nacional, una bandera de esencia gibraltare?a tomada, ?oh, blasfemia!, del mayor imperio existente en la ¨¦poca. Extra?¨ªsima forma de proclamar personalidad e independencia.
Y m¨¢s extra?o todav¨ªa resulta que el actual presidente del PNV, hombre de cultura y seso, aparezca dispuesto a beber hasta las heces del mismo c¨¢liz y a seguir su camino por el mismo laberinto, buscando una originalidad del pueblo vasco que no sabe reconocer cuando la tiene bajo sus propios pies. Se ha perdido as¨ª en cuestiones como la del Rh negativo, que nunca supo nadie c¨®mo interpretar correctamente. ?Es bueno o es malo tener en la sangre el factor Rhesus o carecer de ¨¦l? Y admitiendo que la mayor¨ªa de los vascos estuviesen libres de ese factor sangu¨ªneo descubierto en simios, ?en qu¨¦ los har¨ªa esencialmente distintos del resto de los espa?oles, de h¨²ngaros, japoneses y otras etnias que tambi¨¦n lo est¨¢n en mayores o menores proporciones sin por ello creerse tocados por el dedo del Alt¨ªsimo?
Cada d¨ªa que pasa resulta m¨¢s evidente que la gen¨¦tica no ayuda, ni mucho menos, a los nacionalistas de ning¨²n lugar. Ni tampoco la antropolog¨ªa o la etnolog¨ªa. Llueven sin cesar datos y descubrimientos para demostrar con insistencia que todos procedemos de los mismos hom¨ªnidos, que tuvieron su origen no en el Pa¨ªs Vasco, sino en ?frica. Y para mayor desconcierto y decepci¨®n, parece ya demostrable que los vascos tienen un lejano tronco com¨²n con... los bereberes norteafricanos. Descubrimiento poco aireado en tierras vascas y silenciado en el entorno nacionalista. Como si fuera algo denigrante. Actitud propia de quienes pretenden que hay seres humanos superiores a otros y que ellos pertenecen, ?c¨®mo no!, a los primeros.
Si es cierto, como a veces parece, que los dioses ciegan a quienes quieren perder, habr¨¢ de reconocerse que los nacionalistas vascos est¨¢n dejados de su mano y caminan como son¨¢mbulos hacia la perdici¨®n. Porque salta a la vista para quien tiene los ojos abiertos que aspira a Estado propio en las actuales condiciones y con m¨¢s que dudosas actitudes frente a fen¨®menos como el terrorismo constituye, como poco, miop¨ªa. Pese a haber reaparecido, al hundirse el imperio comunista, el fen¨®meno de la balcanizaci¨®n, est¨¢ Europa en proceso esencialmente contrario, el de la unificaci¨®n, poco o nada propicio a veleidades separatistas o independentistas, mucho menos si se apoyan en el terrorismo, declarado por fin enemigo com¨²n de los europeos unificados. A los nacionalistas vascos, o se les ha perdido la br¨²jula o se les ha desimantado. Porque, mientras Europa repudia el terrorismo, el se?or Arzalluz y sus huestes lo justifican y, en cierto modo, lo exculpan casi cari?osamente.
Es el terrorismo precisamente uno de los ¨¢mbitos en que m¨¢s y mejor se manifiesta la incontenible vocaci¨®n mim¨¦tica de los nacionalistas vascos m¨¢s radicales. Entre la ETA y el IRA no cabe ni un alfiler, son como siameses. Pretensi¨®n que ha llegado a su cl¨ªmax con el proceso pacificador en marcha en el Ulster. El Acuerdo de Stormont se ha aireado y voceado como ejemplo a seguir en el Pa¨ªs Vasco y se ha vuelto a insistir en la pretendida similitud de los dos movimientos terroristas. Descabellada pretensi¨®n. Ni el Pa¨ªs Vasco tiene madre patria a la que reintegrarse ni el IRA pretende imponer el ga¨¦lico a todos los irlandeses, ni hay fuerzas militares de ocupaci¨®n en territorio vasco, ni ha utilizado el IRA el secuestro, la extorsi¨®n y el asesinato de concejales u otros representantes del pueblo para el logro de sus fines. Muchas cosas tendr¨¢n en com¨²n ambas organizaciones, incluida la fuerte inspiraci¨®n cat¨®lica, pero, desde luego, no los procedimientos, or¨ªgenes y objetivos, por parecidos que puedan resultar.
Las declaraciones de Arzalluz tienen, sin embargo, un m¨¦rito sin precedentes, aunque no inesperado. Constituye la primera afirmaci¨®n perentoria del car¨¢cter independentista del nacionalismo vasco y del prop¨®sito de alianza con los m¨¢s extremistas para conseguir ese "Estado propio" al que aludi¨®. Ya se sab¨ªa, y cumplidamente, pero nunca se hab¨ªa manifestado con semejante claridad y rotundidad. Esta vez no ha habido rodeos ni caben explicaciones posteriores sobre malentendidos, como en otras ocasiones. Ahora ya es oficial: el PNV quiere la independencia, y para lograrla se aliar¨¢ con los dem¨¢s nacionalistas, as¨ª sean terroristas. Es de suponer que unos y otros obrar¨¢n en consecuencia, que todo el mundo se dejar¨¢ ya de tapujos y componendas para asumir esa realidad ya conocida, pero no oficialmente asumida hasta ahora. Puede que los impulsos y exigencias de solidaridad sean los primeros afectados, pero no habr¨¢ que preocuparse demasiado. Al fin y al cabo, espa?oles, vascos, europeos, sometidos estamos todos al mismo patr¨®n mim¨¦tico: el norteamericano. No parece haber mejor cemento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.