Poyet da la puntilla al Madrid
![Santiago Segurola](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe505581b-3596-4161-bc77-1816c8c68bf7.png?auth=d22627484165dfcb062103e8d1fdebeb92a54c13220f4fd6553111e786e168fa&width=100&height=100&smart=true)
Poyet hizo de Poyet y acab¨® con el Madrid. Lo hizo con un tiro cruzado desde la frontal del ¨¢rea, favorecido por el estado contemplativo de la defensa del Madrid. Con ese tiro y poco m¨¢s, el Chelsea se llev¨® la Supercopa. El Madrid perdi¨® cotizaci¨®n tras levantar buenas expectativas en la pretemporada. Todo funcion¨® mal: el ataque, la defensa, la estructura general y los jugadores, con la excepci¨®n de Hierro.El partido habl¨® muy mal del papel de la UEFA como garante del f¨²tbol. La Supercopa jam¨¢s podr¨¢ alcanzar prestigio alguno si su organizador no hace nada por prestigiarla. No se puede jugar en una huerta infame. La UEFA, como casi todas los organismos que deber¨ªan ocuparse de cuidar el f¨²tbol, s¨®lo est¨¢ en este negocio por la pasta, como dir¨ªa Frank Zappa. El Chelsea a?adi¨® otro factor de dificultad: el virus italiano.
Durante el primer tiempo, el Chelsea fue una suma de centrales (Leboeuf, Duberry, Desailly, ¨¦ste convertido en centrocampista), laterales (Ferrer, Lesaux, Babayaro), medios defensivos (Di Matteo y Wise) y dos presuntos delanteros -Zola y Casiraghi- que hicieron el "maquis" frente a los defensores madridistas. S¨®lo el ofuscamiento del Madrid en el segundo tiempo procur¨® a los ingleses un poco de entusiasmo, de juego y el gol.
El Madrid jug¨® mal y no es descartable que pagara la factura del estado del terreno. Pero tambi¨¦n fue objeto de sus desajustes. El primero pasa por la descompensaci¨®n entre las dos alas. La izquierda decepcion¨®; la derecha no existi¨®. La diferencia estriba en las posibilidades que se observan en Roberto Carlos, Savio y la querencia de Redondo por ese lado y las dificultades extremas de Karembeu y Panucci, dos jugadores de complemento en el mejor de los casos. Panucci va por libre. Sigue el manual de Capello y mete un pelotazo recto cada vez que tiene el bal¨®n. Pelotazo que no sirve para nada: o golpea el culo del marcador o queda fet¨¦n para los centrales. Con Panucci se crea una cortocircuito. Con Karembeu tambi¨¦n. Al menos como interior derecha. Es un atleta con poco f¨²tbol, sin imaginaci¨®n ni recursos. Quiz¨¢ sirva para ciertos trabajos poco agradecidos, pero su influencia en el juego de ataque es inexistente.
La banda derecha est¨¢ tan corta de juego que el Madrid se vuelve demasiado predecible. Su ¨²nica v¨ªa es la izquierda, pero ni Savio ni Roberto Carlos funcionaron ante el Chelsea. Se vieron taponados por el amplio despliegue defensivo del equipo ingl¨¦s. Savio no pudo hacer un mano a mano con Ferrer en todo el encuentro. Roberto Carlos no tuvo incidencia en sus carreras. De esta manera comenzaron a encadenarse los problemas: sin ala derecha y con la izquierda averiada, el Madrid cay¨® primero en la banalidad y despu¨¦s en el descontrol. Defensivamente tambi¨¦n se observaron carencias. El equipo no se organiz¨® para el quite, se produjo la t¨ªpica fractura entre los centrocampistas y los defensores (como en los tiempos de Heynckes) y se termin¨® por depender del talento de cada cual. En realidad, el Madrid dependi¨® en el aspecto defensivo de la categor¨ªa de Hierro.
Hubo un tiro al palo de Hierro y alg¨²n apunte de Mijatovic. El Chelsea no fue nadie durante todo el primer tiempo. En el segundo mejor¨® porque encontr¨® espacios y sobre todo encontr¨® a Zola. El Madrid tambi¨¦n ayud¨® en la escalada del equipo ingl¨¦s. En el segundo tiempo interpret¨® mal el f¨²tbol en todos los aspectos: no atac¨®, no defendi¨®, no hizo nada decente.
Lo m¨¢s sospechoso fue la falta de estructura defensiva. La desorganizaci¨®n termin¨® en rotura, con v¨ªas de aguas en todos los frentes. El Chelsea lo aprovech¨® sin m¨¢s. No hizo nada especialmente atractivo: se acord¨® de Zola, que encontr¨® tiempo y espacio en casi todas las jugadas que protagoniz¨® en el segundo tiempo. En una de ellas cedi¨® la pelota a Poyet, que marc¨®.
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