Cosidos a un bal¨®n
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"Me llamo Samarin. Tengo 13 a?os y vivo en Muride Ke Barian (Pakist¨¢n). Tengo cuatro hermanos y tres hermanas. Desde marzo voy al colegio, tres horas al d¨ªa. Aprendo a leer y escribir. Ahora estoy muy contenta, pero mi padre no tanto. Le gustar¨ªa que siguiera trabajando. Pod¨ªa hacer tres o cuatro balones al d¨ªa. Ganaba 30 ¨® 40 rupias por cada uno (unas 150 pesetas). A veces tengo miedo de volver a casa. Mi padre se queja de que ayudo poco. Pero yo aqu¨ª me lo paso bien. Tengo estas libretas y me ense?an los n¨²meros del uno al diez".Samarin habla bajo y con la mirada hacia el suelo. Sabe que sus compa?eros intentan desde lejos aguzar el o¨ªdo, escuchar c¨®mo cuenta su historia, que es la misma, posiblemente, que podr¨ªan contar todos ellos.
Samarin ha tenido m¨¢s suerte que Asif Rafa, de 19 a?os, que trabaja en una peque?a barraca, muy cerca, en Sambrial, junto a otros siete hombres. "Odio el f¨²tbol", dice Asif Rafa. No levanta la vista: cose, cose y responde sin mirar. Su dedo coraz¨®n est¨¢ deformado, la marca de los atados al bal¨®n. Es analfabeto y le queda el rencor. Es un ni?o ya viejo: "No olvido", a?ade. "Los balones me daban de comer a m¨ª y a los m¨ªos. Nada m¨¢s. No quiero esto para mis hijos: no es futuro".
Muride Ke Barian y Sambrial son dos peque?as poblaciones del norte de Pakist¨¢n. La regi¨®n factura 40 millones de balones al a?o (el 70% de la producci¨®n mundial), que generan unos 15.000 millones de pesetas al a?o.
Nadie dar¨ªa fe de tanta riqueza. La miseria rompe los esquemas. Barro y polvo. El para¨ªso de los mosquitos. Los tent¨¢culos de las multinacionales han sabido traer hasta aqu¨ª los mimbres del bal¨®n: una bolsa de pl¨¢stico con 24 o 32 hex¨¢gonos de cuero, una aguja y una cuerda. Mientras los padres trabajan en las f¨¢bricas, madres y ni?os cosen a diario. Un bal¨®n alcanza para dos botellas de leche.
Adriss acaba la clase a las 11.00 y los ni?os corren hacia sus casas. Una mujer permite que se cruce el umbral. Un buey descansa en el patio. No muy lejos corretean cabras y gallos. En una oscura habitaci¨®n cuatro peque?os cosen a toda velocidad, con puntadas secas, con fuerza.
La Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT) ha lanzado una campa?a para erradicar la explotaci¨®n infantil. El programa ha llegado a Pakist¨¢n, donde la organizaci¨®n calcula que hay 3,4 millones de ni?os trabajadores, 7.000 de ellos en la industria del bal¨®n. Pero aqu¨ª prima el pacto: la OIT s¨®lo considera explotados a los ni?os menores de 14 a?os que no han pisado un colegio.
Los primeros resultados del programa de la OIT en Pakist¨¢n se los mostraron a un grupo de periodistas europeos. La organizaci¨®n conf¨ªa en repetir el ¨¦xito que ya tuvo en Bangladesh, donde trabajadores adultos desplazaron a los ni?os en la industria textil. Pero en Pakist¨¢n es m¨¢s complejo: los menores trabajan en casa y las inspecciones se limitan a empresas de m¨¢s de 10 empleados.
El programa pakistan¨ª comenz¨® en octubre y se basa en el compromiso de 34 empresas exportadoras. La OIT trabaja en dos frentes: la denuncia y la informaci¨®n. Los ni?os vuelven al colegio a cambio de incentivos para sus familias: m¨¢s salario para los adultos, facilidades para la incorporaci¨®n de las mujeres al trabajo y facilidades de cr¨¦dito. El plan tiene un presupuesto de 990.000 d¨®lares (casi 150 millones de pesetas), 770.000 (116) provienen de Ginebra y el resto de los empresarios. Han creado 91 nuevos colegios. 2.800 ni?os ya van a clase. Casi la mitad del trabajo est¨¢ hecho.
El apoyo de los empresarios no es gratuito. La presi¨®n internacional ha provocado que las firmas deportivas hayan hecho las maletas hacia China e India. Han perdido un 20% del mercado. La marca Adidas, por ejemplo, encarg¨® los balones del Mundial de Francia 98 a Marruecos. "Necesitamos que las multinacionales contribuyan a asumir tantos costes. Ahora pagamos a los trabajadores 8 rupias m¨¢s por bal¨®n (unas 30 pesetas)", sostiene el presidente de los comerciantes. El lujo impera en la sala de juntas de la C¨¢mara de Comercio de Sialkot. Todo en nombre de Al¨¢. Dicen que su margen de beneficio se sit¨²a en un 15% y que su abanico de precios oscila entre las 1.500 pesetas (el mejor bal¨®n) y las 450 (el peor). En Europa pueden alcanzar las 9.000 pesetas.
"Trabajo de ni?os. Crimen contra la humanidad". Todas las pelotas de las grandes firmas llevan esto en su etiqueta. Pero nadie en la OIT garantiza que esto se ajuste hoy a la realidad.
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