Ejemplo a imitar
Recientemente realic¨¦ un viaje a la capital venezolana, Caracas, y qued¨¦ maravillada al ver la calle Real de S¨¢bana Grande, si no recuerdo mal su nombre, llena de jugadores de ajedrez que rivalizaban en inteligencia cada tarde, a plena luz y ante la gente que paseaba por esta v¨ªa. Gozaban de un espacio estable, con sus tableros y sus cobertizos di¨¢fanos, mientras disfrutaban del placer de ese gran juego. Muchachitos jugaban contra mayores, chicas contra chicos, mulatos contra blancos, negros contra negros; era realmente un espect¨¢culo real de lo que, seg¨²n yo creo, la calle ha de ser. El silencio del contorno favorec¨ªa la concentraci¨®n de los jugadores, cosa en la que ayudaba el que la calle fuera peatonal en ese trecho. Pero si cruzaba alguien hablando fuerte, tampoco pasaba nada. Al ver aquello, la verdad, sent¨ª mucha pena por nosotros, los madrile?os, que hemos de ver las calles c¨¦ntricas de nuestra ciudad convertidas en junglas de ruido y llenas de todo menos de civilidad y de serenidad. En Caracas vi tambi¨¦n que no persegu¨ªan a los m¨²sicos callejeros, que cantaban sus joropos y galerones entre las terrazas sin molestar a nadie y que, pese a los problemas que una ciudad as¨ª tiene -los ranchitos o chabolas ocupan todas las lomas que rodean la ciudad, y en esas zonas reina la violencia-, los caraque?os conservaban a¨²n, al menos en aquella calle c¨¦ntrica, la idea de la ciudad como escenario y espacio social para todos.
Por cierto, el metro de Caracas es, con distancia, el m¨¢s limpio del mundo. No hab¨ªa posibilidad de encontrar por el suelo el m¨ªnimo papel o la m¨ªnima part¨ªcula de algo sucio. Creo que de esto se debiera tomar nota en algunas estaciones del metro madrile?o, pese a los esfuerzos realizados con las nuevas l¨ªneas.
En fin, quisiera que Madrid imitara las cosas buenas que he visto all¨ª y que creo que son dignas de incorporar a la vida de aqu¨ª.-
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