"La Celestina" en Estocolmo
El pasado 8 de agosto se estren¨® en Estocolmo, bajo la direcci¨®n esc¨¦nica de Robert Lepage y adaptaci¨®n de Adam Nashman, la versi¨®n sueca de La Celestina. Una producci¨®n del Dramaten de aquella ciudad, de cuatro horas de duraci¨®n, que, por necesidades de montaje, se ha instalado en la sala alternativa Elverket.Salvo error por mi parte, me ha extra?ado que EL PA?S, siempre atento a lo que concierne a la cultura espa?ola, no se haya hecho eco de este acontecimiento teatral. Adem¨¢s del prestigio del director canadiense y de la reconocida calidad de las producciones del Dramaten sueco (la morada teatral de Bergman), esta Celestina cuenta con la participaci¨®n estelar de Anita Bj?rk (la bell¨ªsima e inolvidable Se?orita Julia cinematogr¨¢fica de Alf Sj?
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berg, 1951), que me ha recordado la fisonom¨ªa y contundencia dram¨¢tica de "nuestra" Mar¨ªa Casares, aunque tal vez ni el necesario registro p¨ªcaro a que obligaba este papel; y la perfecta sobriedad de Erland Josephson en el papel de Pleberio, padre de Melibea, con quien tanto hemos disfrutado en el cine de Bergman (El rostro, 1958; Pasi¨®n, 1969; Gritos y susurros, 1972; Secretos de un matrimonio, 1973; Fanny y Alexander, 1982, entre otras) y de Tarkovsky (Nostalgia, 1983, y Sacrificio, 1986), as¨ª como en su interpretaci¨®n en Casa de mu?ecas, de Ibsen, en Madrid (1990), tambi¨¦n en producci¨®n del Dramaten dirigida por Bergman.
Aunque estos dos actores soportan el reclamo publicitario de esta puesta en escena, es soberbia la actuaci¨®n de Bj?rn Granath, desdoblado en los papeles de Sempronio y Trist¨¢n, y muy apreciables las de Irene Lindh (madre de Melibea), Jonas Malmsj? (P¨¢rmeno), Elin Klinga (Melibea) y Thomas Hanzon (Calisto).
Si los organizadores de alg¨²n festival espa?ol (?Almagro?) se animaran a traer esta cuidad¨ªsima adaptaci¨®n de nuestro cl¨¢sico, muchos aficionados lo agradecer¨ªan, y lo que se da en llamar "la profesi¨®n" podr¨ªa apreciar c¨®mo, desde fuera de nuestro ¨¢mbito cultural, se entiende y matiza un contexto tan complejo como el de nuestros siglos XV y XVI, impregnados de las culturas jud¨ªa, ¨¢rabe y cristiana (por ejemplo, en la ambientaci¨®n musical a cargo de Khaled Habib el Kebich).- .
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