Palacio de Congresos
JOS? RAM?N GINER Si hay hombres nacidos para una misi¨®n, Luis D¨ªaz Alperi es uno de ellos. Este alcalde del Partido Popular est¨¢ a punto de lograr algo que nadie hab¨ªa conseguido hasta el momento: unir a los alicantinos en un proyecto com¨²n. Y esto, puedo asegurarlo, es una tarea complicad¨ªsi-ma, dificultosa, que no est¨¢ al alcance de cualquier persona. Acometerla requiere un esfuerzo y una tenacidad notables. El alicantino es hombre displicente e individualista, poco dado a significar-se en aventuras p¨²blicas. Durante d¨¦cadas, el menfotisme, una mezcla a partes iguales de indiferencia y abulia, ha sido la caracter¨ªstica m¨¢s relevante de los habitantes de esta ciudad. Para explicarlo, se han formulado multitud de teor¨ªas. Unas han recurrido a la amenidad del clima, que enturbia los sentidos y provoca la galbana; otras, de intenci¨®n m¨¢s moralizante, han querido ver en esta apat¨ªa una consecuencia de los excesos del an¨ªs paloma, ese aperitivo al que los alicantinos son tan aficionados. Pues, bien, esta tradici¨®n secular puede desaparecer ahora gracias a la tenacidad del alcalde D¨ªaz Alperi. El empe?o de este hombre por edificar un palacio de congresos en la ladera del monte Benacantil ha provocado, de manera casi un¨¢nime, el rechazo de la ciudad. Nunca la oposici¨®n a un asunto p¨²blico hab¨ªa sido tan acorde. Nunca los alicantinos se hab¨ªan manifestado tan activamente contra un proyecto urban¨ªstico. Como si se hubiera tocado a rebato, asociaciones de vecinos, sindicatos, partidos pol¨ªticos, ecologistas, arquitectos, se han apresurado a expresar su desaprobaci¨®n a un proyecto que consideran descabellado. Se pide una consulta popular. Se recogen firmas. Todo el mundo se moviliza para impedir lo que se considera un disparate. Y no es que los alicantinos no deseen que se construya el palacio de congresos. Al contrario, entienden que resultar¨ªa muy beneficioso para una poblaci¨®n que vive, en buena medida, del turismo. Lo que no acaban de aceptar los alicantinos es que el palacio deba construirse precisamente en uno de los escasos espacios verdes de la ciudad y un s¨ªmbolo para ella: el Benacantil. Ciertamente, un edificio de varias plantas en la ladera del monte se-r¨ªa un espect¨¢culo tremendo, abrumador. Tanto es as¨ª, que los propios t¨¦cnicos municipales ha infor-mado en contra. Ante todo ello, D¨ªaz Alperi se mantiene firme y anuncia que la construcci¨®n del palacio no tiene vuelta atr¨¢s. Sostiene el alcalde que las obras no pueden demorarse. Que Alicante necesita con apremio este edificio, sin el que la ciudad queda al margen del turismo de grandes congresos. Seguramente, tiene raz¨®n. Sin embargo, no me explico por qu¨¦ si el asunto era de tal categor¨ªa, no se planific¨® con m¨¢s cuidado. No andar¨ªamos ahora con estas prisas. Me asustan estas prisas. Son las mismas, con pare-cidos argumentos, que yo viv¨ª veinte y treinta a?os atr¨¢s, cuando al palacio de congresos le llamaban Torre Provincial, Riscal o Gran Sol -esas injurias que ahora soportamos- y Alicante necesitaba ser una ciudad moderna para que vinieran a visitarnos los turistas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.