Tres estilos toreros diferentes y dos toros de ensue?o

Cada quien dice el toreo como lo siente, salvo casos de mentiras que son carne de psiquiatra. Jesul¨ªn de Ubrique, versi¨®n del 98, quiere ser serio y trascendente, a pesar de haberse criado en la calle. Contin¨²a ligando a base de aliviar la suerte, tal vez para no molestar ni comprometer al toro de tal manera que pueda ir y venir a su aire. Siempre interpret¨® con mucho desahogo, sin ning¨²n tipo de apreturas. El cuarto toro fue una exhibici¨®n de bravura, fuerza y poder, derribando y tomando la vara de largo, para llegar a la muleta repitiendo de manera que el torero ten¨ªa que tomarse much¨ªsimos respiros. Lo mejor fue el temple y lo peor la colocaci¨®n. Aunque present¨® batalla a su estilo, gan¨® el toro de todas todas. A la hora de matar se ech¨® fuera sin quererlo remediar.El segundo sali¨® templado y listo para el consumo, trayendo, adem¨¢s, una porci¨®n de picante mezclado con prontitud y fijeza. Vicente nos revel¨® su vocaci¨®n al comenzar con el pase del guardabarrera y decirnos que es partidario de dejar pasar al toro sin interferir en el viaje. Los papeles se cambiaron y el toro se toreaba solo, excepto en un par de series de naturales en los que el torero mandaba s¨®lo un poquito y remataba. El quinto rompi¨® de forma excepcional en la muleta, un prodigio de clase, fijeza y bravura. Barrera estuvo decididamente por debajo, cortando el viaje y llenando de monsergas lo que deb¨ªa haber sido buen toreo. Tampoco se estrech¨® al matar.

El peor lote le toc¨® a Jos¨¦ Tom¨¢s. El tercero no tuvo la protecci¨®n de la clase y se qued¨® en un toro con escasas fuerzas, mientras que el sexto manse¨® desde el principio e hizo amagos de rajarse durante la faena de muleta. Tom¨¢s no sabe torear sin comprometerse, pero tal vez un poco de picard¨ªa no vendr¨ªa mal a tanta sinceridad, ya que se jug¨® los muslos en varias ocasiones para sacar poco lucimiento en conjunto.