Entre el amor y la guerra
Cada uno de los sesenta y cuatro escaques de un tablero de ajedrez encierra una historia. El juego es, en esencia, sencillo. Un universo cuadriculado en el que diecis¨¦is figuras blancas y otras tantas negras est¨¢n predestinadas a enzarzarse en una guerra sin cuartel. Luego, sin embargo, interviene el azar y un destino que ayer, en la escollera de poniente del puerto de X¨¤bia, se ti?¨® de romanticismo. Ni todo es tan blanco ni tan negro cuando los hilos que mueven a esos ej¨¦rcitos antag¨®nicos se enredan en el nudo gordiano de los sentimientos. La tercera edici¨®n del ajedrez viviente rememor¨® el choque que, en 1972, disputaron en la Olimpiada de Skopie (Yugoslavia) el suizo Hug y el local Glicoric. Ah¨ª, junto al mar y con el cabo de San Antonio al fondo, estaban Luciano Mor¨¢n, campe¨®n de La Marina Alta, y Julen Arizmendi, maestro internacional y campe¨®n de la Comunidad Valenciana. Ellos encarnaron al suizo de gesto impenetrable y al adusto balc¨¢nico, y repitieron los movimientos de una partida at¨ªpica e imprevisible. El ajedrez viviente de X¨¤bia, que organizaron el club local de escacs y la comisi¨®n de Fiestas Mare de D¨¦u de Loreto, adquiere su total originalidad al enlazar el juego con un argumento que nace con un planteamiento, madura con el nudo y se precipita, finalmente, en un desenlace. La m¨²sica, la disposici¨®n esc¨¦nica de las figuras y la explicaci¨®n de un narrador, crean una atm¨®sfera que conduce la acci¨®n en crescendo. Hasta ahora, como explica el coordinador de esta iniciativa, Rafael Andarias, "la trama argumental se basaba en la cl¨¢sica analog¨ªa con una batalla". Este a?o, sin embargo, "se ha visto enriquecida por una historia melodram¨¢tica, a modo de sub-trama de amor, estrechamente relacionada con la partida elegida". As¨ª las cosas, las historias se encadenan en un tablero que transpira vida. En el fragor de la batalla, la dama blanca se enamora del rey rival y coquetea con ¨¦l en un jaque innecesario que es, en realidad, la premonici¨®n de un amor imposible que encender¨¢ una tragedia de tintes shakesperianos. El despechado rey blanco sacrifica a su casquivana Desd¨¦mona y desata la ira de su adversario que -iron¨ªas del destino- env¨ªa a su propia dama para vengarse. Otelo huye, pero al final cae en la emboscada que le tienden caballo y dama. M¨¢s de 2.000 personas, que se arremolinan en torno a un gigantesco tablero, asisten al triste final de un rey desdichado al que fueron esquivos el amor y el triunfo. El bando negro, despu¨¦s de casi una hora de fiero combate, consigue una victoria p¨ªrrica, porque en la guerra y el amor todas lo son. El jaque mate conjura el sortilegio del ajedrez viviente. Las figuras recuperan el aspecto de ni?os disfrazados de torres, alfiles, peones... Los libros de historia del ajedrez se cierran sobre Hug y Glicoric y su memorable partida del 72. El tablero recupera sus sesenta y cuatro casillas negras y blancas. Y los espectadores olvidan el amor imposible de la dama sacrificada y la venganza urdida por el rey rival. Para ellos, sin embargo, quedar¨¢ el recuerdo de que el ajedrez es pasi¨®n y no un juego pl¨²mbeo para mentes talladas con el cincel de la perfecci¨®n. Ellos mismos seguir¨¢n caminando por los escaques de un mundo de colores claros y sombr¨ªos y tropezar¨¢n con figuras complejas que abjuran de militancias antag¨®nicas.
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