Deberes presentadosXAVIER BRU DE SALA
El documento Per Catalunya presentado con cierta pompa por el PSC es un hito en la historia de nuestros socialistas y en la del catalanismo. Sus 22 p¨¢ginas contienen los elementos fundamentales de la posici¨®n de este partido con relaci¨®n a la naci¨®n catalana, a la forma en que su variopinta ciudadan¨ªa se debe inscribir en ella y a su articulaci¨®n en Espa?a. Si de veras quer¨ªa contribuir a la alternancia en la Generalitat, el PSC deb¨ªa atar los numerosos cabos sueltos que se convert¨ªan en espinas en cuanto pisaba terreno nacional catal¨¢n. Muchos dudaban de su capacidad para hacerlo sin avivar lacerantes tensiones internas. Pues bien, han conseguido alumbrar una propuesta seria, coherente, meditada y cre¨ªble. Ah¨ª est¨¢ el documento, expresando con claridad una concepci¨®n catalanista de integraci¨®n igualitaria y apostando por el federalismo. El horizonte pol¨ªtico y social que dibuja el papel puede gustar m¨¢s o menos, pero no se puede decir en propiedad ni que sea siervo del de Pujol ni que, en caso de llegar a ser realidad, produzca una Catalu?a que no cumpla con las aspiraciones hist¨®ricas del catalanismo. S¨®lo, pues, desde la demagogia se podr¨¢ decir a partir de ahora que los planteamientos de los socialistas son un peligro para la pervivencia de Catalu?a como entidad nacional diferenciada. Si a CiU se le descuenta la ret¨®rica nacionalista, al PSC la ganga progresista y a cada cual el acento partidista, los puntos de coincidencia de fondo son, con mucho, superiores a las disonancias: reconocimiento constitucional, sistema de financiaci¨®n solidario pero no discriminatorio, cohesi¨®n social como fundamento para la integraci¨®n, incluso, si no la formulaci¨®n, s¨ª los resultados pr¨¢cticos del papel de la historia como relato intencionado en el presente nacional. Las principales diferencias est¨¢n en la ampliaci¨®n socialista del concepto de catalanidad plena a la expresi¨®n en castellano -de hecho, la supresi¨®n de una restricci¨®n que, olvidando su car¨¢cter defensivo, se ha deslegitimado por haber pasado a la ofensiva- y en la idea federal-municipalista. En cuanto a la primera, la no distinci¨®n entre total igualdad ciudadana por origen o idioma de preferencia -que no debe sufrir la menor cortapisa- y la continuidad cultural catalana -que no por ello debe correr el riesgo de diluirse como un terr¨®n en la gran taza del espa?ol- es una grave deficiencia que deber¨ªa subsanarse con algo m¨¢s que la mera salvaguarda del catal¨¢n. En cuanto a la segunda, no est¨¢ claro que, pongamos para el periodo de los pr¨®ximos 20 a?os, vaya a ser menor el autogobierno con las ideas socialistas puestas en pr¨¢ctica -sin duda un important¨ªsimo avance cualitativo con relaci¨®n al presente, de llegar a producirse- que con las propuestas confederales de otros partidos, ya que cuantos m¨¢s rifirrafes originen menos posibilidades tendr¨¢n de traducirse en contenido real de la capacidad catalana de autogobierno. Un tercer elemento diferenciador, asimismo clave, es que el PSC retoma el eslogan "lo que es bueno para Catalu?a es bueno para Espa?a", abandonado por Pujol y el pujolismo en fechas recientes. Ah¨ª s¨ª se percibe un claro relevo. ?Da un giro este documento al panorama pol¨ªtico? Evidentemente, no. O no por s¨ª mismo. Pero en un momento tan delicado, en el que el PSC ha sufrido tensiones internas como el descabalgamiento del sector nacionalista representado por Obiols de la direcci¨®n efectiva, justo despu¨¦s de que el triunfo de Borrell fuera interpretado como el entierro bajo siete l¨¢pidas de las aspiraciones de muchos socialistas a inscribir el partido en la pol¨ªtica nacional catalana, y cuando la influencia de Babel no presionaba ciertamente hacia el lado contrario, el PSC aprueba el documento Per Catalunya. Minimizar el hecho desde el nacionalismo pujolista puede responder a la din¨¢mica electoralista, pero desde el nacionalismo previo a los partidismos ser¨ªa un grave error regatear elogios. Al contrario, si el documento abre espacios de consenso nacional b¨¢sico, hay que apresurarse a consolidarlos. Rechazarlos de plano, descalificarlos con apelaciones al sucursalismo, etc¨¦tera, es contribuir, irresponsable o puerilmente, a lo que menos deber¨ªamos desear para la vida pol¨ªtica y social catalana: la divisi¨®n en dos bloques contrapuestos por razones nacionales. Aplaudir las novedades conceptuales y destacar el valor de la reflexi¨®n p¨²blica de la Fundaci¨® Barcelona, aplauso al que me sumo, no rima con el menosprecio hacia el documento que el PSC acaba de presentar (que todav¨ªa no se ha producido pero que ya me huelo). Luego pueden, y deben, venir las discusiones. Tanto en el plano de las l¨ªneas maestras orientativas en el que se mueve el documento como en el de las posteriores concreciones. Ya en el terreno de la pr¨¢ctica pol¨ªtica propiamente dicha, ser¨¢ importante ver c¨®mo se posiciona el propio PSC ante su documento, es decir, si lo usa como marco de referencia meramente te¨®rico o convierte sus grandes ejes en orientadores de su actuaci¨®n. Empezando por convencer al PSOE para que se comprometa a apoyar las ideas de Catalu?a y de Espa?a expresadas en ¨¦l. Y a plantear, en consecuencia, las reformas que propone.
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