Maldito doblajeJOSEP CASAMARTINA
En el m¨¢s destartalado de los cuchitriles portugueses uno puede encontrarse al desali?ado personal mirando tranquilamente en la tele una pel¨ªcula subtitulada. No pasa nada, no cambian hist¨¦ricamente de canal, simplemente se distraen mientras beben aguardiente al final de la jornada. Tampoco las comedidas se?oras de edad se escandalizan cuando se proyecta en un cine, por ejemplo, My fair lady en versi¨®n original subtitulada. En el pa¨ªs vecino las pel¨ªculas no se doblan porque, entre otras razones, sale m¨¢s barato subtitularlas y todo el mundo se ha acostumbrado a ello; no representa ning¨²n trauma ni reduce el nivel de asistencia de las salas; simplemente, como pasa tambi¨¦n en gran parte de Suram¨¦rica, en Portugal la exhibici¨®n cinematogr¨¢fica est¨¢ normalizada. El cine ha salido ganando pues se difunde en toda su integridad y no sufre la enorme y, a menudo, letal mutilaci¨®n causada por el doblaje. A veces la escasez de medios favorece el desarrollo de la inteligencia. Pero tampoco se doblan las pel¨ªculas en Holanda o en los pa¨ªses n¨®rdicos, y en este caso las razones no son tanto econ¨®micas como culturales. En Catalu?a hemos presumido de tener un buen nivel cultural, pero al cine le ha servido de poco y, a la hora de normalizar su difusi¨®n, en vez de optar por la utilizaci¨®n de subt¨ªtulos, se potencia oficialmente su doblaje. En realidad se hubiese podido optar sin problemas por las versiones originales, y en este caso las razones ser¨ªan, como en el norte de Europa, m¨¢s culturales que econ¨®micas y, adem¨¢s, con este sistema nos ahorrar¨ªamos un buen past¨®n. Pero por lo visto los tiros van por otro lado y tendremos que sufrir, hasta qui¨¦n sabe cu¨¢ndo, el bochorno cutre del doblaje, como una especie de lastre populista y maldito del pasado e inacabable franquismo. El doblaje fue muy ¨²til para la dictadura porque se potenciaba la hegemon¨ªa del idioma espa?ol y adem¨¢s se pod¨ªa censurar y manipular todo tipo de contenidos, llegando a situaciones tan descalabradas como el convertir el adulterio en incesto en Mogambo, de John Ford -por lo visto, a los censores eso les pareci¨® menos pecado, pues todo quedaba en familia-. Los doblajes al catal¨¢n ser¨¢n mejores, pero s¨®lo el admitir este sistema ya es bajar el list¨®n y dejarse arrebatar por el estilo populachero de la tele-basura que arrasa con todo. En el barullo triunfalista sobre las preferencias del p¨²blico por el cine doblado en catal¨¢n, el sistema de la versi¨®n original subtitulada apenas era citado: ?No interesaba, claro! Realmente habr¨ªa que constatar hasta qu¨¦ punto se valor¨® en las encuestas la exhibici¨®n del cine en versi¨®n original y su nivel de asistencia, comparativamente a la del cine doblado, teniendo en cuenta la escasez de salas especializadas en todo el pa¨ªs. Si repasamos la cartelera cinematogr¨¢fica de Catalu?a, podremos comprobar con tristeza que solamente se proyecta de una forma sistem¨¢tica en versi¨®n original en varios cines de Barcelona, aunque gracias al sistema de multisalas ¨¦stos tengan una amplia y muy variada oferta que favorece una asistencia masiva de p¨²blico entusiasta que va en aumento. Casi el 75% de la cartelera barcelonesa se ofrece en versi¨®n original subtitulada, ?por algo ser¨¢! En el resto del pa¨ªs -capitales incluidas-, la presencia de la versi¨®n original es miserable, reducida a lo sumo a ciertas proyecciones semanales; incluso es inexistente en ciudades medianas como Sabadell. En este aspecto, Barcelona sigue erigi¨¦ndose como ciudad-isla, nos guste o no, en relaci¨®n con el resto de Catalu?a, que en muchas facetas a¨²n est¨¢ sumida en el ruralismo provinciano. El decreto del cine en catal¨¢n aprobado ayer no har¨¢ otra cosa que contribuir a esta terrible dicotom¨ªa y es muy posible que en provincias los doblajes en catal¨¢n acaben compitiendo con las escas¨ªsimas proyecciones en versi¨®n original. Adem¨¢s, hay que decir que estos dichosos doblajes representan un flaco favor al cine que s¨ª deber¨ªa proyectarse en catal¨¢n por derecho propio: es decir, el cine aut¨®ctono. La mejor forma de transmitir y fomentar un idioma es trav¨¦s de su propia cultura. Es cierto que una versi¨®n original con subt¨ªtulos en catal¨¢n tendr¨ªa que sufrir la gran competencia desleal de la versi¨®n doblada al espa?ol, pero seguramente el propio mercado pondr¨ªa orden a todo eso: un distribuidor subtitular¨ªa antes en catal¨¢n El paciente ingl¨¦s -un filme comercial pero de qualit¨¦- que, por ejemplo, La sirenita. La cartelera saldr¨ªa ganando y los amantes del cine tambi¨¦n. El cine es quiz¨¢ una de las manifestaciones art¨ªsticas m¨¢s completas y representativas del siglo XX. Va mucho m¨¢s all¨¢ del simple entretenimiento, tal como a menudo se nos suele presentar; por eso, a la hora de difundirse merece ser tratado con respeto, como cualquier otra forma de arte. Hay museos, como el Museum of Modern Art de Nueva York, que lo tienen clar¨ªsimo y han incluido sin problemas el cine entre sus materias; huelga decir que lo proyectan correctamente. Un libro no puede subtitularse: hay que leerlo bien en el idioma en que ha sido escrito o bien a partir de una traducci¨®n, pero una pel¨ªcula, igual que ocurre con una ¨®pera actualmente, s¨ª se puede, y eso representa un avance muy grande: poder respetar la obra de arte en su totalidad y, adem¨¢s, sin necesidad de alterarla, facilitar su comprensi¨®n a los que no conocen la lengua original. En el doblaje se destruye toda la sutileza de la dicci¨®n -y, en general, del idioma. Las versiones originales subtituladas ayudan a seguir de cerca el original y permiten constatar hasta qu¨¦ punto es fiel una traducci¨®n. Es cierto que leer subt¨ªtulos requiere un cierto esfuerzo, pero, como en el caso del siempre tan recomendable ejercicio f¨ªsico, a la larga se convierte en una costumbre muy sana. Adem¨¢s, para promocionar de verdad el catal¨¢n lo mejor es fomentar leerlo y escribirlo correctamente: es donde m¨¢s fallamos. Sin duda, los subt¨ªtulos contribuir¨ªan a ello de una forma decisiva, y de paso con el h¨¢bito ir¨ªamos aprendiendo otros idiomas; algo que, por cierto, no nos vendr¨ªa nada mal. Digan lo que digan, doblar pel¨ªculas, tanto si es en catal¨¢n como en chino, no representa ning¨²n avance, es un pat¨¦tico retroceso, un empobrecimiento cultural. ?Una pel¨ªcula doblada siempre ser¨¢ una obra mutilada!
Josep Casamartina es historiador del arte.
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