Cogida muy grave del banderillero Alcantud
El sexto era un toro fuera de tipo, alto de agujas y m¨¢s alto de miras, que, en cuanto pudo, ech¨® mano a Juan Pedro Alcantud. Con ese decorado, lo ¨²nico que cab¨ªa era dignidad, valent¨ªa e inteligencia. Ruiz Manuel pas¨® ese desagradable examen con buena nota.Mientras tanto, Alcantud era operado en la plaza de una herida de 12 cent¨ªmetros en zona isqueorectal, en paralelo al canal anal, con rotura completa del esf¨ªnter externo y una profundidad de 25 cent¨ªmetros. La cornada seccion¨® la cara posterior del pubis y caus¨® rotura de 5 cent¨ªmetros en la cara posterior de la vejiga y disecci¨®n de la anterior. Fue ingresado muy grave en el Hospital de Torrec¨¢rdenas. Antes, los dos primeros toros se encontraron a dos toreros vestidos de grana y oro, color de valientes, que, a pesar de todo, estaban integrados en el discurso del vac¨ªo, del que no tiene nada que decir y lo repite. Caballero y Barrera rivalizaron en soser¨ªa.
Montalvo / Caballero, Barrera, Manuel
Seis toros de Montalvo, con m¨¢s kilos que casta, excepto el 5?, bravo. Manuel Caballero: ovaci¨®n y oreja. Vicente Barrera: oreja; oreja y tres vueltas. Ruiz Manuel: oreja en los dos. Durante la lidia del 6? result¨® herido muy grave el subalterno Juan Pedro Alcantud.Plaza de Almer¨ªa, 28 de agosto. 6? y ¨²ltima corrida de feria.
En el cuarto, Caballero puso m¨¢s temple y compostura, llevando la muleta siempre en l¨ªnea y hurtando el cuerpo, que veraneaba en una finca de las afueras. A la hora de matar, lo hizo sin salirse, ya que jam¨¢s estuvo dentro. Barrera, tras pesados introitos, se centr¨® en su peculiar estilo de verticalidad perfilera y medios pases. Mejor¨® notablemente en el quinto, ya que el toro se le ven¨ªa humillando con prontitud y codicia, siguiendo el viaje que le marcaba la muleta, esta vez en redondo, ya que el cite se produc¨ªa con la muleta adelantada y desde el pit¨®n contrario. Mat¨® de una estocada atravesada.
Ruiz Manuel volvi¨® a poner la guinda de la autenticidad en ver¨®nicas expuestas y, como anteayer, tambi¨¦n cuaj¨® una faena esencialmente corta y profunda, llevando el toro muy toreado en series de pases que siempre pretend¨ªa largos, cuanto m¨¢s mejor, a fin de mandar, someter y obligar. Siempre le dejaba puesta la muleta para poder convertir los pases en series. Tampoco es que defendiera la divinidad, simplemente es que Ruiz Manuel se siente torero, se comporta como tal y, a la hora de decir su misterio, tambi¨¦n lo dice en torero. Cosas todas muy simples pero poco frecuentes.
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