Narcisismo
JULIO SEOANE Estar enamorado de uno mismo, continuamente pendientes de la apariencia, necesitados de exhibirse ante los dem¨¢s, de escuchar el propio eco a nuestro alrededor, de ser adulados y conseguir nuestros deseos sin demora alguna, es un t¨ªpico comportamiento que la cultura cl¨¢sica represent¨® en Narciso, un joven griego que se ahog¨® en el r¨ªo al contemplar el reflejo de su propia imagen, al mismo tiempo que la ninfa Eco repet¨ªa sus palabras. En los d¨ªas finales de este agosto valenciano, recalentados por el sol y el aburrimiento, comienzan a llegarnos unos ecos de narcisismo pol¨ªtico, llenos de im¨¢genes y palabras, que pueden marcar el inicio de temporada. Los ecos del asunto Clinton rebosan narcisismo por todas partes. Necesitado angustiosamente de ¨¦xito social, intentando enamorarse de s¨ª mismo, sus enemigos pol¨ªticos le humillan mediante un culebr¨®n televisivo. Alguien dijo que deseaba desesperadamente caer bien a todo el mundo, como si fuera un ni?o de cinco a?os en la escuela de p¨¢rvulos. Sin embargo, el prestigio de la presidencia norteamericana de final de siglo amenaza con terminar en el rid¨ªculo p¨²blico m¨¢s espantoso. Pero no debemos enga?arnos, el narcisismo no es s¨®lo la caracter¨ªstica principal de Clinton, es toda la sociedad americana la que disfruta mir¨¢ndose el ombligo, incluso m¨¢s abajo, en lugar de fijarse nuevas metas y definir su futuro. Las metas y el futuro s¨®lo le sirven de disculpa para contemplarse. La obsesi¨®n por su propia imagen distorsiona hasta el recuento de v¨ªctimas en los atentados, donde s¨®lo los propios tienen n¨²mero y nombre. Tampoco entre nosotros escasea el narcisismo. El Partido Popular y el Gobierno de Aznar empiezan a enamorarse de s¨ª mismos. Despu¨¦s de unos comienzos t¨ªmidos y recatados, propios de la adolescencia, van acept¨¢ndose poco a poco y encontr¨¢ndose nuevos encantos, para desgracia de los feos. Primero diagnosticaron que Espa?a va bien, luego pronosticaron que lo mejor est¨¢ por llegar y, puestos a ello, empiezan a contemplarse con agrado. Esto podr¨ªa explicar los cambios realizados y la preocupaci¨®n por la imagen que est¨¢n comentando los analistas en los medios de comunicaci¨®n. Al Partido Socialista le quedan viejos encantos, pero la pr¨¢ctica pol¨ªtica hizo estragos en su capacidad de amarse. Por eso pretende una renovaci¨®n, nuevos objetos de deseo, candidatos con imagen y palabra. Por eso Borrell. Al Partido Socialista le falta encontrar un r¨ªo donde contemplarse de nuevo con agrado. Hay mucho narcisismo en la pol¨ªtica actual. Una gran parte del nacionalismo moderno es puro narcisismo y no la voluntad de llegar a ser algo. Por el contrario, los emigrantes del Sur, como los del Este, no est¨¢n a gusto con su propia imagen, est¨¢n enamorados de otro, desean lo que no tienen y van a por ello con todos los riesgos. Cambian de tierra, cambian de idioma, con tal de llegar a ser lo que no son. Y es que la pasi¨®n por el otro, lo contrario del narcisismo, es lo que define la aut¨¦ntica pol¨ªtica. Debemos estar atentos al inicio de temporada, dejar de observar autocomplacientes los restos org¨¢nicos de ADN que nos ofrecen por televisi¨®n y decidir qu¨¦ es lo que queremos. As¨ª nos conservaremos m¨¢s guapos.
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