El Alav¨¦s se acredita ante el Betis
El conjunto de Man¨¦ muestra sus hechuras habituales ante un rival muy disperso
El reparto de responsabilidades result¨® m¨¢s liviano para el Alav¨¦s. A su cargo estaba el reencuentro con la ¨¦lite tantos a?os despu¨¦s, la extra?eza del exilio en San Mam¨¦s y la condici¨®n de novato frente a un equipo distinguido. A costa del Betis corr¨ªa la cuenta de resultados, porque no en vano invirti¨® m¨¢s que nadie en remozar el plantel, y su condici¨®n de alternativa le obligaba a ejercer su autoridad sin miramientos, por ecnima de convulsiones veraniegas que han apestado su banquillo. El Alav¨¦s est¨¢ hecho; el Betis, no. El pedigr¨ª de sus respectivas n¨®minas se aminora por esta circunstancia. Y el partido se equilibra e incluso en ocasiones se inclina hacia el orden y la entrega de los humildes en detrimento de un Betis m¨¢s atribulado e inconstante.Todo el orden que le sobra al Alav¨¦s, lo a?ora un Betis que a¨²n no conoce el dise?o y el estilo de Cantatore. El partido se discut¨ªa, m¨¢s que nunca entre el bloque y las individualidades. Denilson, el factor diferencial, necesita m¨¢s minutos para conjugar el ritmo de la liga espa?ola con la posici¨®n adecuacada en el campo (ayer rebusc¨® sin ¨¦xito su lugar con libertad de movimientos). Finidi maniobra en velocidades cortas y Alfonso manifiesta errores impropios de tacto en sus botas.
En tales circunstancias, al Alav¨¦s le bast¨® la memoria y la autoestima para contrarrestar su noviciado y atraerse el partido a su terreno. Su juego, como en Segunda, resulta enga?oso. Parece reservado y conservador y sin embargo, al amparo de los minutos se va adue?ando del bal¨®n y atestando de dificultades el juego del rival.
El Betis disfrut¨® de su autoridad una peque?a porci¨®n de minutos, al inicio. Los malgast¨® lastimosamente, incapaz de procurar un asomo de gol y limitado a un intento de ejercicio t¨¢ctico para dominar el mando del partido. El Alav¨¦s le fue reduciendo el terreno hasta ganarle el bal¨®n y el campo. S¨®lo la ausencia de delanteros espec¨ªficos le impidi¨® traducir en gol alguna de las opciones fabricadas en el ¨¢rea de Prats. El joven Morales disfrut¨® la mejor al filo del descanso: lo inhabitual del caso se lo impidi¨®.
Juego discontinuo
El Alav¨¦s no deslumbra, trabaja y rebusca despu¨¦s en la envergadura de Canabal o en los desmarques de Sivori sus oportunidades de ¨¦xito. El jugador madridista se convierte en una referencia necesaria para ganar metros y apurar a los defensores. A ¨¦l como a sus compa?eros les falta toque para resolver los contragolpes. La defensa del Betis padeci¨® demasiados rigores para contrarrestar esta circunstancia.La segunda mitad le otorg¨® al Betis mayor jerarqu¨ªa. Denilson asumi¨® la responsabilidad de gestionar el f¨²tbol de su equipo y entresac¨® un par de ocasiones que intimidaron a los defensores del Alav¨¦s.
El partido ten¨ªa un tono discontinuo, m¨¢s productivo en ocasiones para el Alav¨¦s, sin un mando definido en ning¨²n lugar del terreno. En tales situaciones, la voluntad resulta m¨¢s rentable que la imaginer¨ªa, si ¨¦sta (como le ocurre el Betis) no afina su dise?o. El deb¨² liguero dej¨® los misterios del Betis en el aire: el lugar de Denilson, la creatividad del equipo, su aplicaci¨®n defensiva. El Alav¨¦s ense?¨® todos sus argumentos: orden, disciplina y una dosis inacabable de trabajo.
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