Lejana y extra?a
Llegar a la playa de La Reneg¨¤, en Oropesa, es m¨¢s que una muestra de lo que el intr¨¦pido buscador de lugares rec¨®nditos puede hallar en este tramo de costa castellonense. Dos exiguos arcos, entre los que apenas puede pasar un turismo, dan entrada a una playa casi salvaje, en la que la actividad urban¨ªstica est¨¢ re?ida con el territorio o alguien con sentido com¨²n ha dejado libre de todo mal unos espectaculares metros de litoral. Es aqu¨ª, en la entrada, donde los proveedores del ¨²nico establecimiento de la playa han de descargar sus mercanc¨ªas. Con este acceso limitado y tras la escasa se?alizaci¨®n para llegar al lugar hay quien decide una vez en los arcos tomar otro camino en busca de arena m¨¢s transitada. Sin embargo es precisamente eso, la soledad y el ¨²nico ruido del mar, lo que buscan quienes plantan sus enseres en los escarpados y limitados huecos entre el mar y la silvestre vegetaci¨®n, compuesta de pinos y matorrales, que pone fin a la playa. El rumor del Mediterr¨¢neo s¨®lo es alterado, en estos d¨ªas, por el cantar de las chicharras que se agolpan en los espacios verdes. Un camino de cantos y mucha tierra recorren La Reneg¨¤ como una prueba m¨¢s del verdadero deseo del visitante de acampar en ella. La playa est¨¢ compuesta por diminutas calas en las que apenas existe arena. La que hay se ha formado por la incansable erosi¨®n del mar que golpea d¨ªa y noche las rocas entre las que se han abierto los espacios que ahora son utilizados por los ba?istas. En los lugares en los que el mar ha sido m¨¢s negligente s¨®lo los grandes pe?ascos posibilitan la "plantaci¨®n" de las toallas. Son terrenos irregulares, desiguales y solitarios que hacen pr¨¢cticamente in¨²til el traslado de una sombrilla arenera. Quiz¨¢ por ello sea un lugar elegido por parejas de enamorados, familias sin af¨¢n de socializar en verano y los amantes del buceo. Pero La Reneg¨¤ no est¨¢ sola. Quiz¨¢s sean las dos grandes torres vig¨ªas, llamadas Colomeras, ubicadas al norte y al sur de la playa las que la han preservado de la inaplacable acci¨®n humana. Estas fueron utilizadas por los musulmanes para guardarse de invasiones mar¨ªtimas y dar aviso a embarcaciones "amigas" de la ubicaci¨®n exacta de la costa.
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