El da?ino papel de los futbolistas
En la misma medida que crece la marea contra Clemente, se escuchan las voces de los jugadores que lo defienden. Sin duda son opiniones sinceras, nacidas al calor del aprecio que tienen por el seleccionador y de la necesidad de confortarle en un momento delicado. Resulta edificante tanta solidaridad, si no fuera porque cu¨¢nto m¨¢s defienden a Clemente en peor situaci¨®n le dejan. Le dejan solo.Hay una cierta patolog¨ªa del futbolista actual que pasa por la dejaci¨®n de responsabilidades. Esta caracter¨ªstica es bastante novedosa y explica el papel protagonista que han adquirido los entrenadores y los presidentes, personajes relativamente menores hasta hace poco. Los futbolistas han abdicado de su posici¨®n y han adquirido un papel secundario que deber¨ªa atacar a su orgullo, pero la realidad es diferente: se sienten comod¨ªsimos en una posici¨®n que les genera ventajas considerables -la fama y el dinero- y ninguna molestia. Antes, los jugadores estaban sujetos a la cr¨ªtica porque se daba por supuesto que el f¨²tbol les pertenec¨ªa. Eran los actores indiscutibles, principal¨ªsimos, de una fiesta montada alrededor de ellos.
En su papel de secundarios no se sienten obligados con su profesi¨®n. A muchos ni tan siquiera parece que les guste. Llegan al f¨²tbol porque tienen alguna destreza especial, se lucran con ello y dimiten de cualquier responsabilidad que les comprometa. Por ejemplo, saben que nunca pierden. O que no sufren las consecuencias de la derrota. Esa cruz est¨¢ reservada a los entrenadores, que han usupado, o han encontrado la invitaci¨®n a usurpar, el puesto de los futbolistas. Alrededor de los entrenadores se ha construido la nueva m¨ªstica del f¨²tbol. Ellos ganan, ellos pierden, ellos sobresalen, ellos protagonizan. Ellos tienen la palabra, con la notoriedad que eso supone y con algunas consecuencias torturantes. La primera es su disposici¨®n a ser devorados con rapidez. Un ejemplo: 20 de los 32 seleccionadores en la Copa del Mundo no siguen.
?Qu¨¦ hacen los futbolistas en esta situaci¨®n? Nada. No se sienten vinculados por el f¨²tbol y su efecto: por el juego, por los resultados, por el compromiso con el equipo y con los aficionados. Todo eso les resulta tan ajeno que han entrado en un estado de insuperable comodidad. Nadie entre los jugadores espa?oles ha hecho una autocr¨ªtica del papel¨®n que hicieron en Chipre. Nadie ha reconocido el p¨¦simo juego, la indolencia general, la falta de coraje para rebelarse contra un resultado sangrante. Ninguno se ha sentido avergonzado por una derrota vergonzosa. No s¨®lo eso. Su respuesta ha sido salir en defensa de Clemente. O lo que es lo mismo, se han evitado cualquier responsabilidad y se la han trasladado, desde una supuesta solidaridad, al hombre que dicen defender. Una manera como otra cualquiera de traicionarle y ponerle en el pared¨®n. As¨ª son los futbolistas de hoy.
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