La Iglesia brasile?a pierde cada a?o un mill¨®n de fieles sumidos en la miseria
Los evang¨¦licos tienen 30 diputados y hacen adeptos entre narcotraficantes y presos
Brasil es el tercer pa¨ªs del mundo con mayor n¨²mero de miembros -16 millones- de iglesias evang¨¦licas carism¨¢ticas que quitan cada a?o un mill¨®n de adeptos a la Iglesia cat¨®lica, que a su vez cuenta con nada menos que 120 millones de feligreses. De ah¨ª la preocupaci¨®n del papa Juan Pablo II durante su ¨²ltimo y reciente viaje a Brasil por dicho fen¨®meno. Porque adem¨¢s los "evang¨¦licos", como se les llama en Brasil a los seguidores de esas iglesias, hacen su agosto entre las capas m¨¢s miserables de las favelas, en el infierno de las c¨¢rceles y entre la polic¨ªa militar.
Los evang¨¦licos, que son una potencia econ¨®mica, pues sus fieles tienen que pagar, al parecer, la d¨¦cima parte de sus ganancias a sus jefes espirituales, cuentan ya con 30 esca?os en el Parlamento y esperan duplicar ese n¨²mero en las pr¨®ximas elecciones de octubre tras haber decidido apoyar la candidatura del actual presidente de la Rep¨²blica, Fernando Enrique Cardoso, aunque en un primer momento se inclinaban por dar el apoyo al izquierdista Lula. Las iglesias carism¨¢ticas est¨¢n consideradas como una fuerza reaccionaria siempre de la parte de los ricos y del poder, aunque echan sus redes entre la poblaci¨®n m¨¢s pobre e ignorante. Pero ni los pol¨ªticos de izquierdas se atreven a levantar un dedo contra ellos porque temen ser anatematizados a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n con que cuentan. Los evang¨¦licos dan el voto o se lo quitan a quienes les indican sus jefes religiosos.
En su llamada "pastoral misionera" los evang¨¦licos no pretenden, como la Iglesia de la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n, cambiar las estructuras del poder para redimir la miseria, ni pretenden cambiar las conciencias para enfrentarse a la injusticia. Su programa es elemental e individualista: si te conviertes, aunque hayas sido el mayor criminal, quedas limpio de todo tu pasado.
Estas iglesias cuentan entre sus misioneros y predicadores con personajes que hab¨ªan sido famosos por sembrar el terror en los barrios m¨¢s miserables de las grandes ciudades, como Marcos Becerra, conocido como Marcos Maluco. Este personaje, a finales de los a?os ochenta, contaba en Rio de Janeiro con una banda de 30 hombres armados para el control del tr¨¢fico de coca¨ªna. "Para nosotros, matar, robar y destruir era algo connatural. Nadie pod¨ªa vacilar", afirma ¨¦l mismo.
De aquella banda se ha salvado s¨®lo ¨¦l tras haberse hecho evang¨¦lico y misionero fundamentalista. De los dem¨¢s, 12 ya murieron, 8 est¨¢n en la c¨¢rcel y el resto desaparecieron v¨ªctimas de la guerra entre bandas. ?l vive ahora con su esposa y dos hijos, gana mil d¨®lares al mes vendiendo ropa en mercadillos callejeros y se patea los templos de los evang¨¦licos contando su historia y llamando a la conversi¨®n a los otros bandidos.
Seg¨²n la antrop¨®loga Regina Novaes, del Instituto Superior de Estudios de Religi¨®n (Iser), que realiz¨® un estudio con 300 j¨®venes de las favelas m¨¢s pobres de Rio de Janeiro, est¨¢ creciendo el n¨²mero de j¨®venes que son f¨¢cil carne de ca?¨®n de los bandidos de la droga, a quienes les encuentran en esas iglesias un puesto de trabajo (los evang¨¦licos han creado ya en Brasil 600.000 empleos para sus convertidos).
Curiosamente, la receta que los evang¨¦licos ofrecen a estos j¨®venes, o a los no tan j¨®venes que deciden abandonar el mundo de la droga y del crimen, es muy radical: nada de drogas, ni de alcohol y una vida sencilla y pobre, pero sin necesidades. Y una gran actividad misionera para sacar de lo que ellos llaman "el reino de Satan¨¢s" a sus antiguos compa?eros de delincuencia. Les hacen vivir a tope una religiosidad fundamentalista.
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