?ngel Schlesser desencanta y Valent¨ªn Herraiz aporta la alegr¨ªa
Las tendencias unifican peligrosamente el cromatismo en Cibeles
La Pasarela Cibeles no ha despertado m¨¢s pasiones que las de siempre, y siendo rigurosos algo menos. Las luces han sido las mismas (Devota & Lomba, Roberto Verino, Pedro Morago) y las sombras, variadas y mayores con bastante desencanto, tanto en la parte emocional del trabajo de la moda como en los rigores del dibujo. Las tendencias se aclaran, y esto es algo m¨¢s que un decir en cuanto a que se ha impuesto el blanco y el gris.
Esto ha terminado como empez¨®. Si a los d¨ªas grises les llamamos coloquialmente "de bochorno", algo parecido ha pasado -globalmente hablando- con la edici¨®n de la Pasarela Cibeles que trajo las propuestas para la primavera-verano de 1999. Nada de entusiasmo, mucho silencio y ganas de pitos es lo que ha habido en abundancia en estos desfiles (el p¨²blico de pasarela aqu¨ª suele ser tan pol¨ªticamente correcto que nadie jam¨¢s abuchear¨ªa a nadie).?ngel Schlesser abri¨® ayer viernes con una serie blanca en lino, con apenas una l¨ªnea de brillo perlado que no reflejaba simplicidad, sino un gusto de tard¨ªo eco minimalista. Hubo blusas cortas de punto (evidentemente el fuerte de este dise?ador) con faldas largas de lino al tono. Pero a las 10 o 12 prendas se acab¨® todo, porque una cosa es la verticalidad estil¨ªstica y otra es el aburrimiento, con esa tristeza que da la falta de inspiraci¨®n incluida. Schlesser refugia su confecci¨®n, que es correct¨ªsima, en un arte demasiado plano, haciendo que en casi todas sus series la repetici¨®n no le reafirme, sino que borre la buena primera impresi¨®n.
A pesar, hubo un jersey de punto ligero y cuello barco en gris y un toque revitalizador en algodones tratados color caldera. Ni un solo aplauso espont¨¢neo del p¨²blico a lo largo de todo el desfile.
Poco despu¨¦s Mar¨ªa Jos¨¦ Navarro mostr¨® una colecci¨®n que habla de arquitectura personal, y donde volvi¨® a aparecer el lino interpretado de varias formas, pero siempre sin salirse de la senda escrita.
Carmela Roso no hizo demasiado honor a la riqueza de sus tejidos. Empez¨® con una serie blanca discreta, muy ponible y tan convencional que pod¨ªa ser an¨®nima.
Las tendencias pueden concretarse en el largo de las faldas bajo la rodilla hasta el tobillero, sin ninguna concesi¨®n a la minifalda, que parece haber pasado a un r¨¢pido olvido. Los pantalones aparecen rectos, sobre todo en el caso de lo que suele llamarse vestir, acort¨¢ndose bajo la rodilla en lo que llamamos corte pescador y espor¨¢dicamente apareciendo lo que tambi¨¦n se llama com¨²nmente patas marinero. El calzado, siempre sin tal¨®n, rozando lo plano o con tacones rectos de hasta 12 cent¨ªmetros.
Los colores son r¨¢pidamente resumibles en el blanco y sus m¨²ltiples gamas impuras (yeso, tiza, arena lavada), los brillos matizados aparecen aqu¨ª y all¨¢, sobre todo con el hilo de plata vieja y la lentejuela de pegar (esta ¨²ltima con todas las inseguridades pr¨¢cticas que supone tal tecnolog¨ªa). Los tejidos ligeros asociados en dobles capas imponen de cara su apariencia en la selecci¨®n de las telas, d¨¢ndole gran importancia al lino natural texturado artificialmente, con elementos que van desde el laminado sint¨¦tico hasta el bordado. Es evidente y comprobado el avance dentro de la moda espa?ola de vanguardia de los tejidos tecnol¨®gicos que han aparecido en la Pasarela Cibeles, con rotundidad y demostrando eficacia contempor¨¢nea.
Revelaci¨®n
La alegr¨ªa lleg¨® al final de Cibeles con la revelaci¨®n: el valenciano Valent¨ªn Herraiz, muy finisecular, con un eclecticismo desmelenado y bien hecho en el que se adivina la herencia Montesinos y un esp¨ªritu indomable. Neohippismo, canto a la morer¨ªa y al tatuaje, crochet, punto a mano, macram¨¦ y chiner¨ªas. Un oriente secreto que se acerca al lujo del barrio copto de El Cairo, con la penumbra de sus perfumistas, todo aderezado de sensualidad y transparencia bordada; el maquillaje preciosista, el raso y los damascos valencianos brillando por s¨ª mismos y hasta un cors¨¦ Westwood al calco, lo que no est¨¢ nada mal en los tiempos que corren.Vacas Flacas cerr¨® con un abanico que iba desde las m¨¢s vulgares concesiones al efectismo, hasta un humor socarr¨®n al que faltaba precisamente algo de verdadera moda. S¨®lo parec¨ªa estar ausente Pulgarcito tocando el bong¨®, lo que hubiera sido de agradecer.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.