Ruud Gullit: cap¨ªtulo segundo
El Newcastle, su nuevo equipo, s¨®lo quiere que presente un esquema de ataque
Si el holand¨¦s Ruud Gullit necesitaba una revancha en Inglaterra, despu¨¦s de su m¨¢s que misterioso despido del Chelsea, ¨¦sta s¨®lo pod¨ªa producirse en el Newcastle, un club que parece escapado del tiempo y cuyo lema "ataque, ataque, ataque" sigue siendo la premisa obligatoria para los entrenadores.Probablemente haya sido el abandono de la causa -un intento de modernidad- lo que dej¨® sin trabajo a Kenny Dalglish, antecesor de Gullit en el cargo. El empate 0-0 en casa frente al Charlton, reci¨¦n ascendido y con diez hombres, la semana pasada, fue el punto final para el escoc¨¦s, que fue ba?ado por los pitos m¨¢s estruendosos que se recuerdan St.James" Park en los ¨²ltimos a?os. Dalglish quiso imponer un sistema m¨¢s conservador, m¨¢s equilibrado, y mientras los resultados lo acompa?aron -el Newcastle jug¨® la ¨²ltima Liga de Campeones-, la grada se sinti¨® inc¨®moda, pero forz¨® la espera. El recuerdo de Kevin Keegan, entrenador hasta 1996, que devolvi¨® al equipo a los primeros planos tras varios a?os de ostracismo, sobrevolaba como un buitre sobre el cuello de Dalglish. Y lo hizo hasta tal punto que el escoc¨¦s debi¨® renunciar en el peor momento que indica el sentido com¨²n del f¨²tbol: despu¨¦s de la primera jornada de Liga.
El holand¨¦s de los dreadlocks -sus eternas trenzas jamaicanas- aterriz¨® en St. James" el viernes, y la atm¨®sfera entregaba buenos s¨ªntomas: Gullit tiene el factor diferencial, la extra?a capacidad de impresionar a unos aficionados muy quisquillosos que llevan un lema muy claro adosado a su c¨®digo gen¨¦tico: el ataque de los tiempos de Keegan pero tambi¨¦n de los viejos tiempos, all¨ª donde se fijan las tradiciones.
Gullit no estar¨¢ hoy en el banquillo de Anfield Road, donde el Newcastle visitar¨¢ al Liverpool de Michael Owen. Dejar¨¢ que los integrantes del cuerpo t¨¦cnico del club se encarguen de alinearlos en el campo.
"Acept¨¦ la oferta porque me hubiera sentido mal si otra vez le dec¨ªa "no" a mi agente", brome¨® el holand¨¦s, quien asegur¨® haber tenido varias ofertas en los ¨²ltimos seis meses, desde que dej¨® su lugar en el Chelsea.
Estaba muy claro que Gullit podr¨ªa haber continuado su carrera como t¨¦cnico en cualquier lugar del mundo. Sus tres a?os al frente del Chelsea, con el morbo especial que da el cargo de jugador-entrenador; y la resurrecci¨®n del equipo londinense -un club que hab¨ªa estado 15 a?os inmerso en una nebulosa de fracasos-, hasta colocarlo en el puesto de mejor aspirante para acabar con la hegemon¨ªa del Manchester United, hab¨ªan lanzado la figura del holand¨¦s muy alto en el mundo del f¨²tbol y lo hab¨ªan convertido en un famoso profesional, habitual de las revistas fr¨ªvolas y los tabloides de la capital inglesa.
Gullit prefiri¨® continuar su carrera en Gran Breta?a: "En los dos a?os que estuve aqu¨ª, el f¨²tbol ingl¨¦s ha cambiado much¨ªsimo sin perder su identidad y eso es un gran logro. Creo que la Premier League es la mejor del mundo", dijo el viernes.
Si Paul Gascoigne, el Manchester de Alex Ferguson (y los hijos de su cantera) y Alan Shearer marcaron un cambio fundamental en el f¨²tbol ingl¨¦s de la d¨¦cada de los noventa -abandonando el cl¨¢sico sistema del centro-cabezazo-gol- parte de ese m¨¦rito lo tiene tambi¨¦n Ruud Gullit. ?l llev¨® al Chelsea a sus amigos italianos (Zola, Di Matteo, Vialli) y los hizo jugar al f¨²tbol: algo que en principio suena simple, pero que la estructura inglesa tom¨® como un soplo de frescura. Despu¨¦s lleg¨® el Chelsea multinacional, el supuesto autoritarismo del holand¨¦s, los entrenamientos demasiado suaves, y una salida inexplicable -el Chelsea marchaba segundo en la Liga y estaba en los cuartos de final de la Recopa- que sigue rodeada de ambig¨¹edades. Los sucesos podr¨ªan haber minado el prestigio de Gullit. No lo hicieron; m¨¢s bien acrecentaron el im¨¢n que rodea su figura. Ahora le toca volver al trabajo en un club que s¨®lo le pedir¨¢ que repita lo que hizo en el Chelsea. No parece poco.
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