Elogio del "hacker"
?Qu¨¦ oportunidades tiene Espa?a ante el nuevo panorama econ¨®mico que empiezan a dibujar las redes de comunicaci¨®n? Las nuevas tecnolog¨ªas crean de facto unos mercados sin fronteras: aparecen nuevos servicios y mercanc¨ªas, sectores tradicionales se van orientando y reconfigurando ante las nuevas posibilidades: turismo, periodismo, banca, venta directa, ediciones, informaci¨®n y documentaci¨®n...Las posibilidades de un pa¨ªs como el nuestro, perif¨¦rico en los grandes desarrollos t¨¦cnicos de nuestros d¨ªas, son contadas. Podr¨ªamos tener una ventaja competitiva en el hecho de servirnos de una lengua de importancia mundial, el espa?ol; pero, seg¨²n analic¨¦ hace poco (y nadie, desde la empresa o la investigaci¨®n, me lo ha desmentido) lo m¨¢s probable es que acabemos pagando a otros por hacer uso de nuestra lengua en las redes. Aumenta el n¨²mero de usuarios de la Internet en Espa?a, crece la cultura de las redes entre nosotros, pero quiz¨¢s estemos ¨²nicamente creando generaciones de usuarios que ser¨¢n no s¨®lo consumidores de tecnolog¨ªas ajenas, sino adem¨¢s compradores de mercanc¨ªas y servicios fuera de nuestras fronteras, a trav¨¦s de esas mismas tecnolog¨ªas. En otras palabras: ?no estaremos prepar¨¢ndonos s¨®lo para que nos vendan mejor m¨¢s cosas?
Aparentemente (y eso forma parte de la mitolog¨ªa de las nuevas tecnolog¨ªas, pero no por ello es falso), la situaci¨®n actual puede favorecer la aparici¨®n de nuevas ideas, nuevas empresas que desarrollen t¨¦cnicas, contenidos o servicios que se difundir¨¢n sin trabas por un mundo ¨¢vido de nuevos productos y soluciones. Estamos en un universo nuevo, donde todo es posible y la fuerza bruta no es garant¨ªa de nada: la principal compa?¨ªa de programaci¨®n, Microsoft, despreci¨® en principio la importancia de la Internet, para meses despu¨¦s volcar todos sus esfuerzos en ella... ?Qui¨¦n sabe qu¨¦ pasar¨¢? J¨®venes estudiantes desarrollan un buscador, aut¨¦ntico hilo de Ariadna de la Red, que hoy cotiza millonariamente en la Bolsa; una peque?a empresa crea el programa dominante para navegar, que copa el mercado mundial... ?Podr¨ªamos nosotros generar algo as¨ª?
Depende... ?De d¨®nde brotan los nuevos saberes que podr¨ªan propiciar una intervenci¨®n competitiva en la red? ?De las universidades? ?Tal vez de academias privadas? En absoluto. ?De las empresas? S¨®lo parcialmente. La formaci¨®n de t¨¦cnicos, de programadores, de profesionales con ideas en el nuevo universo es en gran medida aut¨®noma e informal. Tenemos un valioso conjunto de j¨®venes que se compran sus ordenadores, leen revistas o rastrean informaci¨®n por la red, prueban nuevos programas apenas est¨¢n disponibles, navegan interminablemente a la b¨²squeda de novedades, se intercambian informaci¨®n por todos los medios posibles, j¨®venes que, en dos palabras, autofinancian su autoformaci¨®n.
Su cultura es una mezcla de juego y aprendizaje, de admiraci¨®n tecnol¨®gica, y herencia del esp¨ªritu hacker unida a un sano af¨¢n de ¨¦xito ec¨®nomico que da como resultado una constante puesta al d¨ªa en los grandes vaivenes de la t¨¦cnica. No hay formaci¨®n formal (ni privada ni p¨²blica) que pueda tener esta flexibilidad. No hay instancia alguna que financie semejante inversi¨®n de tiempo y esfuerzos. La sociedad y las empresas est¨¢n haciendo buen uso de esta cualificaci¨®n: proyectos enteros descansan en personas formadas de esta manera irregular, porque no hay otra...
