San Mam¨¦s, dulce destierro
Miles de vitorianos siguieron al Alav¨¦s hasta Bilbao en su at¨ªpico regreso a Primera Divisi¨®n
La afici¨®n del Alav¨¦s, sufridora por definici¨®n, no tard¨® en asumir con resignada naturalidad que en su reencuentro con la Primera Divisi¨®n despu¨¦s de 42 a?os en categor¨ªas menores ten¨ªa que marchar al destierro. Entre todas las ofertas de hospedaje, opt¨® por San Mam¨¦s y Bilbao, ligados ¨²ltimamente al alavesismo m¨¢s que nunca. Y eligi¨® un buen d¨ªa, ayer. Se qued¨® sin estrenar el nuevo Mendizorroza -ahora mismo, por culpa de la reforma, una caricatura de lo que deber¨ªa significar un campo de f¨²tbol-, pero a cambio disfrut¨® de una jornada especial de turismo y f¨²tbol. Hasta los seguidores m¨¢s orgullosos pasaron con agrado el sacrificio de emigrar hasta la capital vizca¨ªna. "42 a?os esperando este d¨ªa, y nos tenemos que marchar de Vitoria", gru?¨® un representante de este sector. "El esfuerzo merecer¨¢ la pena si el partido se resuelve con dos golitos del Alav¨¦s". Jorge resumi¨® as¨ª el sentir de la afici¨®n a las puertas de San Mam¨¦s. Eran las cinco de la tarde y acababa de apearse de uno de los 250 autobuses que el club hab¨ªa puesto, gratuitamente, a disposici¨®n de sus aficionados para facilitar el ¨¦xodo. En realidad, los n¨²meros bailaron al son del capricho de cada seguidor. Finalmente, s¨®lo se necesitaron 180 autocares, con casi 9.000 personas a bordo. Otras muchas, m¨¢s de las previstas, optaron por el veh¨ªculo particular. "La organizaci¨®n ha sido perfecta", coincidieron todos. Claro, esa opini¨®n se recogi¨® en la ida, con seis horas de goteo de pasajeros. La vuelta a Vitoria fue m¨¢s delicada, a prueba de paciencia. El traslado result¨® menos complicado de lo esperado. No hubo colas, ni aglomeraciones, ni enredos. En esto, el Alav¨¦s s¨ª se comport¨® como un club de Primera. Media hora antes de la salida oficial (las doce) ya hab¨ªa salido de Mendizabala una primera avanzadilla de tres autobuses. Era el momento de los preparativos: una pareja plantaba un tenderete de productos albiazules e ikurri?as y media docena de guardas jurados se alineaban con criterios futbol¨ªsticos en los accesos para controlar unas riadas humanas que nunca llegaron a producirse. Otros seis voluntarios, con peto pero sin dorsal a la espalda, se encargaban de rellenar los autobuses sin completar. La fauna albiazul lleg¨® escalonada y con pocas ganas de tracas. Todo muy c¨ªvico, aunque colorido. Entre el blanco y azul dominante, resaltaban las gre?as de un rasta con camisola alavesista, pantalones escoceses y botas de excursi¨®n dominguera. A su lado, un desconocido que ya hab¨ªa nacido en la anterior etapa del Alav¨¦s en Primera vest¨ªa la zamarra de Jamaica, un bot¨ªn de su paso por Francia"98. "Se la cambi¨¦ a uno por el segundo equipaje del Alav¨¦s. El t¨ªo se pensaba que era la del Ajax", se jactaba. ?l, y todos quienes utilizaron el transporte dispuesto por el club, recibieron instrucciones escritas para el viaje de vuelta. Pero el panfleto no tuvo tanta aceptaci¨®n como el suplemento de un diario local. Ya en el autob¨²s, y todav¨ªa en territorio vitoriano, empezaron a emerger de las mochilas los primeros refrescos alcoh¨®licos para acompa?ar la escapada. La subida de las escaleras se ameniz¨® con m¨²sica, a cargo de un trombonista que respond¨ªa al apelativo de El Bena, salvador de los c¨¢maras de televisi¨®n que buscaban infructuosamente un m¨ªnimo de euforia en la concurrencia. El ¨¦xodo tuvo varias velocidades. La mayor parte eligi¨® el autob¨²s y el horario vespertino. Los menos prefirieron adelantarse para visitar a Puppy y el Guggenheim. Los menos de los menos se hicieron con una entrada. Otros muchos se vieron arrastrados de inmediato por la invisible corriente que arrastra a la juventud de la avenida Sabino Arana (parada de buena parte de la caravana albiazul) hasta Licenciado Poza. Este grupo, el m¨¢s numeroso, arranc¨® pronto de Vitoria para concentrarse in situ, comer algo y beber mucho al comp¨¢s del otro deporte nacional de algunos albiazules m¨¢s j¨®venes, el kinito. La mayor¨ªa alarde¨® de su vitorianismo y, adem¨¢s de no respetar los pasos de cebra, evidenciaron una desorientaci¨®n monumental. Diferentes v¨ªas para un mismo fin: concentrarse para el partido. Por cierto, con el Betis como contrincante.
"Volveremos a Bilbao"
Las reacciones de los socios del Alav¨¦s a la escapada a Bilbao rozaron la unanimidad. Por ejemplo, en el debate sobre las obras del estadio vitoriano. Dudaron de que Mendizorroza est¨¦ a punto para la siguiente cita de la Liga: el 20 de septiembre con el Zaragoza. "Las obras son un parche y creo que tendremos que volver a San Mam¨¦s", predijo un hombre ataviado con bufanda albiazul junto a la puerta cero. "La pena es que se nos queda un poco grande", a?adi¨®. El pron¨®stico m¨¢s repetido entre los aficionados fue el 2-0 y alguno se dej¨® llevar por la euforia del estreno: "Hoy vamos a sentenciar la Liga", exager¨® el m¨¢s optimista del lugar. Muchos, pese a su apariencia pac¨ªfica, se obsesionaron con la integridad de la estrella b¨¦tica, ajenos al esp¨ªritu de su club, el Deportivo Alav¨¦s: "Por el 2-0 y por las siete costillas que se va a llevar Denilson a casa para arreglar", brind¨® una cuadrilla madrugadora. "Ojal¨¢ alguien le pinche las bicicletas", matiz¨® un compa?ero m¨¢s moderado.
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