La fiera de "Cristina"
Una tigresa enjaulada en una tienda de animales destroza el brazo a un cliente
Cristina tiene un a?o, 11 meses y 15 d¨ªas, pero ya no le van los juegos de ni?os. Esta principesca tigresa de Bengala dej¨® en la tarde de ayer herido muy grave a Ignacio L., de 37 a?os, cuando el hombre, pese a las nerviosas advertencias de la amiga que le acompa?aba, meti¨® alegremente la mano en la jaula para juguetear con la fiera. Toda una demostraci¨®n a la que el felino respondi¨® con un amable zarpazo que, seg¨²n fuentes m¨¦dicas, desgarr¨® el brazo derecho de Ignacio hasta el punto de que anoche se estudiaba su amputaci¨®n en el hospital Ram¨®n y Cajal.El ataque (para la tigresa, una dulce caranto?a) ocurri¨® sobre las siete de la tarde en la tienda de animales La Caseta, situada en la calle de L¨®pez de Hoyos, 378. Este lujoso y completo animalario, un aut¨¦ntico zool¨®gico donde conviven, junto con perros y gatos, loros, serpientes, iguanas o ara?as, guarda en su interior la jaula de la tigresa. La joya del lugar es un espacio enrejado de unos diez metros cuadrados, con caseta y una valla separadora. All¨ª guarda el due?o del establecimiento, Fernando Salas, a la fiera desde que ten¨ªa unos pocos meses y la import¨® -"con todos los documentos en regla, tengo licencia de n¨²cleo zool¨®gico", dice- del Reino Unido. "Es mi mascota, y al mismo tiempo sirve de reclamo para la tienda y distrae a los clientes". "El hombre conoce al animal desde peque?o y ha jugado muchas veces con ¨¦l, pero esta vez ha hecho algo a lo que ni yo me atrevo: meter la mano a trav¨¦s de las rejas".
Ignacio, seg¨²n esta versi¨®n, acudi¨® acompa?ado de una amiga a la tienda, y, tras saltar la valla, introdujo la mano en la jaula para acariciar a Cristina. La tigresa cogi¨® con sus garras la d¨¦bil extremidad humana y empez¨® a tirar de ella. Ignacio, aprisionado, intent¨® retirarla. S¨®lo consigui¨® desgarrarse un poco m¨¢s. Su compa?era humana, entretanto, sali¨® corriendo en busca de Salas. Sus gritos resonaron en todos los rincones del animalario.
"Cuando la o¨ª, ¨¦l ya hab¨ªa salido por su propio pie. Le he visto el brazo y mov¨ªa los dedos, se recuperar¨¢". Tras el zarpazo, el Samur socorri¨® al herido. Su estado, al ser hospitalizado, era muy grave. La Polic¨ªa Municipal interrog¨® al due?o. Y Cristina, la muy fiera, sigui¨® retozando en su jaula. Buscaba alguien m¨¢s con quien jugar.
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