Quejas para todos los gustos
La espera a veces es larga. Mientras el viejo aparato instalado en una de las salidas de la estaci¨®n de Atocha anuncia la llegada de un tren, los taxistas que all¨ª se re¨²nen para transportar pasajeros llenan los espacios vac¨ªos con una que otra conversaci¨®n, alg¨²n juego de cartas y, de vez en cuando, un caf¨¦. "S¨ª, caf¨¦, porque no hay para m¨¢s", dice con firmeza Jos¨¦, un taxista que lleva m¨¢s de 25 a?os al volante. A su lado, varios compa?eros comienzan a hablar casi al un¨ªsono cuando se les pregunta por su actual situaci¨®n laboral. Unos se r¨ªen con sarcasmo y otros exhiben una clara tristeza en el rostro. Pero Francisco, un veterano del taxi, con 35 a?os de experiencia y 64 de vida, va m¨¢s all¨¢ de los gestos y se pronuncia con palabras: "?Que c¨®mo estamos? Nos est¨¢n chupando la sangre", afirma. Enseguida comienza a enumerar cada uno de los puntos que, seg¨²n ¨¦l, se han convertido en el calvario del colectivo de taxis de Madrid, tanto para propietarios como para asalariados, y que atribuyen al Consistorio. "El Ayuntamiento nos sube dos mierdas y luego nos pide un tax¨ªmetro, que hay que adecuar y que cuesta un mogoll¨®n", agrega.
Francisco tambi¨¦n se refiere con incredulidad a las tarjetas profesionales: "Es una soluci¨®n para desterrar el intrusismo, pero siempre llevamos las de perder porque el Ayuntamiento nos cobr¨® 1.200 pelas por esa tarjeta que no debe costar ni cuarenta duros", se?ala. "Ah, y eso no es todo: ahora nos dieron el ¨¢rea unificada, pero claro, nos toca pagar las capillas [unos nuevos visores exteriores que indicar¨¢n la tarifa aplicada de las tres que se han aprobado ya]", dice.
Sus colegas, amontonados en una especie de peque?a asamblea, se animan y entonces tambi¨¦n cuentan sus historias: "Nos hablaron de la mampara para protegernos por el tema de la seguridad y nos dijeron que iban a subvencionarlo, pero resulta que hace un a?o y medio instal¨¦ la m¨ªa y s¨®lo ahora recib¨ª la carta del Ayuntamiento en donde me la aprueban y me dicen que me dan las 25 000 pelas; lo que no s¨¦ es cu¨¢ndo", se?ala Juan, uno de los m¨¢s j¨®venes del grupo.
"En resumen, los taxistas somos los m¨¢s tontos del pueblo. Estamos indignados", afirma otro conductor, que prefiere no identificarse.
Entre los trabajadores que cada d¨ªa acuden a la estaci¨®n de Atocha en busca de alguna carrera, el panorama laboral no es muy halagador. Casi todos esgrimen los mismos argumentos, y protestan por lo que llaman el "abandono" de la administraci¨®n y la cada vez m¨¢s "dif¨ªcil situaci¨®n".
En la estaci¨®n de Atocha, en el aeropuerto de Barajas, en la calle o en una parada cualquiera, los testimonios son iguales y la sensaci¨®n que producen tambi¨¦n: descontento y frustraci¨®n. Sin embargo, en unos se nota m¨¢s que en otros. "Es que los taxistas nunca se ponen de acuerdo para nada. Siempre viven pidiendo y pidiendo cosas y no se unen como deber¨ªan para mejorar el sector. Adem¨¢s tienen el cerebro plano, todos tienen el cerebro plano", comenta uno de ellos, Guillermo, un trabajador asalariado de tiempo completo que dedica m¨¢s de 12 horas a recorrer las calles en busca de pasajeros.
Y los hay como Rufino, reacio a cualquier tipo de asociaci¨®n sindical. "En 22 a?os que llevo de taxista nunca he conseguido un solo beneficio de ellos", asegura. ?l y un grupo de compa?eros decidieron desprenderse de las agrupaciones ya existentes y crearon, bajo sus propios criterios, la Asociaci¨®n de Autotaxis de M¨®stoles. Seg¨²n Rufino, han obtenido as¨ª m¨¢s satisfacciones en menos tiempo. "Ya hasta conseguimos que una estaci¨®n de servicio nos rebajara el gas¨®leo en seis pesetas", se?ala.
Para Rufino, muchas de las peticiones que finalmente el Ayuntamiento ha concedido a los taxistas no est¨¢n claras. "Yo creo que con lo del ¨¢rea unificada no nos vamos a beneficiar porque se va a encarecer el servicio y los taxistas de los pueblos vecinos querr¨¢n venirse a trabajar en Madrid y ser¨¢ peor para nosotros", explica. Otro conductor es m¨¢s pesimista: "El futuro del taxi lo veo muy mal. Ya anunciaron el metro hasta el aeropuerto y el servicio de autobuses es cada vez m¨¢s completo, yo no s¨¦ qu¨¦ va a pasar con nosotros", comenta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.