Parece, pues, que deber¨ªamos cuidar este caldo de cultivo flexible e informal. ?C¨®mo? En primer lugar, y hay que decirlo muy claro, con el abaratamiento de las comunicaciones: la gran cultura de la Internet pudo surgir en Norteam¨¦rica en un medio con llamadas urbanas gratuitas y acceso a la Internet gratis desde las instituciones educativas... En Espa?a la autoformaci¨®n y la colaboraci¨®n, el teletrabajo, van a sufrir enormemente -ya est¨¢n sufriendo- en un ambiente de costes crecientes de la telefon¨ªa y mala calidad de comunicaciones. Se desmantela un proyecto realmente igualitario, como Infov¨ªa, despu¨¦s de meses de deteriorar su servicio: vendr¨¢ otro m¨¢s caro. Suben las tarifas, mientras las simples llamadas telef¨®nicas experimentan problemas (?cu¨¢ntas veces hemos o¨ªdo, "por saturaci¨®n de nuestras l¨ªneas..."?).
Hay adem¨¢s una creciente presi¨®n fiscal sobre los trabajadores aut¨®nomos -que es la forma t¨ªpica de funcionamiento en este sector-: las retenciones sobre sus ingresos son las que m¨¢s han subido. Adem¨¢s, si una persona que ya trabaja en una empresa (y por tanto cotiza a la Seguridad Social) desea realizar paralelamente una actividad remunerada tiene que pagar de nuevo sus seguros sociales, sin aumento de prestaciones. Lo que trasluce que cada vez m¨¢s el Estado concibe el pago de la Seguridad Social (?cuya bancarrota ya se nos anuncia!) como el de un peaje que hay que satisfacer para poder facturar legalmente, y que en este caso s¨®lo grava al profesional que quiere trabajar.
Los proyectos en el mundo multimedia y de Internet (como ocurr¨ªa antes en otros como el cine) surgen en la uni¨®n coyuntural -con frecuencia mediante teletrabajo- de muchos profesionales diferentes: programadores, grafistas, editores, t¨¦cnicos en comunicaciones y figuras nuevas, como los integradores. Confluyen durante unos meses -en dedicaci¨®n total o parcial-, cooperan y se separan. Pues bien: todo conspira para dificultar esta necesaria flexibilidad.
Mientras tanto, la creaci¨®n de empresas sigue siendo algo altamente burocratizado, as¨ª como la obtenci¨®n de subvenciones. No es s¨®lo problema de las administraciones espa?olas: el f¨¢rrago de requisitos para aspirar a una subvenci¨®n de la Comunidad Europea, y el hecho de que los sectores profesionales no arbitren sistemas de autoayuda para solicitarlas, est¨¢ creando una situaci¨®n grave: el dinero comunitario no revierte hacia nuestras empresas y profesionales, sino hacia los de otros pa¨ªses.
El enorme sector p¨²blico podr¨ªa ser un importante motor de ese sector, adem¨¢s con gran beneficio para sus servicios al ciudadano, y reducci¨®n de costos (he ah¨ª un tema que de por s¨ª merecer¨ªa una reflexi¨®n). Pero la Ley de contratos del Estado trata del mismo modo la contrataci¨®n de una autopista y la de unas simples p¨¢ginas web: los peque?os agentes (aut¨®nomos o empresariales) que quieran trabajar para la Administraci¨®n se encuentran enfrentados a multitud de trabas. A esto se une que los sistem¨¢ticos retrasos en los pagos comprometen la viabilidad de los proyectos profesionales de los menos poderosos. Las estructuras legales inadecuadas, la burocratizaci¨®n de mecanismos no s¨®lo son un engorro para el ciudadano: han creado un medio asfixiante para la creatividad y la iniciativa m¨¢s ¨¢gil y flexible, para la ¨²nica fuente real de donde podemos esperar logros en la sociedad mundial de la informaci¨®n.
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