Cherid fue el hilo conductor de los atentados contra ETA desde el franquismo a los socialistas
El 19 de marzo de 1984, la explosi¨®n de un autom¨®vil sacudi¨® el centro de Biarritz. A 60 metros del lugar donde revent¨® el Renault 18 de matr¨ªcula falsa se encontr¨® una cabeza. Los restos del cuerpo aparec¨ªan diseminados en medio kil¨®metro. La polic¨ªa francesa tard¨® varios d¨ªas en identificar el cad¨¢ver. Se trataba de Jean-Pierre Cherid, de 40 a?os, franc¨¦s nacido en Argelia, fichado como ex militante de la OAS, la organizaci¨®n ultranacionalista francesa que puso en jaque a De Gaulle.. Pero Ch¨¦rid no era un mercenario jubilado. Muri¨® en plena acci¨®n.
Lo mat¨® la bomba que trataba de colocar en el coche de un militante de ETA. Se tard¨® alg¨²n tiempo en conocer la importancia de aquel muerto en el que se condensa nada menos que el hilo conductor de las tramas de la guerra sucia, desde los estertores del franquismo al Gobierno socialista.Pero de lo que no hubo duda fue de la importancia de sus contactos: la Gendarmer¨ªa francesa encontr¨® junto a los restos una agenda de tel¨¦fonos en la que figuraban los n¨²meros del sargento de la Guardia Civil Manuel Pastrana, destinado en el Gabinete de Operaciones Especiales del Ministerio del Interior, del capit¨¢n de nav¨ªo Pedro el Marino y de otros funcionarios espa?oles. Tambi¨¦n contaba con un carn¨¦ falso que le acreditaba como miembro del Servicio de Informaci¨®n de la Guardia Civil.
Estos contactos le sirvieron, sin duda, para obtener de inmediato la libertad en la ¨²nica ocasi¨®n en que fue detenido en Espa?a: en abril de 1981, despu¨¦s de que explotaran dos artefactos en la empresa Transalpino, donde estuvo empleado, y en el domicilio del nuevo director de la empresa, que hab¨ªa despedido a los mercenarios a los que daba cobertura.
Su verdadero empleo era otro. O as¨ª lo entendi¨® su viudad, que tras la muerte de Cherid reclam¨® una pensi¨®n al Ministerio del Interior espa?ol. Naturalmente, por fallecimiento en acto de servicio.
Siempre trabaj¨®, sosten¨ªa ella, para los mismos patronos, aunque a lo largo de su carrera utilizase distintos nombres: Antiterrorismo ETA (ATE), Batall¨®n Vasco Espa?ol (BVE) y Grupos Antiterroristas de Liberaci¨®n (GAL). Jean-Pierre Cherid fue todo un rey de las cloacas desde 1974 a 1984.
Las investigaciones recogidas en el libro Amedo, el Estado contra ETA, de Ricardo Arqu¨¦s y Melchor Miralles, concluyen que Cherid entra en contacto con los servicios de informaci¨®n de la Presidencia franquista despu¨¦s de huir de una c¨¢rcel francesa, en 1970. Forma parte de la columna vertebral del Batall¨®n Vasco Espa?ol junto con Ricci y e Calzona, dos neofascistas italianos.
Est¨¢ en la organizaci¨®n y, en algunos casos, en la ejecuci¨®n del asesinato de varios de los m¨¢s significativos dirigentes de ETA y desde luego del m¨¢s importante de todos ellos, Jos¨¦ Miguel Be?ar¨¢n Orde?ana Argala. El m¨¢ximo l¨ªder de ETA estaba a punto de abrir un di¨¢logo con la consejer¨ªa de Interior del Consejo General Vasco, con el visto bueno del entonces ministro del Interior, Rodolfo Mart¨ªn Villa. L¨®gicamente, la iniciativa se frustr¨®.
Cherid organiz¨® tambi¨¦n el asesinato de otros dirigentes de ETA: Jos¨¦ Mart¨ªn Sagardia, Usurbil, en diciembre de 1980; intent¨® el de otro de los principales jefes, Eugenio Etxebeste Antxon; e hiri¨® al hermano del sucesor de Argala, ?ngel Iturbe Ab¨¢solo.
Tambi¨¦n se le atribuyen, entre otros, los asesinatos ocurridos en el bar Hendayais, un ametrallamiento que cost¨® la vida a dos ciudadanos franceses y heridas a otros cinco, en noviembre de 1980.
Despu¨¦s de aquello, Jean-Pierre Cherid se fue a Am¨¦rica y en Caracas (Caracas) asesin¨® a una pareja de refugiados vascos, Jokin Etxeberria y Esperanza Arana. Tras una breve temporada de tregua, revivi¨® sus andanzas con las siglas de los GAL y con el polic¨ªa Jos¨¦ Amedo como interlocutor.
Su primera aparici¨®n p¨²blica no se produjo, sin embargo, con motivo de un atentado contra miembros de ETA, sino durante los sucesos de Montejurra, en mayo de 1976, siendo ministro del Interior Manuel Fraga, cuando apareci¨® acompa?ando a otros mercenarios con el objetivo de reventar a tiros la concentraci¨®n de la rama progresista del carlismo.
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